Capitulo 44

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Gina revoloteaba en la cocina como hacía tanto tiempo no sucedía, y Jonathan estaba sentado en la barra de desayuno, observándola con una sonrisa en su cara, una sonrisa tan tonta, enamorada y empalagosa que me dieron ganas de vomitar. Últimamente, todo lo relacionado con el amor me daba asco, y creía tener alguna que otra razón que me confirmara que tenía razón. Como generalmente hacía cuando me sentía nerviosa e incómoda, estaba comiendo de los cereales de Zabdiel, que acababan de terminarse. Le echaría la culpa a Richard si alguien preguntaba algo al respecto.

—____, amor, ¿quieres un poco de chocolate caliente? —Negué con la cabeza aunque sonaba como una buena idea. La mañana estaba terriblemente fría, y a pesar de que mi pijama era muy abrigado, Gina había insistido en cubrirme con una manta para que no me resfriara. Se notaba que extrañaba tanto a sus hijos, que tenía que soltar todo su amor en mí o en Tris, que estaba encantada de por tener algo parecido a una madre, aunque también depositaba bastante amor con Johann, Zabdiel ya me había dicho lo mucho que le desagradaba eso a sus hermanos.

—Está delicioso. —Dijo Jonathan, mientras le daba el último sorbo a su chocolate caliente, intentando recomendármelo, pero no lo quería, estaba demasiado llena, y si no lo estaba, entonces era por el nudo en la garganta que, a pesar de que se notaba más pequeño, aún estaba ahí, firme como una roca. Gina se rió como una adolescente cuando vio que Jonathan se había quedado embobado mirándola, con un muy adorable bigote de chocolate sobre sus labios. Se lo limpió pícaramente mientras él se levantaba de su lugar y la acompañaba en un pequeño baile que Gina hacía mientras sacaba del horno la comida que comerían sus hijos en el almuerzo.

Sonreí, deseando encontrar alguna vez un hombre que estuviera tan enamorado de mí como Jonathan lo estaba de Gina.

—¡Me muero de hambre! —La voz de Joel sonó en la cocina antes de que entrara, y los pasos bailarines que daban Jonathan y Gina se detuvieron, a pesar de que los dedos de él no se apartaban de la panza de ella, en donde se encontraba su futuro bebé. Cuando Joel entró a la cocina, se los quedó mirando tan fijo, que nos hizo sentir incómodos a todos. Llevaba una toalla alrededor de su cuello, y una camiseta sin mangas sudada en el cuello, sus pantalones de gimnasia le quedaban enormes y me hubiese reído si en ese mismo instante, Erick no hubiera aparecido detrás de él, tomando de la botella de agua que llevaba en la mano. Al igual que Joel, estaba transpirado y cuando me observó se quedó estático. Le agradecí a Gina por darse cuenta del horrible momento que estaba pasando.

—____, recuerda decirle a Tris que la comida estará sobre el horno y tiene que calentarla treinta minutos antes de servirla a la mínima temperatura porque de otra manera la carne estará completamente seca, ¿sí? —Asentí con la cabeza de inmediato, observando que Erick desviaba sus ojos al suelo. —Cualquier cosa, estaré en mi habitación por si me necesitas. —Se acercó a mí y besó mi frente suavemente, pero antes de irse se acercó a mi oreja y me susurró al oído. —Sé fuerte, yo sé que puedes. —Sus palabras me dejaron aún más paralizada en mi lugar, y deseé que ninguno de los dos se fuera de la cocina, dejándome sola con el desastre que había armado. Joel se corrió a un lado y evitó la mirada de pena que llevaba Gina en sus ojos, mientras que Jonathan ni lo miró, y cuando ambos salieron de la cocina, Joel se dirigió a la nevera, mientras que Erick se quedaba aún parado en la puerta, como si intentara decidir qué hacer.

—Voy a seguir entrenando. —El corazón se me achicó en el pecho al notar que su ojo aún seguía un poco morado. Antes de que pudiera dar un paso hablé, intentando que se detuviera.

—Erick, no tienes que hacer esto... —Solté, mientras me paraba de mi silla, dispuesta a correr hacia él para detenerlo si era necesario. Él simplemente me ignoró, a pesar de titubear un segundo antes de seguir su camino. Caí rendida en la silla, mientras Joel me miraba al tiempo que devoraba una banana.

Christopher IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora