—Bien. —Su voz llegaba con lejanía a mis oídos a pesar de que sabía que lo tenía a solo unos metros. —Cada hora que pasa, me doy cuenta de que eres igual de holgazana que como te recordaba. —Mis párpados no podían mantenerse abiertos, y mi cuerpo había dejado de apoyarse sobre mis rodillas porque ya no tenían fuerza como para soportar el peso que eso le causaba, en cambio, mis muñecas eran las que soportaban el dolor, junto con mis brazos y las esposas, que eran las encargadas de mantenerme aún de pie. Christopher resopló con sus labios. —Estás loca si crees que voy a caer en esa. —No contesté, tenía que conservar la poca fuerza que me quedaba. Hubo un largo silencio que duró unos segundos, y luego volvió a hablar. —____. —Mi nombre salió de sus labios con un tono de advertencia que en otro tiempo lo hubiese confundido con uno de alarma o preocupación. —¿____? —A pesar de que su voz era la misma, esta vez no tuve la capacidad de decodificar qué había querido decir con su tono. —Maldición. —Susurró, mientras escuchaba sus pasos acercarse hacia donde estaba, completamente rendida. Sus dedos se posaron en mi cuello y a pesar de que estaba cansada, mi cuerpo sintió pequeñas ondas eléctricas que se propagaban hasta el dedo más pequeño de mi pie. —¡Maldición! —Volvió a decir, claramente frustrado. Sus manos me rodearon la cintura mientras tiraba de mí hacia arriba, y ponía todo el peso de mi cuerpo sobre su cuerpo. —¡Mierda! —Sus brazos me rodeaban las piernas para que mi cuerpo inerte no cayera al piso y se golpeara. —Richard va a matarme esta vez. —Dijo cuando acomodó mi cuerpo entre sus brazos para poder recostarme en el suelo. Pero no tuvo tiempo. No se lo di. Mis piernas se enrollaron en su cuello y lo derribé, cayendo sobre su espalda. Las esposas se juntaron en su nuca, quitándole la respiración. Sus manos intentaban arrancar las cadenas que no le permitían que el aire entrara a sus pulmones, pero no lo logró. Su cuerpo estaba completamente sometido al mío, y de repente, la felicidad le había ganado a la sed y al cansancio.
—"Estás loca si crees que voy a caer en esa". Sí, claro. Imbécil. —Una risa fue ahogada por el poco oxígeno que no lo dejaba respirar. —Ábrelas. —Le ordené con dureza, mientras sentía que otra risa se quería escapar. Apreté aún más. —¡Ábrelas, maldita sea! —Tardó tres segundos, en los que su sonrisa de satisfacción había desaparecido, en palpar los bolsillos de su pantalón para buscar la llave, y cuando la encontró no dudó ni un segundo más en abrir las esposas como le había pedido. Me levanté, al fin libre de las estúpidas ataduras que me encarcelaban las muñecas y las sobé con cuidado. Estaban lastimadas, irritadas, y pequeños hilos de sangre se conectaban con las heridas que Matt Thompson me había hecho hacía un tiempo. Christopher se quedó en el piso, intentando recuperar el aire, mientras que me mareaba por haberme parado tan rápidamente. Verlo tirado en el piso, tan frágil y débil despertó un sentimiento en mí que no había tenido nunca antes, y de la nada, mi pie estaba pateando su trasero con toda la fuerza que me quedaba. —¡Te lo dije! —Lo pateé una vez más mientras me miraba desconcertado desde el suelo, tomándose el cuello, lleno de furia. —Te dije que si me rompías el corazón, te patearía el trasero. —Antes de que pudiera decir una sola palabra más, salí disparada del taller, no quería escucharlo y mucho menos hablarle. Simplemente quería patearlo. Patearle el trasero tan fuerte que la suela de mi zapato quedara tatuada en su piel. No me di cuenta de que era de noche, hasta que había comenzado a caminar por el sendero que llevaba a la casa. De noche, todo el bosque lucía más terrorífico y horrible, como si un millón de ojos te observaran desde la oscuridad.
Llegué a la cocina de los Vélez mucho más rápido de lo que creía y como si hubiese estado perdida una semana entera en el desierto del Sahara, tomé la primera botella de agua que se había cruzado en mi vista, la bebí hasta que solo quedó el plástico. Luego tomé otra, y luego de esa, una más. Parecía un maldito camello.
—¿____? ¿Pero qué estás haciendo aquí? —La voz de Erick no interrumpió ni un poco lo que estaba haciendo, y al verlo, la imagen de él acosando a Marvin en los pasillos se me apareció en el cerebro como el flash de una cámara. No le contesté, tomé otra botella de agua a pesar de que estaba satisfecha. —Christopher me dijo que no vendrías, que el entrenamiento se cancelaba. —Apreté mi mandíbula al escucharlo hablar como si nada hubiese pasado entre nosotros dos. Obviamente, aún estaba enojada, y él lo sabía, pero decidía actuar como si nada hubiera ocurrido, probablemente creía que yo podría olvidarlo de esa manera.
—Pues a mí me dijo que tú no estabas, y que por eso él tendría que estar en el entrenamiento. —Tomé un sorbo más de la botella mientras me ponía en una posición furiosa. —Qué bien que ambos hermanos se parecen tanto. Mentirosos, crueles, ¿qué otra faceta Vélez me falta ver? —Erick observó el suelo, y se quedó callado, no sabía si mi comentario lo había afectado en algo, o si lo había omitido completamente. Christopher entró a la cocina en ese mismo instante, empujó a Erick con su hombro y tomó una bolsa llena de hielo del congelador. Ambos se miraron mientras Christopher se ponía la bolsa helada en las marcas rojas que había dejado en su cuello. Algo estaba pasando que yo desconocía, y odiaba con cada fibra de mi alma ese sentimiento.
—Así que eso te dijo, ¿eh? —Se miraron unos segundos más, sin decir absolutamente nada, y después de que Erick me observara, esperando que dijera algo que desconocía, se retiró de la cocina sin poder soportar lo que daba vueltas en el aire que no me era familiar. No me atreví a preguntar, pero era cierto que la curiosidad me estaba consumiendo por dentro. Christopher se mantuvo en silencio, sin que sus ojos se dirigieran a mi persona ni una sola vez, y a pesar de que todavía no me acostumbraba a su indiferencia, sabía que en algún punto de mi vida lo agradecería. Quería por fin olvidarme de él. Salió de la cocina después de unos segundos, aún con la bolsa de hielo en el cuello.
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Christopher II
FanfictionSegunda Temporada de "Christopher" -No vale la pena que sigas llorando. -Miré al asiento del copiloto, en donde la imagen de Christopher me atormentaba. -Sal de mi cabeza. -Susurré, mientras apretaba el acelerador hasta el fondo y miraba al frente...