Los días continuaron transcurriendo. Sofía no despertaba y William continuaba su vida, acostumbrándose a sus hijos. William pensó que el tema de la paternidad lo haría sumamente feliz, pero en todo momento se le venía a la cabeza Sofía. Las noches pasaban para él sin poder dormir, las ojeras y el cansancio se hacían cada vez más evidentes en su rostro.
La situación continuó así hasta que un día, su amigo Oleg lo visitó en la oficina y lo encontró desmayado en el suelo. Chequeó sus signos vitales y lo encontró bien. Pero también se dio cuenta de que había perdido peso, su piel lucía pálida y unas enormes ojeras adornaban su rostro. Lo despertó de su ensoñación con un pedacito de algodón embebido en alcohol.
Cuando por fin despertó, lo acompañó hasta la habitación que tenía allí mismo en la oficina.
- Te ves como la mierda-. le dijo con absoluta sinceridad. Mientras lo terminaba de acomodar en la cama.
- No me siento bien-. Finalmente admitió. - no sé cómo... no sé cómo sobrellevar todo lo que ha pasado. Intento mantenerme ocupado todo el tiempo para no pensar, pero por las noches... no puedo dormir.
- Escucha, puedo hablar con la mejor psicóloga de la ciudad y agendarte una cita. Mientras tanto podría recetarte alguna píldora para dormir. Pero William, debes prometerme que no abusaras de ellas. Hazlo por tus hijos-. se mostró suplicante.
- Haré cualquier cosa que me digas.
El mismo Oleg acompañó a William a la consulta con la doctora Marion Bouchet, una eminencia en la psicología. Lo llevó específicamente porque viendo el estado en el que se encontraba, podría fácilmente dormirse al volante. En eso momento, Oleg, pensó, en porque William a pesar de su riqueza y estatus nunca tuvo choferes o gente que trabajara en su casa. Agradecía que ahora con el tema de sus hijos, había sumado un par de personas a su hogar para que lo ayudaran, especialmente cuando él no estaba.
Narra William:
Repiqueteaba mi pie constantemente sobre el piso de la sala de espera, esperando que la psicóloga me atendiera, estaba nervioso ¿por dónde tendría que empezar a hablar? El lugar no se parecía en nada a un consultorio médico, no había olor a desinfectantes y esas cosas. Estaba todo muy bien decorado y podía reconocer una agradable fragancia a limón en el ambiente. Era un lugar bello. Me sentía bien allí.
Me paré de golpe cuando escuché mi nombre. Una señora bajita de pelo canoso y regordeta me esperaba al lado de la puerta.
Me invitó a pasar y sentarme en uno de los sillones que había en el lugar. Ella hizo lo mismo en otro, para permanecer en silencio por largos segundos mientras yo me dedicaba a mirar todos los detalles del lugar.
- Su amigo Oleg ha insistido en que quería hablar conmigo ¿Qué le está sucediendo? -. preguntó al fin la doctora.
- Mmm en realidad no sé por dónde empezar-. Confesé. Había tanto por decir. - me siento culpable de algo que sucedió-. Dije en voz baja.
- ¿Qué fue lo que sucedió?
- Una persona intento quitarse la vida porque yo dije cosas muy feas sobre ella con otra gente.
- Háblame de ella.
- Ella comenzó a trabajar para mi compañía hace un año como pasante, justo necesitaba una secretaria así que cayó en ese puesto, ni bien la vi no me gustó nada de ella.
- ¿Qué es lo que no te gustó?
- Su aspecto físico... y de quien era hija.
No recuerdo exactamente cuánto tiempo estuve allí hablando sobre Sofía y nuestra convivencia. Terminé confesándole a la psicóloga que ella había intentado quitarse la vida y que no sabía cómo estaba su salud en ese momento.
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Destrucción (en edición)
RomanceSINOPSIS: La joven introvertida y tímida Sofía Zafra se enfrenta a sus pasantías universitarias, pero lo que no sabe es que se va a enfrentar a el hombre que comenzó a destruirla desde que tenía diez años y que no parara hasta destruida por completo...