Una semana había pasado desde lo ocurrido. Sofía no despertaba. A su costado se encontraba su madre, quien en esos días no se desprendía de su lado. Era la única familia que tenía. Sus padres al saber de su embarazo no quisieron saber más nada de ella. Aunque no quería admitirlo, por esos días los necesitaba. De todas maneras, tener a John a su lado, era lo mejor que le pasó en muchos años.
Veía como como un kinesiólogo le hacía masajes en las piernas a su hija. John le había dicho que pasado un tiempo era necesario ya que no sabían por cuánto tiempo su hija se mantendría postrada en esa cama. El pensar que la luz de sus ojos no fuera capaz de caminar o si quiera despertar le daba náuseas.
Como pudo avanzó rápido hacia el baño y vomitó lo poco que podía ingerir en aquellos días. Al terminar se cepillo los dientes y volvió con su hija.
Toda aquella situación era muy dolorosa. Nunca creyó que William Worrington fuera capaz de hacer semejante cosa. Pero cuanto más lo pensaba, su cabeza repetía "él es capaz de hacer cualquier cosa, no tienes escrúpulos". Lo odiaba con toda su alma. Todos esos años había resistido a él, a su acoso constante, a los rumores que esparció de ella hacía ya muchos años, pero meterse con su hija fue la estocada final. Se sentía herida de muerte. Pero tenía que ser fuerte, por John y lo que pronto vendría al mundo. Se acarició el vientre plano y una sonrisa cargada de tristeza surco su rostro.
El kinesiólogo se fue de la habitación sin hacer ruido. Pensaba dormir un poco, pero la puerta volvió a abrirse. Era George, aquel hombre que amó por años, que le rompió el corazón y que se fue sin mirar atrás, creyendo todo lo que escuchaba por ahí, dejándola a ella y a su hija solas.
- Ten-. Le pasó lo que se suponía era algo de comida, ella se negó, no se sentía bien. - debes comer Julia, he hablado con John y me ha dicho que estás embarazada.
- No me siento bien, tengo nauseas-. Dijo ella con sequedad.
George caminó por la habitación hasta sentarse a su lado. Observó a su hija que lucía tan en paz y luego a quien fuera una mujer más en su vida, que lucía como si una guerra se estuviera desatando en su interior. Era una mujer jovial, hermosa, que se veía mucho más joven que los 40 años que en realidad tenía. En esos días había envejecido. Él tomó de su mano y ella enseguida se soltó.
- Durante años me dejaste sola, decidiste creer cualquier cosa sobre mí. No quiero que vengas ahora y me toques o hables como si nada pasara. Eres un ser extraño para mí-. dijo ella con dolor.
Aquellas palabras también le dolieron a George, sin embargo, volvió a tomar la mano de la mujer.
- La vez que la vi en Bélgica, no la vi bien-. Habló en referencia a su hija. - pero no pude hablar mucho con ella, él no nos dejó, era tan raro el trato que tenían-. negó con la cabeza varias veces. - luego, cuando la invité a que conociera Hanna, le dije que no me gustaba que trabajara para él, que lo dejara. Ella me gritó y se fue. Nunca en su vida fue de gritar y hacer ese tipo de cosas. Tendría que haber insistido más en que lo deje...
- Yo también la persuadí para que le dejara, pero no hubo caso-. Ella lo interrumpió. - tampoco la veía bien-. Ella se quedó en silencio, había algo que quería decirle y no sabía si decírselo o no. -... te llamé varias veces para hablar del tema, nunca agarraste el teléfono-. Confesó al fin.
- Yo... yo...-. Él no sabía que contestar, había sido un pésimo padre.
- No es necesario que digas nada, ya está-. Dijo ella apenada.
El dejó escapar algunas lágrimas. Se sentía impotente ante todo lo que estaba sucediendo. Al fin se estaba dando cuenta de muchas cosas, las verdades a las que el mismo le había estado dando la espalda por años, le estaban dando una paliza. También le dolía que la carta de despedida de su hija en ningún momento hacía referencia a él. Aquello lo hizo replantearse su rol como padre, y lo único que se le vino a la mente son las discusiones que habían tenido en los últimos meses. Su hija lo había necesitado y él no había estado allí.
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Destrucción (en edición)
RomanceSINOPSIS: La joven introvertida y tímida Sofía Zafra se enfrenta a sus pasantías universitarias, pero lo que no sabe es que se va a enfrentar a el hombre que comenzó a destruirla desde que tenía diez años y que no parara hasta destruida por completo...