CAPÍTULO 20

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Con la grúa también vino mi padre. Sabía bien que el poco tiempo que mi padre pasaba en Londres, lo pasaba en el taller de su amigo o entre las piernas de alguna novia.

- Supongo que a alguien no le gusta rojito-. Dijo el amigo de mi padre mientras empezaba a preparar todo para poder trasladar a mi coche.

- Debe ser porque no encaja con tanto coche caro-.bromeé, es que no me quedaba otra que bromear.

Mi padre me miró como si quisiera empezar una charla conmigo, pero sin embargo me puse a ayudar a Liam que así se llamaba el amigo de mi padre. No quería hablar con él. A veces me preguntaba a mi misma porque seguía teniendo una relación con él, ya que era casi inexistente. Y muchas veces noté que él tampoco se sentía cómodo con la relación que llevábamos. Mi pronóstico era que con el correr de los años, el poco contacto que tenía con él se iba a diluir y para ambos iba a resultar un alivio.

El trabajo estuvo hecho en muy poquito tiempo. Por lo que pronto no encontrábamos de camino a su taller. Mi padre no tuvo oportunidad ni de decirme hola, ya que me pase el viaje charlando con Liam sobre la liga inglesa de fútbol y lo bien que le estaba yendo a su querido Liverpool, mientras que el se reía de lo mal que le estaba yendo al Chelsea, que era el equipo que yo apoyaba.

Al llegar al taller, Liam evaluó los daños y no eran muy buenas noticias había que cambiar todos los neumáticos y eso me iba a costar una buena cantidad de dinero, si bien tenía esa cantidad, eran ahorros y no quería gastarlos de momento.

Estaba por irme a buscar alguna parada del metro para poder irme a casa, pero mi padre me dijo que no era necesario, que él me llevaba.

Los primeros minutos de viaje fueron en completo silencio. Hasta que el decidió hablar.

- No te hagas problema por las ruedas, yo las pagaré-. Habló sin quitar la mirada hacia el frente. Yo no le comenté nada, me daba lo mismo.- habla conmigo-. Dijo y de repente se pareció mucho a William-. Seguí sin decir nada.- se que estas molesta, parece que siempre la cago contigo. A veces no sé cómo tratar contigo-. A lo último lo dijo como con vergüenza.

- Yo tampoco-. Admití con voz baja.- eres como un extraño para mí-. Ambos mirábamos hacia el frente, pero de reojo pude ver como lo último le dolió y miró por unos segundos hacia abajo.

- Me conocerías mas si pasaras más tiempo conmigo y no con tu madre.- dijo algo enojado.

- No metas a mamá en esto, ella no tiene la culpa-. La defendí, porque era cierto, ella muchas veces me animaba a reunirme con mi padre o pasar más tiempo con él, pero yo ya era grande y decidía que no quería.- antes de culparla a ella, deberías fijarte que haces tú para que no quiera pasar tiempo contigo-. Rematé.

- ¿Qué se supone que hago?-. preguntó frustrado.

- Desde hace años que no hay tiempo para nosotros dos, y no lo digo por tu trabajo que se que es muy exigente y que requiere mucho de tu tiempo...siempre hay una tercera persona entre nosotros-. A medida que hablaba se me hacía un nudo en la garganta.

- Sofía, somos padre e hija, no un pareja.- me dijo con burla.

- ¿Te das cuenta porque no quiero pasar tiempo contigo?-. se me escaparon algunas lágrimas. De repente sentí como él estacionaba el coche frente a un pequeño parque en el que no había nadie.

- Ey no quería hacerte llorar-. dijo llevando una de sus manos a mi cara, con la intención de limpiar mis lágrimas, pero antes de que lo hiciera la detuve.

- No me toques.- le dije y me limpie yo sola las lágrimas y salí de su auto. El no hizo ni un solo intento de que volviera a su coche.

Seguí mi camino hasta encontrar una estación de metro, por suerte no estaba muy lejos de casa. Pero el metro al ser hora de que todo el mundo volvía a casa, estaba atestado. Menos mal que un abrir y cerrar de ojos ya me encontraba en la estación que me dejaba cerca de casa.

Destrucción (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora