CAPÍTULO 23

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Sentí que no había dormido casi nada cuando alguien estaba sacudiendo mi hombro para despertarme. Me costó acomodarme en la cama que estaba, el tratar de sentarme en ella hizo que mi rodilla doliera.

- Toma, te he traído un pantalón, el tuyo está roto y con sangre-. Se sentó él también en la cama.- he limpiado un poco la herida, no se ve muy bien ¿Cómo te lo hiciste?-. preguntó.

- Me caí al salir de la universidad, pensé que no era para tanto-. Mentí, mejor era responderle algo y cordial antes de que se enojara otra vez.

- ¿Te duele?-. asentí.- ya viene un amigo que es médico así te revisa, se ve que necesitas algunos puntos de sutura, cámbiate antes de que el venga, es un pantalón corto así se le hace más fácil trabajar-. Se paró y se dirigió a la puerta.- Sofía-. Dijo antes de retirarse, lo miré. -si mi amigo pregunta que sucedió, vamos a decir que alguien quiso asaltarte ¿bien?

- Bien-. Afirmé. Y él salió de la habitación.

Como pude me puse de pie, agarré el pantalón y casi que me arrastré hacia el baño. El baño era grande y podía moverme tranquila en él, me saqué el pantalón mientras con una mano me apoyaba de donde se colgaba una toalla, para luego ponerme el que me había dado él, que consistía en un pantalón de esos anchos que usan los basquetbolistas. Me senté en el inodoro y con la luz fuerte de la habitación pude ver la herida, se veía horrible, era una herida muy abierta y los alrededores de color púrpura.

Me dispuse a volver a la cama, pero me detuve frente al espejo que había sobre el lavamanos. Mis ojos se veían rojos, llorosos. Mi pelo era un desastre, gran cantidad de el estaba por fuera de la improvisada cola de cabello que me había hecho ese día. Todavía tenía en la nariz el pedazo de algodón y se veía algo de sangre seca. Un costado de mi cara estaba muy rojo, era el lado donde él me había pegado, un moretón comenzaba a formarse por debajo de mi ojo. El resto de mi piel se veía extremadamente blanca, sin vida. Lavé un poco mi cara, y la sequé con cuidado, dolía, pero no tanto como la rodilla. Ordené como pude mi pelo y salí del baño para volver a la cama.

La habitación y todo lo que había en ella tenía ese mismo aire familiar que tenía todo lo que había visto de la casa hasta el momento. La luz tenue que estaba encendida hacia que el lugar se viera cálido y acogedor.

¡Mi madre! Ya era bien entrada de noche, no tenía idea de que hora era, estaba muy segura de que mamá estaría muy preocupada por mí. Volví al baño a buscar el pantalón que me había sacado para buscar mi móvil y llamarla. El trayecto fue una pérdida de tiempo porque no estaba en los bolsillos, me decidí a bajar para buscarlo. No recordaba si lo había dejado en el coche o en la lucha se me había caído en algún lado.

Justo cuando estaba por abrir la puerta de la habitación, siento que alguien toca, ya que estaba ahí, abrí la puerta.

- Deberías estar en la cama-. Me retó él, detrás de él venía un tipo de más o menos su edad, vestido de manera informal y un maletín en su mano.- él es Oleg, el médico que te dije-. Agregó serio, detrás de su amigo y médico me saludo con la mano en alto y una sonrisa sin mostrar los dientes.

- Hola-. Dije tímidamente.

- Bien, él te va a revisar mientras yo te traigo algo para que comas.- se dio la vuelta para irse y Oleg entró a la habitación.

- Señor-. Lo detuve antes de que se fuera muy lejos, el se dio la vuelta y me dirigió una mirada como para que hablara.- ¿podría buscar mi teléfono? Creo que está en mi coche, esta sin seguro-. Agregué y el asintió.

Caminé hasta la cama, y me senté en ella. El doctor había ubicado una silla enfrente y me esperaba ahí sentado. Se veía amable, pero viniendo de William realmente dudaba de la calidad de persona que era ya que él era una mierda y tenía la sensación de que con las personas que se codeaba también debían ser una mierda igual que él.

Destrucción (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora