Capitulo 74

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-¿Erick? -¿Pero qué hacía aquí? Se suponía que no tenían que estar aquí. -Mi cabeza es muy pesada. -Miró hacia el vaso vacío que me había dado el lindo camarero hace unos cuantos minutos y suspiró sonoramente.

-¿Pero qué hiciste ____? -Como mi cabeza seguía caída de costado, la tomó entre sus palmas y la puso derecha mientras me miraba los ojos con suma atención.

-El lado bueno es que sabemos que no tengo la cabeza hueca. Es decir, si estuviera hueca sería muy liviana, y créeme que no es así. -Parecía frustrado. Tenía el entrecejo fruncido y... Esperen un momento. -¿Erick? ¿Pero qué haces aquí?

-¿Qué tomaste? ¿Cuánto tomaste? ¿Te lo dio alguien? -Demasiadas preguntas que mi pesada cabeza no podía responder.

-Me lo dio una maría sangrienta, se llaman "lindo camarero" y sólo bebí tres. Relájate. Janet dijo que estaba bien, ¿quieres otro? -Ya me estaba dando vuelta para pedir otro vaso hasta que Erick me detuvo.

-Maldita sea ____. ¿Sabes que todos los tragos que salen de esta barra tienen sangre humana? -Puse una cara de asco que me salió del alma. Las manos de Erick estaban frías en mis mejillas. -No estás acostumbrada a beberla. Es como si te hubieses tomado tres botellas de vodka en dos horas.

-¿¡Dos horas!? -¿Cómo que habían pasado dos horas? Era imposible. El plan. Janet me necesitaba en el plan. -Tengo que buscar a Janet. Y tengo que vomitar también. Erick me detuvo al tiempo que intentaba pararme.

-No vas a vomitar. Tu cuerpo está feliz de recibir esa sangre, y no va a expulsarla aunque lo obligues. -Me entregó un vaso de agua que ni siquiera sabía de dónde lo había sacado y me lo puso entre los labios. Una de sus manos nunca me soltó la cara. -Janet debe estar cobrando su venganza, estoy seguro de que ni siquiera existió esa charla que escuchó sobre Yoandri. Sólo nos necesitaba para asegurarse de que no la hirieran. Dios santo, mira lo que te ha hecho. -No podía ser posible. Janet nunca lo haría... ¿O sí? Mi cerebro funcionaba mal, sí, pero comenzaba a ver las cosas con más claridad. ¿Y si Janet lo había inventado todo? ¿Y si la habían apuñalado por no cumplir órdenes, como Christopher había dicho? ¿Y si me había mentido? ¿Y si me había prohibido tomar éstas cosas porque sabía que haría exactamente lo contrario de lo que me dijera?

-Esa perra. -Solté, en el medio de una respiración frustrada. ¿Por qué mierda siempre caía en las trampas más estúpidas? ¿Por qué siempre tenía que ver lo bueno en las personas, incluso si lo único que había en ellas era maldad? Pero qué idiota era. -Esa maldita y escurridiza perra. -Le dije a Erick, que parecía sentirse igual de frustrado que yo. -Tenemos que irnos. -Me paré con más rapidez de la que debía mientras me sostenía del hombro de Erick. Seguramente Janet me había puesto estos tacones a propósito, sí, era parte de su plan macabro. La cabeza no me pesaba tanto como antes, el problema ahora eran mis piernas, que parecían no querer responder a las órdenes que les daba mi cerebro.

-¿A dónde quieres ir? -Preguntó, mientras me sostenía de la cintura y miraba a su alrededor.

-A matarla antes de que alguien más lo haga. Erick me tiró de la cintura y me acercó a su cuerpo. Tuve el reflejo de darle una bofetada, pero me calmé. Ese tipo de cosas solía hacerlas Christopher, y por qué mierda estaba pensando en él ahora.

-Escúchame, no puedes andar por ahí dando vueltas, preguntando si han visto a Janet y diciendo que vas a matarla. -Tenía un poco de lógica lo que estaba diciendo, así que me mantuve callada y lo escuché. Cuando una persona tenía razón, no había que cuestionarla. Eso solía decirlo mi madre. ¿De qué madre estaba hablando? Yo no había tenido ninguna, por el amor de Dios, ¿qué droga había consumido el tipo al que le bebí la sangre? -Para empezar, se supone que eres una prostituta, no puedes andar por ahí sola esperando que todos estos hombres se te insinúen para que los rechaces, no es normal, avisarán a seguridad y te matarán más rápido de lo que puedes decir 'maldita sea'. Segundo, tengo una reputación en estos lugares, ¿sabes? Y la gente que me conoce y vea que estoy ayudando a una pobre chica que ha bebido sangre de más también va a sospechar, así que discúlpame por lo que estoy a punto de hacer. -Me tomó de las manos porque sabía que lo empujaría y lo golpearía y me besó en los labios. Pero no fue como aquella vez que intentaba olvidar, en la que Erick me había besado. No. Ésta vez era como si fuera otra persona. Una persona asquerosa y desubicada, porque soltó mis manos para dirigir sus dedos escurridizos hasta mi trasero. Lo estrujó con fuerza y le mordí el labio porque me estaba doliendo. Dejó de besarme y sonrió a sus alrededores como si acabara de ganar un millón de dólares en carreras de caballos. -¡Todas caen ante mis encantos! -Gritó y le chocó los cinco al camarero que había visto toda la escena y se reía y luego volvió a tomarme de la cintura. Sentí asco mientras se disculpaba. -Lo siento, de verdad. -Susurró en mi oído mientras me acercaba más a su cuerpo. Quería salir corriendo. No importaba que fuera Erick, era incómodo y horrible. Y me sentía ultrajada. Me pregunté si Erick vampiro de verdad tenía esa reputación y trataba así a las mujeres. Quería que fuera mentira. Flashes de Erick quedándose dormido como un bebé en el piso, o gritándole a la televisión porque había perdido en uno de sus videojuegos, volaron a mi mente y me juré a mí misma que nunca podría verlo otra vez de la misma manera que lo estaba viendo ahora.

Christopher IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora