Capitulo 20

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—¡Zabdiel! ¡Mira esto, Zabdiel! ¡Parece un pequeño ratón! —La voz de Erick había llegado a mis oídos y al instante la había reconocido.

Había pocos estudiantes todavía deambulando por los pasillos, intentando llegar a sus clases, y entre ellos se encontraba Marvin. Lo había visto justo en el momento en que había escuchado a Erick. Su paso se había acelerado y su cabeza había mirado al piso al instante, parecía como si estuviera a punto de correr. Antes de que pudiera llamarlo para acompañarlo a clase, vi que Erick lo tomaba de la parte trasera de la mochila, y lo arrastraba con rapidez y fuerza bruta hacia el final del pasillo y doblando a su izquierda, aún riendo.

Casi corrí hacia su dirección, esperando que no estuviera pasando lo que creía que pasaría. En vez de interrumpirlos, y dejar que los Vélez me mintieran sobre lo que podrían haberle hecho a Marvin, decidí quedarme escondida, sin que pudieran verme, esperando que ninguno de ellos estuviera molestando a Marvin simplemente porque no tenía el físico suficiente para enfrentarlos.

—Deja de molestarme Erick, maldita sea. Vete con tus juegos estúpidos a otra parte, tengo examen de francés. —Zabdiel estaba en el suelo, un montón de papeles lo rodeaban y tenía el cabello completamente despeinado hacia arriba. No me acostumbraba a verlo con el cabello tan largo, pero era verdad que le quedaba muy bien.

No me preocupé porque pudieran verme, había entrenado lo suficiente con Richard como para estar segura de que no podían detectarme. Marvin estaba sentado en el piso, intentando pararse, mientras Joel intentaba arrancar con fuerza la mochila de su espalda, sin tener en cuenta que sus brazos aún la mantenían fija en donde estaba, y cuando por fin había logrado quitársela, la abrió sin pedirle permiso. Erick estampó su pie contra el pecho de Marvin haciendo que se sentara nuevamente en el suelo, pero esta vez, los lentes de Marvin habían salido disparados justo al lado de Zabdiel, que los miró exasperado.

—¿En serio, hombre? Cuida dónde dejas tus cosas. —Tomó los anteojos entre sus dedos, y los revoleó justo al final del pasillo, casi a mis pies, para después seguir con lo que estaba haciendo, sin importarle lo que estaba sucediendo a su alrededor. Joel dio vuelta la mochila de Marvin sobre su cabeza, haciendo que todos sus libros, apuntes y cuadernos cayeran sobre él.

Mis ojos no podían creer lo que estaban mirando y antes de que todo llegara a un nuevo extremo, tomé los lentes de Marvin que se encontraban cerca de mí, bastante rotos por cierto, y caminé hasta ellos hecha una furia. La sonrisa de Erick comenzó a borrarse cuando notó que la persona que se acercaba era yo, probablemente no le hubiese importado que un profesor los descubriera, ni mucho menos otro alumno, pero en cuanto me vio a mí, podía jurar que su rostro se había puesto pálido. Consumida por la ira, empujé a Joel en cuanto llegué junto a ellos para que se alejara de Marvin, y pude notar en su expresión que estuvo a punto de despegar un puñetazo si no se hubiera dado cuenta con tiempo de que se trataba de mí, y no alguien más. Zabdiel subió la cabeza, y se quedó paralizado en su lugar, sin poder decir absolutamente nada. No había excusas. Los había visto, y no podían mentirme al respecto.

—¿¡Pero qué mierda está mal con ustedes!? —Grité, a pesar de que había unas cuantas aulas cerca de las que podían salir profesores a mandarnos a detención a todos y cada uno de nosotros. No me importaba, de todas maneras, las cosas cada vez comenzaban a importarme menos. Me tiré al suelo junto a Marvin y le tendí sus anteojos. Sabía que estaba a punto de llorar, no necesitaba conocerlo demasiado como para saber que estaba disipando sus lágrimas mientras refregaba sus ojos. Yo solía hacer lo mismo cuando Tris estaba cerca. —¿Estás bien? ¿Te lastimaron? —Le pregunté en un susurro, pero Joel no lo dejó hablar.

—Está perfectamente, no le hicimos nad...

—¡Cierra la maldita boca! —Arranqué el bolso de Marvin de sus manos, y lo ayudé a recoger sus cosas. No podía creer lo que acababa de suceder. Ni siquiera tuve el valor para mirarlos a los ojos. ¿En serio había estado tan ciega todo este tiempo? ¿Cómo mierda no me había dado cuenta de lo que estaba pasando bajo mis propias narices?

Christopher IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora