Capítulo 35

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Verdaderamente Jeremy estaba de muy mal humor, se movió rápidamente de donde se ubicaba y me dejó con Susan en la sala. Pensé que Susan iba a decirle algo pero no lo hizo, simplemente lo dejó con sus demonios, tomó su móvil y me dediqué a analizar varios puntos.

Entablar una relación sin amor no era muy convincente en estos momentos, era mejor disfrutar de la vida y del momento. Salir a pasarla bien mientras todo va  ocurriendo y que la vida me sorprenda en el momento indicado.

—Sebastián es un buen tipo y se merece a alguien mejor y que lo quiera, no a una inestable como yo. Creo que es mejor decirle la verdad y no ilucionarlo para después romperle el corazón. No quiero cometer errores tambien como los cometí con Alexis —pronuncié.

—Juliet... Sólo te digo que hagas las cosas como te convenga.

—Somos adultas, Susan —le recordé—. No somos dos adolecentes como hace años y ciertamente debemos de ser más organizadas y pensar en el futuro.

En ese momento apartó su móvil dejándolo encima de su pierna y fijó su mirada en mí. Me quedé quiera esperando a que dijera algo, estábamos casi al frente sentadas.

—Mmmmm... Veo que tu viaje a Inglaterra con Sebastián te hizo cambiar de mentalidad querida amiga.

—A eso le llamo madurez, Susan. Y de hecho sí que me sirvió, pude conocer a Sebastián como es y tuve conversaciones con personas que de verdad me hicieron ver cosas que yo no la quería ver, Jeremy tiene toda la razón.

—Wow —sonrió—. ¿Entonces vas hacer lo que Jeremy diga?

—No me refiero a eso, Susan. Me refiero a que no es bueno liarse con personas que al finalvan a salir lastimadas. Fíjate que Alexis aunque no lo quiera admitir no quiere olvidarse de mí y sé que en el fondo tiene alguna esperanza de que vamos a volver algún día. Reconozco que es un buen hombre pero no puedo engañarlo a él y a mí misma porque no me gustaría que me usaran a mí en un futuro.

—Juliet todo fluye y todo cambia a través del tiempo, pero hay cosas que verdaderamente no cambian y que se quedan de por vida marcadas —argumentó Susan, y verdaderamente tenía razón—. Bryan y yo hemos tenido un pasado enredado. No tan claro pero... Es muy... Es de los hombres que sueñan con vivir con varias mujeres y yo sinceramente no soportaría vivir en una relación así.

—Es polígamo —reí—. Sinceramente debe de ser fuerte. Todos algún día deseamos estabilidad, por más que una persona de vueltas y vueltas, al final desearía algo seguro. Y tú casi no me habías hablado de él, ahora es que veo que dices algo.

—Es que de verdad le he restado importancia a Bryan. Para qué mencionar a una manzana podrida.

—Entiendo. Y... A Jeremy no le gustó tu visita el día de hoy.

—¿Y a mí qué? —arrugó la cara—. Que deje el aburrimiento ese canalla.

—De hecho íbamos a aclarar varios puntos.

—Ya veo, Juliet. Pero hablen más tarde. Quiero que me acompañes a un lugar.

—¿A un lugar? ¿Hoy? —cuestioné dudosa—. No quiero salir. ¿Por qué tiene que ser hoy?

Susan rodó los ojos.

—Cámbiate ya —me ordenó—. No aceptó un no como respuesta. Si lo que quieres es follar, eso se puede dejar para más tarde.

—Pero Susan... ¿Qué tan importante es?

—Has lo que te digo y te cuento en el camino.

Rodé los ojos y respiré profundamente. Me movilicé del lugar y llegué hacia mi habitación, busqué con mis ojos a Jeremy y se encontraba en el balcón. Ni cuenta se dio que yo había entrado a la habitación  así me vestí y salí de allí sin él darse cuenta. 

Susan yo nos movimos rápidamente del edificio mientras conversábamos sobre la universidad, luego me había dicho que era que una amigas de ambas había regresado y se había instalado de nuevo en Madrid. Llegamos a la casa de Minerva y nos recibió con alegría.

—Yo de verdad no iba a venir —aclaré.

—¿Se puede saber el por qué? —cuestionó Minerva.

Pero antes de yo contestar Susan se inmisculló en la conversación.

—Quería follar, Minerva. Que otra razón tenía Juliet en no querer venir.

—Lo siento Juliet, yo quería...

La interrumpí.

—Ignora a Susan, Minerva. En ese caso no importa. Además Susan me comentó de ti en el camino.

—¿Y qué me cuentan de ustedes? —cuestionó Minerva.

Yo me eché a reír. Era tantas cosas que teníamos que contar...

—El cuento verdaderamente es largo Minerva. Tú has estado desaparecido desde hace mucho y te entendemos, querías tranquilidad... —le respondí.

—¿Y Jeremy? —cuestionó Minerva.

—Jeremy —reí—. Si supieras las cosas que han pasado querida Minerva. Ve a la cocina, prepara café y trae galletas para contarte todo lo sucedido en nuestras vidas y de paso Susan hará lo mismo con las cosas ate tiene que decirte.

—Perfecto, acomodénse vengo en seguida —pronunció Minerva.

Nuestra amiga se había dirigido a la cocina, mientras que Susan y yo nos acomodamos en la sala. Recordé que había dejado mi móvil en mi apartamento mientras observaba una foto que Minerva tenía en la sala de Jeremy, Susan, Mery, ella y yo.

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