Capítulo 44

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Después de que Alexis y sus amigos se habían marchado  Tamara hacia mostrado su satisfacción de haber conocido a Alexis.

—Wow, pero ese español es fantástico. Se cree latino —se expresó Tamara emocionada—. Encantador y guapo.

—¿Qué te sucede Tamara? ¿Acaso no habías visto hombres en tu vida? Ridícula —bufó Jeremy—. Además no creo que te vayan a gustar los hombres celosos y posesivos cómo él.

—¡No quiero nada de toxicidad en mi vida! —exclamó Tamara.

—Espero de que Maximiliano sea un buen hombre —pronuncié—. Me quiero retirar.

—¿Para hacer el amor? —cuestionó Tamara.

Negué con la cabeza.

—Estoy cansada de estar aquí sentada. Ya llevamos horas aquí.

Más tarde nos retiramos del lugar y llegamos juntos a mi apartamento. Tamara se había retirado hacia su habitación para tomar un aseo y prepararse para su primera salida con Maximiliano.

Jeremy me tomó por sorpresa de espalda atrayéndome hacia él y me apretó tan fuerte que pensé que no iba a respirar.

—Hoy quiero cumplir una de mis fantasías —me susurró al oído.

Sus palabras eran música para mis oídos, sentía como de mí entrepierna salían fluidos internos.

—¿Cuál?

—La de hacer el amor en el balcón, apaguemos la luz así nadie nos podrá ver.

—Si es en la madrugada, estaría bien.

—Que ridícula eres —se rio—. Vamos al jacuzzi, mami.

—No estoy para eso.

—Pues te ataré a la cama sea como sea. ¿Mami prefieres las esposas?

—¡Jeremy! Quieres torturarme.

Me arrastró hacia la habitación, una vez allí me quitó la ropa y luego en contra de mi voluntad me colocó las esposas dejándome atada en la cama. Luego se quitó la ropa y llegó hacia mí rápidamente. Con sus manos me acariciaba lentamente la piel, hasta que se acomodó bien y con movimientos de van y ven íbamos disfrutando del placer, tenía ganas de quitarme las esposas pero no podía, me sería inútil.

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Cuatro días después...

Íbamos todos mis amigos y yo rumbo a la cafetería más cercana del edificio y cuando entramos alcancé a ver a Laila, está al vernos sonrió descaradamente, obviamente por provocarnos, nos ubicamos como pudimos. Yo no tenía deseos de comer nada por el momento. Luego nos retiramos del lugar y nos ubicamos por los alrededores de las edificaciones. Más tarde sin esperarlo alguien llegó hacia Jeremy y le susurró algo en el oído. Jeremy asintió con la cabeza y la persona se retiró.

—Vengo en un momento —dicho esto se levantó Jeremy dejándonos en el lugar.

Pero yo no me quedé con esa, decidí seguirlo sin que él se diera cuenta, al seguirlo vi que se había estacionado frente a algunas personas, una de ellas salió y le dio un beso en la mejilla. Pude reconocer de quien se trataba y me enfurecí al ver a Laila que trabaja de seducir a Jeremy, pero no me contuve u llegué hacia allá sin que se dieran cuenta. Tanto Laila como Jeremy se sorprendieron al verme.

—Tú, arpía venenosa, te lo advertí una vez y no me escuchaste —señalé a Laila furiosa—. Pero no pienses que me voy a rebajar a tu nivel, no provengo del lugar de mala muerte de donde proviene tú, yo mucho más astuta que tú y verás como pronto la vida te va a sorprender —sonreí y bajé el dedo, tomé a Jeremy por el brazo sin dejar de mirar a Laila—. Vámonos de aquí y que sea la última vez que yo te vea con esta asquerosa.

Laila me miraba con odio y lo mejor era que no dijo nada.

—¿Qué fue todo eso que dijiste, Juliet? La verdad no entendí. Explícame —indagó Jeremy a pocos metros—. Mami no quiero que te metas en problemas. ¿Si?

Exhalé aire de golpe y lo ignoré.

—No pienso matar a nadie, estúpido —mascullé llegando hacia nuestros amigos—. ¿Qué diablos tienes en la cabeza? Tantas cosas feas piensas de mí bárbaro —aludí con dramatismo.

—Es que en serio, sonó extraño —prosiguió Jeremy.

Rodé los ojos.

Llegamos al lugar de nuevo y Sebastian nos miraba con expectación y curiodad.

—¿Por qué se marcharon sin nosotros? —cuestionó Sebastian sin dejarnos de mirar mientras nos sentábamos de nuevo.

—Esta demente me persiguió y sabrá Dios con que intención —se defendió Jeremy.

—Juliet tiene que asesinarte cucaracha —pronunció Claudia.

—Muchas gracias Claudia, ojalá que Tadeo nunca te haga caso nunca mas —se expresó Jeremy hacia Claudia.

Mi amiga se enojó, pero no dijo nada, guardo sus palabras quizás para otro momento.

—Pero Jeremy, no seas tan cruel —comentó Susan.

—No soy cruel, Susan. Me gusta bromear —tendió sus dos manos hacia atrás y mirar hacia el cielo—. Me gusta decir la verdad, lo que pienso y soy muy dulce.

—Tan dulce que Jeremy nunca se ha querido separar de ti —dedujo Sebastian.

Al escuchar eso, me quedé observándolo tenía mucha razón mi gran amigo.

—¿Y las lesbianas por qué no hablan? —cuestionó Jeremy.

Me eché a reír, sabíamos muy bien a quienes se referían.

—Cállate inútil —dijo Ana.

Andreina le sacó la lengua. Y Jeremy se rio.

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