CAPÍTULO 8

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Al llegar a mi casa, subí al baño, si bien no era una persona de mirarme al espejo, pero necesitaba confirmar mis sospechas: los dedos de mi jefe habían quedado marcados en la piel de mi mentón y parte de mis mejillas. Rápidamente baje a la cocina y en una toalla puse unos hielos para ponerlos en la zona afectada, esperaba que tal plan funcionase, sino me iba a ver obligada al plan b que consistía en aplicar un poco de maquillaje. Tenía un par de horas antes de que mi madre volviera del trabajo.

Mi plan inicial funcionó a medias, así que tuve que aplicar un poco de base, lo cual fue un poco caótico porque nunca había utilizado, pero si había visto a mi madre incontables veces como se debía aplicar.

- Veo que has decidido aplicar un poco de maquillaje en tu cara hoy, ¿a qué se debe? ¿algún chico guapo en el trabajo o en la universidad?-. preguntó mi madre mientras me hacia caritas coquetas durante la hora de la cena.

- No, ningún chico-. Afirmé, si ella supiera que nunca en mi vida iba a ver un chico.- me pusé un poco porque creo que es necesario para el lugar en el que trabajo, todo es demasiado formal ahí-. Hice una mueca.

- ¿Te sientes cómoda trabajando para los Worrington?-. se puso seria.- ¿William te trata bien?-. suspiró, no entendía porque desde que mencioné mi lugar de trabajo pareciera que a ella le incomodara igual e incluso más que yo.

- Hasta el momento toda va bien-. Dejé el tenedor sobre el plato, tenía que concentrarme en sonar lo más convincente posible-. William me trata bien-. Me dio como escalofríos pronunciar su nombre.- es serio pero me trata bien-. Aclaré.

- Sabes, si en algún momento curre algo con él debes decírmelo-. Sonó preocupada ¿sabrá ella que es un tipo violento?

- ¿Hay algo por lo cual deba preocuparme?-. jugué con unos granos de arroz, tenía que verme relajada.

- Eh... no... yo solo digo... sabes que él no tiene buena fama con las mujeres.- ahora lucía nerviosa, como si mi pregunta la hubiera descolocado. Ella sabe algo pero no quiere decírmelo.

- Lo sé-. Admití-. Tranquila, no pasa nada-. Le dediqué una pequeña sonrisa.

Todo el estrés que había acumulado en ese par de días, hicieron que descansara lo suficiente el fin de semana, un fin de semana que dediqué a jugar videojuegos y estudiar para un examen.

Llegó el lunes y el estrés volvió a mi cuerpo, de solo pensar que me tenía que volver a exponer frente a mi jefe, me hacía temblar y que mi corazón latiera a mucha velocidad. Un ataque de pánico más.

Como pude llegué a la empresa, lo primero que hice al llegar a la oficina fue abrir las ventanas para que entrara mucho aire aunque afuera lloviznara y el frio empezaba hacerse presente aunque recién comenzara el otoño. Tomé un vaso de agua y empecé a preparar un té de tila para ver si podía calmarme un momento. Inhale una buena cantidad de aire y exhale un par de veces, debía llamar a mi jefe a su oficina para informarle su agenda del día.

- Worrington-. Exclamó con la misma seriedad de siempre.

- Soy la señorita Zafra, lo llamo para informar los pendientes que tiene para el día de hoy-. Tomé una pausa esperando que el comentara algo pero no lo hizo, por lo tanto detallé lo que debía hacer.

- Bien, tráigame un café-. Colgó.

Fui directo al escritorio de Karen para preguntarle cómo le gustaba el café al señor, pero de nuevo no estaba.

Pensé en cómo podía llegar a gustarle el café, supongo que debía ser como su personalidad, amargo y violento. En el piso había una pequeña cocina y había todo lo necesario para preparar diferentes infusiones, así que opté por hacer un café bien cargado y sin azúcar, de todos modos en una bandeja puse una azucarera con terrones de azúcar y un pequeño recipiente de leche. No me creía capaz de llevar una bandeja, no porque no supiera, sino porque tenía miedo de que lo que le llevara no le gustara y quiera golpearme otra vez.

Toqué la puerta de su oficina hasta que escuche un adelante, como pude abrí la puerta y la cerré para ir lentamente hasta su escritorio para apoyar lo que llevaba. Él se encontraba leyendo cosas en su ordenador, llevaba puestas unas gafas, pero aun así se veía que estaba forzando demasiado su vista.

- ¿necesita algo más?- pregunté por educación, ya que el no decía nada.

- Necesito que llame a recursos humanos y diga que el informe que han mandado es una mierda imposible de leer-. Se saco sus gafas y se refregó los ojos mientras los cerraba fuertemente, o el tenia problemas de visión o el realidad en informe era imposible de ver.

- ¿Quiere algún analgésico?-. pregunte, era evidente que le dolía la cabeza.

- Si-. Metió su mano en el bolsillo interno de su americana y saco unos billetes.-la farmacia más cercana está a unos 5 minutos a pie de aquí-. Me extendió los billetes y yo dudosa me acerqué a tomarlos.

- Bien, en un rato regreso-. Metí los billetes en un bolsillo trasero de mis pantalones y salí de la oficina.

En mi espacio de trabajo primero llamé al departamento de recursos humanos rogando que alguien vaya urgente a solucionar el problema del jefe. Al tomar mi mochila y buscar mi billetera para ir a la farmacia me di cuenta de que tenía unos analgésicos que siempre llevaba por los dolores que causaba mi periodo. Los tomé y fui a con mi jefe para ofrecérselos, pero antes pase por la pequeña cocina para tomar una vaso con agua. Golpee nuevamente su puerta para luego escruchar gritar un "adelante", se ve que nunca se paraba a atender.

- Le pedí que fuera por analgésicos-. Dijo mientras estaba recostado sobre su silla con los ojos cerrados.

- Lo sé-. Aclare mi garganta.- pero yo tenía en mi mochila y se los he traído.- dije mientras me acercaba hacia él.- cuanto más rápido mejor-. Intenté aclarar con una sonrisa en la cara que salió más una mueca que una sonrisa.

Puse sobre la elegante y carisima superficie el vaso con agua y 2 pequeñas pastillas. De reojo pude ver que aun en su ordenador seguía el informe que leía, y pude detectar porque se veía tan mal y borroso. Ahora, no sabía si decirle que podía ayudarlo también porque temía que mi intromisión lo enojara y mas sabiendo que el motivo por lo cual él no podía ver era realmente estúpido. Vi como el tomaba el vaso de agua y se metía las dos pastillas en la boca y las tragaba tomando un buen sorbo de agua.

- Sé porque no puede ver el informe-. Solté de repente. Me miró con cara de no saber de que estaba hablando.- dijo que no podía verlo-. Repetí, y me quería meter en un pozo, no tendría que haber hablado.

Me hizo una señal con su cabeza permitiendo que me acercara al ordenador y sin más retire la finísima película plástica con las que vienen muchos productos tecnológicos cuando se los compra. Ambos fuimos testigos de cómo el informe se fue haciendo cada vez mas legible a medida que retiraba ese plástico que tan transparente no era. Lo tiée inmediatamente en el cubo de basura que había en el suelo. El silencio que reinaba el lugar fue roto por la puerta que se abría en ese momento.

- Me dejaste toda adolorida anoche, la próxima prometo hacer las cosas bien-. Era Karen que entraba con una sonrisa en el rostro, sonrisa que borró cuando me vio-. Hola, no sabía que tú estabas aquí-. Se quiso hacer la simpática conmigo.

- Yo yo ya me iba-. Dije mientras me alejaba del escritorio. Caminé hacia la puerta para irme pero antes me detuve para preguntar-. ¿Necesita alguna cosa más señor Worrington?-. El negó con la cabeza.- bien, entonces me voy.

Por un lado agradecí que ella apareciera en la oficina porque sé que la situación avergonzó al jefe y el no podía sentir vergüenza, vergüenza que yo había provocado y me temía que se pusiera violento conmigo otra vez. Pero por otro lado no me gusto enterarme de que ellos dos tenían sexo, no es que este celosa, pero me enojó que ella habiendo hecho las cosas mal la hiciera pagar con sexo rudo y que disfrutó, mientras que yo por sus errores tuve que tolerar que el casi me golpeara, me insultara y que me dejara sus dedos marcados en mi piel por varios días.

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Esa noche llegué a la conclusión de que nunca iba a importar lo bien o mal que hiciera mi trabajo, él estaba concentrado en el atractivo físico de las personas y así yo hiciera todo excelente nunca iba a ser suficiente y me sentí mal por haberlo amado en algún momento de mi vida.

Destrucción (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora