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Fairuz.

Bárbara, repetía una y otra vez en mi cabeza. Después de que Harry me contara, empecé a hacer una pequeña maleta para los dos mientras él se encargaba de conseguir el primer avión hacia Londres. Estaba muy afectado, ella fue como una abuela para él, se tenían mucho cariño y él me contó hace poco que cuando se mudó de Holmes Chapel, ella fue la más afectada. Bárbara era de esas abuelitas que quieres abrazar siempre y que cocinan delicioso, sentía una pena horrible y claro que viajaría con él, era fin de semana y no tenía clases por lo que no pensé dos veces en acompañarlo. 

"Estimados pasajeros, acabamos de aterrizar en la ciudad de Londres - Inglaterra, la aerolínea les agradece su preferencia y les desea una feliz estancia en la ciudad"

Después de diez horas de vuelo, llegamos. Harry rentó un auto para viajar hasta Holmes Chapel, nuevamente tuvimos dos horas de viaje en las que no hablamos mucho realmente, tampoco intenté de entablar una conversación, entendía cómo se sentía.

Realmente no pensé volver una vez más aquí, menos con Harry y peor para una situación tan fea como esta. Llegamos a esa casa que seguía intacta con los años, la recordaba muy bien. Tendría que ir a ver a mi abuela, sé que estaría muy triste porque ellas eran muy amigas, no la veía desde la última vez que estuve aquí.

—Baja con cuidado —Harry me abrió la puerta, una brisa chocó con mi cara haciéndome temblar. Pasar del cálido calor de California al gran frío inglés era un cambio muy brusco, y más aún en temporada de lluvia.

—Harry —una voz nos hizo voltear, era Anne. —¿Fairuz? —me miró sorprendida sin entender muy bien mi presencia. Claro que si fuera ella también estaría sorprendida.

—Anne, cuánto tiempo —le sonreí, ella corrió a abrazarme fuertemente y me apretó entre sus brazos, ella era sin duda una muy buena persona.

—Mamá, la asfixias —bromeó Harry mientras aseguraba el auto.

—Pasemos, hace mucho frío.

—¿Llegó el bebito? —Gemma. —¿Fairuz? —sus grandes ojos y su sonrisa delataban que ella también estaba enterada de mi caótica despedida con Harry.

—¡No puedo creerlo, Gemma! Estas igualita —nos abrazamos entre risas de Anne y Harry.

—Todos se olvidan de mí —hizo puchero mientras acariciaba al pequeño gato de Anne. — ¿Tu también prefieres a la fea de Fai?

—No seas engreído, Harry —Gemma lo molestó para luego ignorarlo por completo.

En la hora del té, les contamos cómo es que nos habíamos vuelto a encontrar. Aclaramos que no éramos novios pero que lo estábamos intentando, entre Gemma y Anne se daban miradas cómplices cada cierto momento. No fue hasta que llegó Robin, que Harry salió con él a conversar al patio, dejándome sola con ellas dos.

—¡Que bueno que se hayan reencontrado! —dijo Gemma, en su voz escuchaba algo de entusiasmo, lo que me hacía sentir acogida y querida por ellas. —No sabes todo lo que tuvimos que aguantar cuando te fuiste, estaba insoportable.

—Gemma, no expongas a tu hermano —le reclamó Anne y yo reí. —Pero es verdad, no había día que no llorara, que no dijera que fue culpa suya que se despidieran así —me miró con pena.

—Sé cómo se siente, mi mamá también me tuvo que aguantar muchos meses llorando por Harry —suspiré. —Aún no somos nada oficial pero estamos intentándolo, aunque el viajará mucho luego de que sus vacaciones terminen, no sé qué vaya a pasar —mi mirada se centro en mi té con una rodaja de limón en el.

—Si se han encontrado nuevamente, es por algo, Fairuz, mi hijo te quiere desde los dieciséis años, no ha vuelto a traer una chica y, sé que si lo intentan, serán felices —cogió mis manos sonriendo.

—Gracias, Anne —le devolví la sonrisa. —A las dos, por recibirme y no odiarme —reí irónicamente.

—¡Dejen de acosarla! —escuché ese acento tan característico de mi chico, él entró por la puerta riendo mientras se colocaba su sweatshirt.

Decidimos dormir ya que mañana sería un día complicado para todos. Anne me ofreció dormir con Gemma a lo que yo acepté. Harry hizo un berrinche de por lo menos diez minutos, el juraba que dormíamos juntos siempre, cosa que aclaré ya que normalmente el y yo dormíamos separados pero él aparecía en mi cama a mitad de la noche con la excusa de que hace frío, claro, en California. 

Gemma y yo nos quedamos conversando hasta tarde sobre Harry y cosas sin sentido. La invité a California y aceptó encantada, luego de tanto chisme, nos quedamos dormidas.

(...)

El cajón de Bárbara bajaba en una plataforma, Harry estaba a mi lado tomándome fuerte de una mano mientras pasaba la otra por sus ojos una y otra vez. A mi también se me escaparon algunas lágrimas y no solo por la situación, sino también por ver a mi abuela luego de muchos años. 

Luego del entierro, la abuela nos invitó a almorzar. Preparó algo típico de mi país, se lo dimos a probar a Harry.

—¡Es muy picante! —estaba rojo y se echaba aire con una mano a su boca, luego tomó un gran sorbo de Inca Kola y empezamos a reír.

—No pica —comí un gran trozo de carne riéndome.

—Claro que sí pica —protestó. —Pero está delicioso, abuela, y más la gaseosa, sabe a chicle —mencionó el lindo muchacho tomando un gran sorbo de la bebida amarilla.

—¡Claro que no sabe a chicle! ¡Sabe a Inca Kola! —le reclamé indignada.

—Estos ingleses y sus cosas —mi abuela habló en español y ambas empezamos a reír.

—¿Qué dijeron? —nos miró con miedo limpiándose los labios con si servilleta.

—Que los ingleses son exquisitos —reímos aún más.

Pasamos un lindo momento con la abuela, la abracé mucho antes de despedirme de ella, me hizo prometer que volvería pronto y yo le hice prometer que no diría ni una sola palabra de mi viaje a mi papás.

—Espero que cuando vuelvan traigan un bisnieto con ustedes —la abuela gritó prácticamente mientras aplaudía efusiva.

—¡Abuela! —la regañé con las mejillas rojas.

—No se preocupe, así será —dijo por último Harry mientras caminábamos de la mano lejos de la casa de Amelia, mi abuelita.

Just let me adore you [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora