A mi madre no le gustaba nada mi repentino acercamiento con Abel, y si tenía que ser honesta, a mi mucho tampoco. Casi todos los días me invitaba a su casa a jugar videojuegos, no iba a negar que la pasábamos bien, pero aquella actitud no terminaba de cuadrarme. Hasta Thomas se vio sorprendido por las actitudes que Abel estaba teniendo últimamente. De todas maneras, lo positivo de aquello era que hacía que en lo laboral fuera todo muy bien, con una armonía y equilibrio que me resultaban hasta placenteros. También me servía un poco para huir de casa, ya que las expectativas por el nacimiento de mi hermano o hermana estaban muy altas, aquella ansiedad que sentía en el aire no me hacía del todo bien por lo que pasar un par de horas en la casa de Abel me era cómodo. Trataba de no pensar mucho al respecto y me era fácil porque mi cabeza estaba en otra cosa.
Aquella mañana el señor Arafat me había solicitado una reunión, supongo que quería saber como iba todo de momento, aunque me imaginaba que Omar le iba contando de nuestros avances. Fue él mismo quien me fue a buscar a mi oficina para llevarme a la suya. Había ido allí solo una vez.
- Usted dirá sobre que quiere saber-. Lo invité.
- En realidad, quería agradecerte-. Ahora sí que no entendía nada. - he observado la relación que mantienes con mi hijo y eso ha contribuido a un cambio muy positivo para él. Siempre me ha dado dolores de cabeza, desde niño, pero a medida que ha ido creciendo hay problemas gordos, ¿sabes? No hay nada que me gustara más que poder dejarle todo esto a él el día de mañana y en estos últimos meses, con tu ayuda ha cambiado para mejor. Gracias.
- Yo no...
- Lo he visto pasar mucho tiempo contigo y eso me ha sorprendido, no sé bien que has hecho, pero, de todas maneras, gracias-. Me interrumpió. - Solamente quería decirte eso.
- Bien, entonces si me disculpa me gustaría seguir con el trabajo-. Con su mano me indicó que ya podía retirarme.
Me detuve brevemente en la puerta, pensando en todo lo que me había dicho el señor Arafat. Negué con la cabeza ante el rumbo de mis pensamientos.
Los días transcurrieron y la presencia de Abel en la oficina era cada vez más escasa. Ya ni me hablaba ni me decía chistes. Tampoco jugábamos videojuegos después del trabajo. Y las veces que iba a trabajar lo hacía tarde y con resaca. Aquello ocasionaba que Omar se pusiera de mal humor y que el buen clima de trabajo que habíamos logrado construir entre todos se fuera a la mierda.
En una de las tardes, que era más noche que tarde, ni bien Abel se marchó de la oficina. Omar se acercó hasta una mesa de tragos y de tomó de un solo trago lo que parecía ser whisky. Lo vi a punto de explotar durante toda la tarde, estaba que si podía le pegaba a un buen golpe a Abel, pero se contuvo. No tenía idea que él tomaba, pensé que al ser musulmán no lo hacía. Lo vi sentarse en su silla y agarrarse la cabeza con las manos, resoplar. Sentí que aquel momento era ideal para retirarme. Podía llamar a mi madre o John para que me buscaran. No quería tener nada que ver con lo que estaba pasando.
- No te vayas-. Lo escuché decir y frené mi avance.
- ¿Quieres que llame a alguien o...?
- No, está bien-. Se sirvió otro vaso de la bebida ambarina y pude ver el ardor que esta provocó en su cuerpo por su rostro.
- Deberías dejar de beber, debes ir a tu casa.
- Déjame disfrutar algo. ¿Sabes? Desde que tengo uso de razón hago todo lo mejor posible, soy un tipo serio, siempre lo he sido, PERO NO SIRVE DE NADA-. Gritó e hizo estallar el vaso contra el suelo, saltando vidrios por todos lados. Aquello me asustó. - estoy tan cansado de todo-. Dijo conteniendo las ganas de llorar.
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Destrucción (en edición)
RomansaSINOPSIS: La joven introvertida y tímida Sofía Zafra se enfrenta a sus pasantías universitarias, pero lo que no sabe es que se va a enfrentar a el hombre que comenzó a destruirla desde que tenía diez años y que no parara hasta destruida por completo...