CAPÍTULO 62

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Narra Sofía:

Hoy era el día. Ya hacia varios días me encontraba muy nerviosa por lo que iba a pasar el día de hoy. Para tratar de no pensar tanto en el asunto, trabajé hasta el cansancio, agradezco a Omar por no cuestionarme y seguirme. Abel seguía igual, aparecía de vez en cuando, hacía poco y nada y luego se marchaba.

Había pasado un mes desde el nacimiento de mi hermano, que por cierto se portaba muy bien, pensaba que los bebés eran más llorones, o quizás Lewis era muy calmado. En casa se respiraba mucha felicidad. Sabía que con lo que hoy iba a confesar a mis padres, quizás iba a amargar un poco aquello.

Mis padres no sabían que yo iba estar presente en aquella reunión con el psiquiatra. Yo solo le dije que los citara para charlar de algunas cosas de rutina y de esa manera me evitaba que me preguntaran cosas.

Mi estomago se encontraba revuelto hace ya varios días, solo podía permitirme tomar té de esos digestivos y comer cosas livianas. Por momentos la angustia era tal que tenía ganas de echarme atrás y dejar que aquel secreto me siguiera carcomiendo la vida. Cuando estaba así, sin importar en qué momento del día fuera, llamaba a mi psiquiatra barra psicólogo y me calmaba, él sabía que tenía algo fuerte que decir y no iba a dejar bajo ninguna circunstancia que me arrepienta.

Me encontraba andando con mi silla hasta la sala donde me esperaban. Ese día no iba a hacer mi rehabilitación. Me era difícil hacer andar mi silla, pues mis manos sudaban muchísimo y respirar se me hacía pesado. El pánico se estaba apoderando de mí. Llegué unos 10 minutos después de la llegada de mis padres. No solamente estaban mis padres, también me había parecido necesario que John esté allí. Sus palabras en año nuevo fueron el impulso que yo necesitaba para llegar a estas instancias.

Al tocar la puerta, el señor Kowalcyzk me abrió la puerta y pasé sin mediar ninguna palabra. Al verme entrar, mis padres y John pusieron cara de sorpresa, ya que se suponía que yo no debería estar allí. Me ubiqué algo lejos de ellos y traté de no estar frente a frente a ellos. Lo miré a mi doctor, para que me ayudara a hablar.

- Se que los cite para una reunión privada, pero en realidad Sofía me lo pidió así. Tengo entendido que ella quiere decirles algo-. Dijo él con mucha calma, lo cual agradecía, aunque no tuviera ningún efecto en mí.

- Mmm yo... en realidad no se bien por dónde empezar-. Dejé escapar mucho aire. Mientras mantenía la cabeza baja mirando mis rodillas y pasando las manos por mis pantalones una y otra vez. - desde hace ya varios años, me he dado cuenta de que mi peso le preocupa a mucha gente, gente conocida y no. Comenzó a ser un problema cuando la gente empezó a hacer bromas sobre mi cuerpo, tenía diez años cuando alguien que yo consideraba importante para mí, lanzó un comentario que me dolió. Ese fue el comienzo. Luego empecé a ir a aquella escuela de gente de bien-. Dije con ironía aquello último. – allí las burlas, los comentarios eran moneda corriente, la gran mayoría de mis compañeros se reían constantemente de mi, llegaron al punto de pegarme o hacerme bromas. Con el tiempo, todo se había convertido en un verdadero calvario-. Empezaron a caer algunas lágrimas de mis ojos. – ir a la escuela era un sobrevivir día a día. Los profesores sabían y nunca hacían nada-. dejé escapar un sollozo. - un día...-. Se me hizo un nudo en la garganta. - un día cuando tenía dieciséis, después de una clase de educación física, mis compañeras me revolcaron en el barro de la cancha. Yo no solía ducharme en el vestuario luego de esas clases, siempre lo hacía en casa, pero ese día no me quedó otra. Traté de hacerlo rápido antes de que otras chicas se sumaran, pero entraron mientras yo estaba desnuda, bajo la regadera-. Me limpié la nariz con la manga de mi sweater. - eran varias chicas y también había compañeros, me tomaron entre varios y me encerraron en la habitación donde se guardaba todo el material de gimnasia. Me amordazaron y ataron mis manos. Tenía mucho frío porque era invierno. Intenté hacer mucho ruido para que alguien me abriera, pero no lo hizo nadie. Con el correr de las horas, alguien abrió. Para mi mala suerte, eran los mismos que me encerraron allí. Eran muchos. Chicas y chicos. Incluso recuerdo que había chicos que ya habían terminado la escuela y se suponía que estaban en la universidad-. Solté un fuerte sollozo. - me arrastraron hasta el vestuario otra vez. Me ataron con unas esposas a los caños de las duchas. Yo lloraba, pero todos los demás se reían y grababan con sus teléfonos. Algunos de ellos comenzaron a pellizcarme muy fuerte por todo mi cuerpo hasta el punto de hacerme gritar de dolor, especialmente cuando lo hacían en los pechos. Decían...- el nudo en la garganta y el llanto no me dejaban hablar. - decían que disfrutara...-. sentía que mis pulmones iban a colapsar por el llanto. - que nunca nadie más iba a tocarme, no sin sentir asco, porque era una gorda de mierda y horrible-. en ese momento mi corazón iba a mil, lo sentía chocar contra mis costillas. – empezaron a sacar unas cosas de sus mochilas, distinguí que eran unos juguetes sexuales muy grandes. Entre dos de ellos me hicieron abrir las piernas y metieron uno de ellos dentro de mí. Gritaba del dolor, pero ellos me pusieron una mordaza en la boca... Decían que les tenía que agradecer por quitarme la virginidad porque sin ellos iba a llegar virgen hasta el día de mi muerte, me decían también que lo hicieron con juguetes porque yo no los excitaba y de ahí algunos de ellos se bajaron los pantalones para mostrarme que no los excitaba. El dolor era mucho, seguían pellizcando mi cuerpo... En un momento me soltaron, pero era incapaz de sostenerme en pie. Vi como... vi como la sangre corría entre mis piernas y luego de eso me desplomé, caí en el suelo. Sentí un tirón fuerte en mi cabello, me dijeron que ni se me ocurra denunciar a nadie, que, si lo hacía iban a destruirme, que yo no era nada en comparación con ellos. Luego se fueron.

Para de relatar, necesitaba un respiro. Mis manos temblaban. Reparé en varios sollozos. Levanté un poco la cabeza y miré hacia el costado donde mis padres y John estaban. Mamá lloraba en los brazos de mi padre, él también lo hacía. John con lágrimas en los ojos trataba de contenerlos a ambos.

- Al otro día circulaban fotos de esa noche. Se burlaban y decían que era una gorda picara que le gustaba meterse cosas grandes en el cuerpo. Se pasaban los videos... Fue un infierno hasta que los profesores se dieron cuenta. Al darse cuenta de que lo sucedido fue dentro de la escuela, me dijeron que todo lo que pasó no podía salir de allí, me preguntaron si le había dicho lo sucedido a alguien y les dije que no. Me callaron, me convencieron de que si hacía una denuncia tenía todas la de perder. Me compensaron con la beca para estudiar en Oxford. Tuve que convivir con mis violadores el año y medio que me quedaba de escuela-. volví a llorar hasta que sentí que alguien me agarraba la mano.

- ¿Por qué nunca me dijiste hija? -. me dijo mamá limpiándome la cara, a pesar de que ella también lloraba mucho.

- Porque ellos tenían razón, tenía miedo de las consecuencias. Es gente de mucho poder-. Me justifiqué.

- ¿Cómo no me di cuenta? -. se empezó a culpar. - me siento tan mala madre.

- Fue esa vez que te fuiste un par de días a hacer unos cursos yo te había convencido de que iba a estar bien estando sola unos días. Me gustaba estar sola. No fue tu culpa-. le recordé.

- Aun así...- dijo ella.

- Las cosas se calmaron un poco al entrar a la universidad. - continué con mi relato, aún tenía cosas que decir. - lástima que en algunas clases me encontraba con gente que estuvo esa noche y se burlaban de mí. La cosa es que desde ese entonces no tolero que nadie me toque, ni que estén muy cerca mío. Todo iba relativamente bien hasta que me asignaron el lugar de mis pasantías. William Worrington fue el primer hombre que me insultó por mi peso, según él, yo daba vergüenza, recuerdo que le dijo a su hermano que se tenía que alejar de mi porque se vería muy mal que anduviera con la niña gorda y fea para todos lados. Cuando lo volví a ver, sentí otra vez ese rechazo. No le gustó para nada mi presencia ahí. Me lo hizo saber todo el tiempo. El maltrato, la humillación que sufrí trabajando para él, fue la misma que sentí estando en la escuela. Ese año trabajando en WTC fue como volver a vivir en ese infierno. Él es un hombre que no está bien de la cabeza, paso de maltratarme a acosarme. El supuesto golpe en la cabeza por un intento de asalto fue una mentira que el invento después de golpearme. El golpe que casi me mata porque supuestamente me resbalé en la oficina también fue una mentira, él intentó abusar de mi porque supuestamente sentía cosas por mí. Cuando intenté matarme-. Sollocé. - él me dijo que me llevaba a Mónaco porque de alguna manera quería reparar todo el daño que me había hecho, que me quería. Él sabía que yo no quería saber nada con él, era consciente de eso. Se había vuelto amoroso conmigo-. Traté de sonreír. - Aquella noche, me vestí como él pidió, dejó joyas para que me pusiera. Al llegar al hotel escuché la conversación que estaba teniendo con sus amigos sobre mí, se burlaban de mí de la peor manera y él que supuestamente me amaba no decía nada, solo sumaba más burlas. Me vio llorar y no hizo nada, sabía que yo le daba mucha vergüenza. Me marché de allí. Me sentía como aquella noche, no quería sufrir más, era mucho dolor... me destruyó-. Dije y lloré. - perdón por tomar aquella decisión, pero no podía más, sentía tanta vergüenza de todo. Lo que pasó con William fue...fue como echarle un chorro de agua a un vaso de agua que estaba lleno. No sé si algún día voy a ser capaz de juntar todas las piezas ante semejante destrucción. Él terminó por destruirme.

Y con aquellas palabras, terminé de relatar lo que pude mi historia. El alivio que sentí fue tal que todo se volvió oscuro y encontré paz.

NOTA: Capítulo muy fuerte. Al fin sabemos qué pasó.  ¿Qué pasará en la historia de ahora en adelante?

Destrucción (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora