CAPÍTULO 15

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Al llegar a mi casa, me di cuenta de que mi madre no estaba. Me parecía raro que ella saliera y no me avisara antes.

Me metí en mi habitación y me puse a jugar videojuegos, con algo tenía que sacar la furia que sentía. Sabía que no tenía que ir a esa cena, me sentí muy incómoda y con la charla de mi padre no me ayudaba en nada, no necesitaba a nadie más que me animara a renunciar pero era evidente que por mucho que lo quisiera yo u otras personas, no podía. Pausé un poco el videojuego que estaba jugando para dejar escapar algunas lágrimas. Toda la situación cada vez me superaba mas, me sentía sumamente estresada, hacia ya varios días en los que no dormía bien.

Supongo que en algún momento de la noche me dormí, pero un ruido me despertó, todavía era de noche. Me asusté, inmediatamente pensé que se trataban de ladrones que había entrado a la casa. Traté de buscar mi celular para llamar a la policía, pero me acordé que lo había dejado abajo. Busqué, sin hacer ningún tipo de ruido o al menos eso fue lo que intenté, algo contundente, que me sirviera de arma o algo para el estilo. De repente me acordé que en algún lugar guardaba un palo de hockey, había intentado ese deporte pero sutilmente la profesora comento que era demasiado gorda para jugar a eso, así que solo fui una clase.

Sin hacer ruido salí de mi habitación y muy despacio caminé hasta la escalera, ya que los ruidos venían de la planta baja. Avancé lentamente, bajando escalón por escalón, al llegar al último escuché con atención de donde venían los sonidos de ¿risas?, que venian claramente de la cocina. Me desplaceé hasta esa habitación y solté el palo al sorprenderme y ver que la risas provenían de mi madre y un hombre. Pensé que ella dormía.

Ella estaba sentada sobre la mesada con las piernas abiertas, y el hombre la tenia abrazaba mientras se decían cosas al oído. Se soltaron cuando escucharon el ruido del palo caer. Prendí la luz. No dije nada, pero me sorprendió que mamá llevara un hombre a casa. Ella y él me miraban incómodos por la situación, por lo cual decidí romper el silencio.

- Gracias a Dios que eres tu mamá, pensé que habían entrado a robar.- llevé una mano a mi corazón, mostrando el alivio que sentí al saber que era ella.

- Lo siento hija-. Se lamentó pero al final le salió una pequeña risita, creo que ha bebido de mas.- ve a dormir, yo ya termino aquí-. Y señalo al hombre que estaba con ella.

- Está bien, buenas noches.- miré a mi madre y a su invitado.

- Buenas noches-. Dijeron los dos al mismo tiempo.

Me agaché a levantar el palo que había tirado y me largué a mi habitación. Eran cerca de las 3 de la mañana, me acosté con el anhelo de poder dormirme. No podía dejar en pensar en mi padre y el hombre que había llevado mamá a casa. Quizás lo llevó a manera de despecho o quién sabe. Me sorprendió, ya que era la primera vez que ella llevaba un muchacho, en este caso un señor con todas las letras a casa. Nunca supe si ella ha tenido otras relaciones, pero nunca ha traído a nadie. Sin embargo me alegraba, no soy de fijarme mucho en el sexo masculino pero el hombre en cuestión era sumamente atractivo, con sus canas daba la sensación de ser algo mayor que ella. Solo esperaba lo mejor para ella, se lo merecía. Me dormí con la esperanza de que quizás mi madre por fin se olvidara de mi padre.

Mi madre al otro día no se levantó hasta que sintió el olor del almuerzo que había preparado. Durante el mismo, miraba hacia abajo sin mirarme, ni hablarme, hasta que al terminar aclaró su garganta.

- Lo lamento-. Por fin dijo aunque sin mirarme.

- ¿Qué lamentas?-. le pregunté.

- Todo. Venir bebida, traer a un hombre a esta casa sabiendo que estas tu, por interrumpir tu sueño, asustarte y...- la interrumpí.

Destrucción (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora