Capítulo treinta y uno

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Podían hacerse muchas cosas en una hora y media en Londres: visitar monumentos, tomar un té, disfrutar de las vistas y los parques, o viajar bajo la lluvia desde la casa de mis abuelos hasta el aeropuerto para recoger a la novia de mi mejor amigo

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Podían hacerse muchas cosas en una hora y media en Londres: visitar monumentos, tomar un té, disfrutar de las vistas y los parques, o viajar bajo la lluvia desde la casa de mis abuelos hasta el aeropuerto para recoger a la novia de mi mejor amigo. La última opción era la que había escogido para esa mañana.

Walter no hizo preguntas cuando le pedí que me llevara al aeropuerto, tampoco se quejó de la tormenta que envolvía la ciudad y mucho menos me obligó a mantener una conversación con él. El viaje fue tan silencioso que me dormí y desperté cuando estacionó en la zona habilitada para dejar y recoger pasajeros.

ꟷSeñorita Allen ꟷhablóꟷ. Hemos llegado.

Froté mis ojos e hice sonar mi cuello para dejar de sentir el malestar por dormir en una posición incómoda, luego le dediqué una sonrisa de agradecimiento.

ꟷ¿Puede esperarme aquí?

ꟷTengo permitido unos diez minutos, ¿cree que tardará más? Puedo buscar un lugar en el estacionamiento.

ꟷDiez minutos son suficientes.

Ni siquiera sabía dónde estaba Emma, pero intenté sonar segura para que no se fuera de allí. No me apetecía recorrer el estacionamiento bajo la lluvia torrencial buscando un BMW negro que debía ser el vehículo más utilizado en la ciudad.

Bajé del automóvil aferrándome a mi chaqueta y busqué con la mirada a una castaña no muy alta pero tampoco de escasa estatura que pudiera parecerse a Emma Williams. No divisé a nadie parecido y decidí ingresar a la amplia edificación para continuar mi búsqueda.

ꟷ¡Genesis!

Giré como idiota de izquierda a derecha intentando encontrar el origen de esa voz conocida. Había tanta gente paseando de lado a lado que me era imposible encontrarla. No obstante, no tuve que buscar mucho más ya que alguien tocó mi hombro y al girar encontré a la persona que deseaba ver.

ꟷ¡Emma! ꟷChillé con alegría.

Sus labios comenzaron a esbozar una sonrisa; sin embargo, no le di tiempo a que terminara de hacerlo y la abracé con efusividad. Se tensó ante mi muestra de afecto y luego de unos segundos la correspondió con una risita baja.

ꟷ¿Te has aburrido de esperarme? ꟷPregunté al dejarla ir.

Acomodó su chaqueta y negó con la cabeza.

ꟷNo, en aduana me entretuve explicando que no estaba traficando dulces sino que eran un obsequio. Después de pagar una suma ridícula en derechos de importación y llenar una ficha interminable, me dejaron ir.

No supe si reír o hacer una mueca. Estaba segura que eso era culpa de mi novio adicto al azúcar.

ꟷBueno, si te sirve de consuelo puedes dormir por la próxima hora y media en el auto.

Me dedicó una sonrisa de labios unidos y sujetó la manija de su maleta de mano.

ꟷSígueme ꟷle indiqué.

Dos por uno (RVB3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora