Capitulo 38

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Capitulo dedicado a QueenCandeVelez <3








Recobré el conocimiento antes de poder abrir los ojos. Me pesaban los párpados. Me dolía tanto el cuerpo que no podía reaccionar ante todo lo que había pasado.

Oscuridad. Árboles. Hojas. Sangre. Mason.

Mi cerebro le dio la orden a mi cuerpo involuntariamente, y me desperté de mi ensoñación con rapidez. El movimiento me causó tanto dolor, que solté un gemido sin querer.

Estaba en un auto. Estaba en un auto y tenía una manta que me tapaba hasta los pies. Llevaba puesto un atuendo que no recordaba que me había cambiado, y al moverme sentí un horrible dolor en el hombro derecho que me punzaba con tanta fiereza, que tuve que quedarme quieta por unos segundos. Observé por debajo de la camiseta que me quedaba gigantesca, y noté una venda que me recorría todo el brazo, e incluso el pecho.

Esperen... ¿en dónde estaba mi brasier?

Lo busqué desesperadamente por el auto, esperando que no me hubieran drogado y luego violado. En cuanto me giré para revisar el asiento trasero, pude notar la figura de una persona fuera del automóvil, sentada, mirando a la nada. En ese mismo instante, observé a mi alrededor, intentando localizar en dónde estaba, pero no tenía ni la más mínima idea. Parecía una colina. Como si estuviéramos en la cima, había césped verde por todos lados, y no detectaba ni un solo árbol a kilómetros.

Intentando no llamar la atención de quién sea que estuviera cerca del auto, salí sigilosamente y con cuidado por la puerta, con la manta aún rodeándome los hombros. Caminé tan solo unos metros, y noté inmediatamente que Mason era la persona que estaba justo sentado a unos metros de mí. Desesperadamente, y aún con sigilo, busqué cualquier cosa a mi alrededor que pudiera servirme para defenderme. Tomé una enorme rama que estaba en el suelo, lo suficientemente larga y gruesa como para darme el tiempo de golpearlo en la cabeza, sacarle las llaves del auto, y, aunque no tenía la más remota idea de dónde estaba, cualquier lugar era mucho mejor que estar junto a Mason.

Así que, con cuidado, caminé por su espalda, observando que estaba con sus piernas estiradas, absolutamente relajado, moviendo sus manos por alguna extraña razón que desconocía por completo. Estaba a unos pasos... A dos pasos... Levanté la rama y...

—¿Podrías, por favor, dejar esa estúpida cosa en el piso y sentarte? Tengo que hablar contigo. —Pegué un salto de la sorpresa que me causaba escuchar su voz hablar tan tranquilamente, casi sin importarle que la que podía romperle la cabeza, era yo. Bajé la rama de la posición de ataque que había adoptado, y, a pesar de que aún seguía alerta, tenía que admitir que me causaba mucha intriga saber qué era lo que Mason tenía que hablar conmigo, ¿es que acaso esa era la razón por la cual se venía apareciendo ante mí tantas veces? ¿Tenía que decirme algo pero no sabía cómo? ¿Qué diablos había pasado que había aparecido en ese auto? Y aún más importante, ¿era Mason el responsable de mi dolor corporal, mis lastimaduras y el cambio de mi vestuario? Estaba comenzando a entrar en pánico nuevamente.

—¿Qué diablos estamos haciendo aquí? —Caminé lentamente, rodeándolo, queriendo verlo a la cara para asegurarme que no me mentía. Me sorprendí muchísimo al ver que el movimiento que Mason estaba haciendo con su mano, era porque, en realidad, tenía un cigarrillo. Mason fumaba. Por alguna extraña razón, apreté mis manos sobre la rama con más fuerza, probablemente me había clavado una astilla. Mason, que había notado mi repentino cambio de actitud, observó el cigarrillo y luego me miró a mí. Al final, sonrió y le dio una pitada, soltando el humo lejos, para que no pudiera sentir el olor, ni para que el humo me sofocara.

Christopher IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora