Capítulo dieciséis

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Me sentía como una niña pequeña en la mañana de Navidad mientras observaba los regalos bajo el pino decorado

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Me sentía como una niña pequeña en la mañana de Navidad mientras observaba los regalos bajo el pino decorado. Mis regalos eran Theo, Tyler y Taylor y mi felicidad había superado niveles antes desconocidos.

No había imaginado verlos tan pronto y en el instante en que lo hice no quise dejar de estar a su lado. El resultado fue sencillo: estaba pegado a ellos como un chicle. Al menos les daba espacio para ir al baño sin mi compañía.

ꟷTendrías que ponerte protector solar ꟷseñalé mirando a Theo.

El rubio giró hacia mí mientras creaba una pelota desprolija con su camiseta y asintió con la cabeza. Estaba en traje de baño y a punto de tirarse de clavado a la piscina pero mis palabras lo detuvieron.

ꟷVen, grandote.

Se acercó a mí sin discutir y Taylor me pasó la crema que se encontraba en la mesa. A veces me sentía un poco como su madre, era la encargada de cuidar de ellos tres en situaciones tan tontas como recordarles que no era sano exponerse al sol sin protección. Ellos también me cuidaban, de hecho ese año me habían cuidado más que nunca.

Coloqué un poco de crema en su espalda y le tendí el pote para que se encargara del resto de su cuerpo. Me encomendé entonces a la tarea de no dejar un solo sector sin protector solar.

ꟷ¡Theo, apúrate! ꟷChilló Tyler que estaba solo en el agua.

ꟷ¡Espérate!

Reí por lo bajo y Tay blanqueó los ojos mientras acercaba una bebida a sus labios. Él y yo estábamos sentados en la sombra, habíamos tenido suficiente sol y queríamos descansar. Además nos encontrábamos en el medio de una conversación sobre nuestros planes para el próximo cuatrimestre en el MIT.

ꟷYa estás listo ꟷanuncié cuando finalicé mi tarea de untar su espalda con crema.

ꟷGracias, pequeñita.

Depositó un beso rápido sobre mi mejilla y corrió hacia la alberca. Se tiró mientras gritaba y a Tyler no pareció hacerle mucha gracia cuando el agua impactó con fuerza contra su rostro.

ꟷSon como niños ꟷmurmuró.

ꟷNo finjas madurez, Tay-tay. Ninguno de nosotros es maduro.

ꟷNo dije que fuera maduro, solo señalé que ellos son como niños.

ꟷSon nuestros niños. ꟷReí.

Tomó mi mano entre las suyas y se la llevó a los labios para depositar un beso sobre cada uno de mis nudillos. La piel de mi cuerpo respondió al contacto, mi vello se puso de punta. Nunca me acostumbraría a esos gestos y me encantaba todo lo que me hacía sentir.

ꟷEntonces, ¿qué sillón quieres? ꟷPreguntó devolviendo la mirada a su teléfono móvil.

ꟷEl gris.

Dos por uno (RVB3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora