Capítulo cuarenta

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Estaba llorando, de nuevo

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Estaba llorando, de nuevo. No había podido dejar de llorar desde que Theo nos había confesado sus planes y me sentía tan idiota por lagrimear a cada rato. Sabía que era una oportunidad única para él y estaba tan contenta que no podía dejar de sonreírle, pero a la misma vez la idea de tenerlo lejos me producía un malestar horrible. Sentía que una de mis peores pesadillas se estaba volviendo realidad y estaba aterrada hasta la médula.

ꟷNo puedo creer que te quedes ꟷsusurré.

ꟷLo sé, pero estaré bien.

ꟷEs que...

Sorbí por la nariz y Theo giró hacia mí para dedicarme una sonrisa. Hasta ese momento había estado estudiando la página de la universidad desde su laptop sonriendo como un chiquillo en la mañana de Navidad y leyéndome datos que consideraba interesantes sobre Oxford.

ꟷPequeñita, realmente estaré bien ꟷme tranquilizó con voz calmaꟷ. Ya hemos discutido esto, cada hora de los últimos diez días.

ꟷLo sé, lo sé ꟷchillé secándome las lágrimasꟷ, pero es tan triste y tan emocionante a la vez. ¡Me perderé tanto de tu vida!

Blanqueó los ojos con diversión y se deslizó con la silla con rueditas hacia la cama que era donde yo me encontraba sentada. Colocó sus manos en mis rodillas y sobó sus palmas cálidas contra mi piel en una caricia tranquilizadora.

ꟷSi lo piensas, San Francisco y Londres están casi a la misma distancia de Massachusetts. Podrás visitarme algunas veces al año y yo te visitaré en las fiestas de fin de año.

ꟷTienes razón.

ꟷY hablaremos por videollamada, será casi como si siguiera viviendo en Estados Unidos.

ꟷSolo que nos separará un océano ꟷle recordé.

ꟷY antes nos separaba un país completo.

Asentí con la cabeza y le dediqué una sonrisa de labios cerrados. Subió una de sus manos hacia mi rostro y limpió los restos de lágrimas sin borrar la curvatura de sus labios. Sus lindos ojos azules encontraron los míos y mientras acariciaba mi cabello soltó unas palabras que se grabaron a fuego en mi memoria.

ꟷGenesis Allen, eres la chica más rara e interesante que conocí en la vida, y también mi mejor amiga. Desde el día en que te vi supe que lo que sucediera entre nosotros sería para siempre. No voy a desaparecer de tu vida y tú siempre tendrás un lugar en la mía. La distancia es solo un obstáculo, pero, ¿desde cuándo los obstáculos te derriban? ꟷSonrióꟷ. Estoy seguro que seguirás alborotando mi día a día de maneras extrañas que me harán sonreír y que siempre conseguirás estar al tanto de lo que me sucede. Eres el tipo de dolor de cabeza que no desaparece con una píldora y estoy feliz de sufrir los efectos de tu amistad.

ꟷMe harás llorar de nuevo ꟷmurmuré.

Rió por lo bajo y me atrajo hacia sí en un abrazo apretado. Descansé mi cabeza sobre su hombro y me aferré a su camiseta mientras él acariciaba mi espalda con ternura. ¿Cómo podría vivir sin esos abrazos reparadores? Pero él tenía razón, la distancia entre el MIT y su antiguo hogar y el nuevo era casi la misma, si habíamos podido vernos con regularidad en nuestro primer año universitario, seguramente lograríamos seguir haciéndolo.

Dos por uno (RVB3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora