CAPÍTULO 24

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Narra Sofía:

Mi celular como nunca estaba lleno de llamadas perdidas y mensajes sin leer, todos de mi madre. Justo cuando estaba por marcarle, entra una nueva llamada de ella.

- Hola-. Dije tranquila, para que no se alarmara y se pusiera loca.

- ¡Hija! ¿Dónde estás? Decime por favor que estas bien, que no te paso nada. ¿Por qué no atendías mis llamados o contestabas mis mensajes? Tú nunca haces esto, estoy tan preocupada ¿te has dado cuenta de lo tarde que es?-. Y de hecho, se la escuchaba muy desesperada.

- Tranquila mamá- tomé un poco de agua.- he tenido un problema-. Suspiré, ahora me tocaba mentir.- al salir de la universidad tenía una pequeña reunión con el señor Worrington, pero alguien quiso robarme y me hirió...

- ¡HIJA! ¿ESTAS BIEN? ¿DONDE ESTAS? VOY A BUSCARTE...-. Me cortó mi explicación, pero antes de que desesperara más, seguí con mi explicación sobre algo que en realidad no había pasado.

- Pensé que no me había hecho nada grave, pero me ha hecho daño en la rodilla y un golpe en la cara.

- Pero, ¿Dónde estás y porque no me habías avisado antes?

- Resulta que al llegar a la casa de mi jefe, empecé a sentir mucho dolor y fue ahí que me di cuenta de la gravedad de las heridas y el señor Worrington llamó a un médico para que me revise y bueno, me han dado unos cuantos puntos en la rodilla pero descarta que la tenga rota.

- Ya dime la dirección de la casa de ese tipo así voy y te busco-. Escuché cómo caminaba juntando cosas, que quizás eran las llaves de su coche.

- No es necesario mamá, el señor Worrington me dijo que me quedara, ya que es tarde-. Esperé que eso lograra calmarla.

- No me gusta nada que estés en la casa de ese señor, hija-. Genial, no necesitaba que ella me dijera lo peligroso que era William.

- Ha sido gentil, ahora mismo estoy comiendo el sándwich que me ha hecho-. A ver sin con eso la convencía.

- Bueno.- suspiró-. Supongo que está bien, pero si te sientes mal en la noche llama por favor, ten cuidado ¿sí?.

- Si mamá, hasta mañana-. Mejor no agregar más nada.

- Hasta mañana, descansa-. Dijo pero aun así no la escuchaba muy convencida.

Al cortar la llamada, terminé el sándwich, estaba un poco carente de sabor pero se dejaba comer al menos. Se ve que lo había hecho él, no había cocineros en esa casa.

Me sentía tan cansada que como pude me marché al baño hice mis necesidades y lavé un poco mis dientes con el dedo índice y pasta dental. Traté de no verme al espejo pero me fue imposible, ya que el espejo de aquel baño era enorme. El moretón estaba cada vez más oscuro, de solo pensar que tenía que salir a hacer mis cosas con la cara así me daba ganas de meterme en una cueva y no salir de ella en al menos dos semanas. Calculaba que aquel golpe iba a permanecer en mi piel por bastante tiempo.

Al salir de ahí deje la bandeja de la comida en una mesa ratona que había en el lugar, despejé mis pies de las medias que llevaba, retiré el abrigo que llevaba puesto y el sujetador para quedar solo con una remera sin mangas y suelta. Seguidamente retiré el pantalón, apagué la luz y me metí en la cama. Pensé que me iba a costar dormirme al estar un lugar desconocido para mí y además, con una persona a la que consideraba peligrosa, pero rápidamente me deje llevar.

Me desperté porque sentí que alguien me estaba mirando, también había una leve claridad que entraba por la ventana. Sobé un poco mis ojos e hice una mueca de dolor, no me acordé de que tenía una parte de la cara herida. Era William que estaba parado ahí, vestía de ropa deportiva y se veía transpirado. Se ve que había estado haciendo algo de deporte.

Destrucción (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora