CAPÍTULO 22

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De nuevo lunes, otro lunes más en este horrible mundo. Menos mal que no tuve que asistir a la reunión en la casa de mi jefe, el viernes nos habían dado un trabajo muy complejo a realizar para entregarlo el lunes. Prácticamente ni dormí, por momento pensé que iba a entrar en crisis pero con el correr de las horas a medida de que iba resolviendo, las cosas se iban volviendo más claras y el optimismo se hacía presente.

Por otro lado el ir al trabajo como siempre me ponía nerviosa, pero esta vez más ya que no sabía cómo podía llegar a reaccionar mi jefe por no haber hecho caso a lo que él quería para la reunión del sábado en su casa.

Al llegar a la compañía, me dirigí como lo hacía siempre a mi oficina. Luego fui a la oficina de mi jefe a llevarle su café, pero me sorprendió no verlo ahí, de hecho no había señal de que él siquiera hubiese llegado. Me estaba por retirar cuando de repente sentí como sonaba mi celular. Y hablando o en este caso pensando en Roma...

- Hoy trabajaré en mi casa-. Dijo sin decirme hola o buen día.- así que cancela todo lo que tengo para hoy, me pasas las llamadas importantes y cuando termines la universidad te quiero aquí en mi casa-. Sin dejarme decirle nada colgó.

No sabía qué pensar respecto a que él no viniera a trabajar, que decidiera hacerlo en su casa. Ahora de verdad sentía verdadero miedo sobre lo que iba a pasar.

Me puse manos a la obra y me volví a mi oficina. Ingenua de mí el pensar que al estar en su casa el trabajo sería poco, pero fue al revés. Llamados a cada rato, en los que tenía que pensar rápidamente con qué personas William quisiera hablar y con quienes no, de todas maneras estaba enterada en que personas estaba interesado para poder pasárselos.

Tenía fe en que iba a tener unos minutos para poder revisar mi trabajo, pero estuve hasta último momento atendiendo llamados o enviando emails de varios informes que mi jefe estaba necesitando para trabajar.

Por otro lado también me tenía nerviosa el tener que exponer el trabajo que había hecho, al llegar a la universidad mis manos temblaban y sentía ganas de vomitar, el aire parecía que apenas entraba en mis pulmones y sudaba frio. Me estaba acobardando, quería esconderme por ahí y no salir jamás. Lo único positivo era que la presentación era en la primera clase de ese día.

La pasé terriblemente mal en la exposición, a medida que hablaba muchos compañeros hacían sonidos de animales gordos como vacas, cerdos, incluso ballenas. Cuando pude terminar, la clase ya terminaba. Al salir del salón, uno de mis ex compañeros de la secundaria me puso el pie para trabarme y me caí, caí sobre mi rodilla, y como había como una especie escalón en la puerta castigué con todo sobre el filo de este y pude sentir como el hueso impactaba con todo sobre el piso, así como también el ruido de la tela de mi pantalón romperse, ardor y finalmente dolor. Podría haberme quedado tirada, pero con la poca dignidad que me quedaba me levanté y con todo el dolor me marché a mi siguiente clase.

Al terminar las clases me sentía horrible, quería llorar, me dolía mucho la rodilla, y tenía un enorme corte en ella. Me sentía sumamente estresada con todo, me costaba mantenerme en pie, estaba mental y físicamente agotada.

Como pude, arranqué mi coche y me fui a la casa de mi jefe. El día se estaba haciendo sumamente largo.

Al llegar a la casa de William, me atendió sin decirme nada por el portero eléctrico del portón de entrada. Tuve que adivinar cuando él atendió, porque no dijo nada, solo escuché un pequeño ruido que me hizo darme cuenta de que había atendido. Sin dejarme decir nada, abrió la puerta y recorrí el pequeño camino empedrado hasta la enorme casa.

Al llegar a la puerta toqué y él me abrió rápido, me hizo una pequeña seña desganada para que lo siguiera. Esta vez me guió por el lado opuesto por el que anduve la otra vez, pasamos por el living, avanzamos por un no muy largo pasillo y me hizo entrar a lo que parecía ser un despacho con madera por todos lados y libros.

Mi pierna dolía mucho, cojeaba al caminar y cada vez sentía que me costaba más hacerlo e incluso el mantenerme en pie.

Me quedé de pie detrás de un enorme sillón de cuero negro de tres cuerpos que había en el amplio lugar, él se había parado detrás de su escritorio, también parado y se agarraba la cabeza. Vestía de chándal y camiseta blanca. Nunca lo había visto así de casual. Quería preguntarle porque estaba ahí, cuando iba a abrir la boca, él habló.

- ¿Por qué siempre terminas haciendo lo que a ti te parece? ¿Por qué no me obedeces?-. preguntó, se estaba controlando, sabía que en el fondo quería gritarme.

No le respondí, no sabía que decirle como siempre, de todas maneras me estaba costando pensar, no me podía concentrar debido al dolor de mi rodilla.

- RESPÓNDEME CUANDO TE HABLO-. De repente lo tenía frente a mí, gritándome.

- Hice todo lo que me pidió, señor-. Me defendí en voz baja, aunque era lo único que podía decir.

- NO, NO LO HICISTE. MÍRAME-. No podía mirarlo a la cara, sentía que en cualquier momento me desmayaba por tanta tensión acumulada en mi cuerpo.- SOFÍA, MÍRAME-. Agarró mi cabeza para que lo mirara.

- HE HECHO TODO LO QUE ME PIDIÓ, LO INVESTIGUÉ Y ORGANICÉ TODO DE ACUERDO A SUS GUSTOS PORQUE ESO FUE LO QUE ME PIDIÓ-. Tragué saliva, aunque casi ni había en mi boca, el respirar se hacía cada vez más difícil.- DE NO SER POR MI QUE REDACTE HASTA EL ACUERDO, TODAVÍA ESTARÍA PENSANDO COMO CARAJO HACER ACUERDOS CON ÉL, PERO NADA DE ESO IMPORTA ¿NO? PORQUE SE QUE ESTAS ASI PORQUE DECIDÍ NO CONTRATAR LAS PROSTITUTAS QUE ME PEDISTE. SE QUE ESTAS BUSCANDO QUE RENUNCIE, PERO HAGAS LO QUE HAGAS NO LO VOY A HACER, PUEDES IRTE AL CARAJO-. Grité y con eso descargué todo el dolor que me atormentaba en esos momentos. Lo siguiente que sentí fue un fuerte golpe en mi cara y una sensación rara en mi nariz. Llevé mi mano hasta mi nariz y sentí como la sangre salía de esta.

Como pude salí corriendo de ahí, pero casi no podía correr, todo en mí dolía, la cabeza me daba vueltas. Me desvanecía, hasta que sentí sus brazos sostenerme. Su toque me atemorizaba, me había golpeado, empecé a retorcerme en sus brazos, me sentía ida. Quise llevar mi manos a su cara y tratar de hacer algo para que me soltara, pero ya casi no tenía fuerzas y él estaba lleno de ella. Era una lucha, yo trataba de soltarme y el de agarrarme cada vez más tratando de neutralizar mis débiles ataques e intentos de liberarme.

- Por favor, basta- le pedí con un hilo de voz, pues ya no tenía más fuerzas.

Me soltó, como casi estábamos en el piso me empuóo hasta la pared más cercana para apoyarme en ella. Mi cabeza no podía mantenerla derecha sentía que se iba para todos lados. Sentía que él me hablaba pero de momentos me iba y no sabía que me decía.

Sentí sus manos en mi cara, me sentía muy cansada como para apartarlo. De repente se alejó de mí, lo sentía hablar con otra persona. Intenté pararme y aprovechar que él no me veía para irme de ahí, pero no podía, el dolor en la rodilla me vencía. Algunas lágrimas empezaron a escaparse de mis ojos, no sentía fuerzas para llevar mis manos a mi rostro e intentar detenerlas, las dejé ser.

- Tranquila ¿sí?-. vi como se acuclillo frente a mí. ¿Cómo sentirme tranquila con todo lo que había pasado? Mi cabeza estaba de costado y me vista apuntaba a ningún lugar en específico, casi ni parpadeaba. Me sentía muy perdida.- escúchame, voy a llevarte a una habitación, he llamado a un médico, esa rodilla no se ve bien.

Percibí que mis manos estaban apoyadas a ambos lados de mi cuerpo porque él las toco, quise soltarme.

- No voy a hacerte nada, lo prometo-. Dijo conciliador, aunque él quería sonar tranquilo se lo notaba asustado.

Despacio agarro mis manos y de un tirón rápido me puso de pie, para luego cargarme en sus brazos, no sé cómo podía hacerlo ya que yo era muy pesada.

Caminó conmigo en brazos, sentí como subía las escaleras para luego sentir como me posaba en una cama, me dejo sentada contra el espaldar lleno de almohadas y almohadones por unos minutos allí y luego regresó. Sentí como pasaba algo húmedo por debajo de mi nariz, luego metió algo en mi nariz, parecía ser un algodón con un poco de alcohol. Para luego posar algo sobre mis labios.

- Es agua ¿puedes agarrar el vaso con tus manos?-. asentí con mi cabeza y me tome rápidamente todo el agua que había allí y volvió a tomar el vaso para dejarlo en la mesa de noche.- descansa, cuando venga el médico te despierto.

Y aunque no quería, me dejé ir por un rato.

Se puso horrible la cosa ¿Qué pasará?... 

Destrucción (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora