Capitulo 70

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(...)

Un fuertísimo ruido que sonó a pocos metros de mi lado me hizo pegar un salto increíble que despertó a Erick a mi lado, que se levantó incluso más alerta que yo. Mis ojos somnolientos se dirigieron a la fuente de ese ruido y descubrieron que en el suelo había una serie de cristales rotos que pertenecían a un vaso que antes había estado lleno de agua. Me calmé al notar que no se trataba de una amenaza letal, pero de igual manera mis ojos se volvieron filosos al notar que el causante de aquel accidente, que no tenía mucha pinta de ser un accidente, había sido Christopher.

—Se me habrá pegado la torpeza de pasar tanto tiempo en ésta casa junto a tantos humanos. — Dijo como excusa mientras levantaba sus hombros. Pero sus ojos decían otra cosa. Sus ojos estaban pegados en Erick y en mí, y parecía ni siquiera tener una reacción ante aquel ruido despabilante que me había despertado. Simplemente estaba parado allí, observándonos, con la mano en el aire justo en el exacto lugar en donde el vaso hubiera estado antes de estrellarse. Erick parecía tener las mismas sospechas que yo, pero en vez de enojarse, suspiró lleno de cansancio y se alejó de mí para pararse. —Joel te estaba buscando, dijo que era muy importante. —Erick caminó desganado hasta la puerta, pero antes se cruzó junto a Christopher y le habló de mala gana.

—Sí, me imagino. —Y luego se fue, dejándonos completamente solos. Miré la pantalla de televisión en la que se leía "Game Over". Probablemente me había quedado dormida sobre la cabeza de Erick mientras jugaba y un equipo de aliens asesinos me habían atacado cuando estaba indefensa y dormida. Me acerqué hasta la consola y la apagué, sin importarme que el juego quedara adentro, Erick probablemente volvería a jugarlo en unas pocas horas. Decidida a reanudar mi pequeña siesta de sábado, me acosté sobre el sofá sin importarme que Christopher siguiera mirándome fijamente desde el lugar en donde estaba.

—¿No quieres sacarme una foto? Duran más tiempo. —Le dije mientras me acomodaba el almohadón detrás de la cabeza. —No, tengo una idea mejor... ¿Por qué no me dibujas? Ah, cierto, de esos ya tienes un millón. —Casi sonreí orgullosa de que a mi cerebro se le haya ocurrido una contestación del mismo rango de maldad que las que Christopher hacía. Escuché que los vidrios del piso crujían, como si alguien los hubiera pisado. Tenía los ojos cerrados, así que no pude ver que se acercaba hacia mí.

—Te dibujo dormida porque es el único momento en que tu boca no tiene la oportunidad de arruinar todo lo bonito que tiene tu rostro. —Subí las cejas y abrí los ojos, y descubrí que me miraba desde arriba mientras apretaba sus puños.

—¿Me acabas de decir bonita? —Esta vez sí sonreí, porque su insulto no había funcionado, porque en su mente aún seguía pensando en eso que lo puso tan molesto como para romper un vaso, que ni siquiera podía concentrarse para hacerme sentir mal, que era su especialidad, básicamente.

—Imbécil. —Me citó, antes de intentar salir corriendo hacia la puerta que sería su escape perfecto, pero no lo dejé. Tiré de la parte inferior de su camiseta y lo hice detenerse a pesar de que no quería.

—Deja a Erick en paz o te las verás conmigo. —Mis ojos se endurecieron de un momento a otro, en el instante mismo en que sus pupilas se clavaron en las mías. —Es la última vez que te lo diré antes de comenzar a hacer algo al respecto. —Finalicé, sabiendo que le estaba dando el pie para que se burlara de mi amenaza casi salida de El Padrino. Pero la mente de Christopher parecía estar haciendo un cortocircuito que estaba durando más de unos segundos, porque no aprovechó la oportunidad, en cambio, se mantuvo más serio, mientras sus ojos penetrantes no me quitaban la mirada de encima.

—Dile entonces que respete nuestro trato. —Y ahí sí se fue. No pude volver a detenerlo, me había quedado estúpida intentando entender de qué trato estaba hablando. Los vidrios crugieron sobre sus pies antes de que la puerta sonara con fuerza cuando la cerró. Miles de incógnitas volaban por mi cerebro, y, dispuesta a averiguar de una vez por todas qué era lo que sucedía entre estos dos, me paré rápidamente y seguí sus pasos, decidida a terminar con tanto misterio.

Christopher IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora