Capitulo 1

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Respiré profundamente, teniendo en cuenta que todo lo que estaba a punto de hacer traería consecuencias, tal vez no muy graves, pero serían consecuencias a las cuales debería enfrentarme yo sola, sin compañía ni nadie que pudiera defenderme. Aunque se me había cruzado por la cabeza unas cuantas veces contratar un abogado que pudiera defender mi caso.

El teléfono sonó como lo venía haciendo hacía más de dos horas, pero lo ignoré nuevamente, como venía haciendo hacía más de dos horas.

Un suave golpe en la puerta interrumpió mis pensamientos sin sentido y Tris apareció con un brillante vestido dorado que le quedaba pintado. Me miró por unos segundos, con lástima y pena, e involuntariamente subí mi barbilla, intentando indicarle que estaba orgullosa de lo que estaba a punto de hacer, y que mi cerebro estaba convencido de que nada me afectaba. Absolutamente nada.

—¿Estás segura de esto, _____? —Su voz nunca había sonado tan tranquila y pacífica. La odié.

—¿Estás lista?—Pregunté, evadiendo esa estúpida oración que me venía poniendo los pelos de punta desde hacía más de dos horas. Ella asintió al mismo tiempo que suspiraba, como si no tuviera remedio. —Espérame en el auto. —Amagó a decir algo antes de irse, pero mis ojos se desconectaron de los suyos al instante, haciéndole entender el mensaje de que no necesitaba su pena, ni sus consejos, ni nada. Esta noche era de ____.

—Estás... Estás hermosa. —Dijo, y salió de mi habitación sin nada más que decir.

Me miré al espejo, y me cercioré de que Tris decía la verdad. No sabía si era un extraño subidón de autoestima, o si mi cerebro había estado convenciéndose de que estaba bien como era por más de seis míseros meses.

Había salido de compras con Tris por la tarde, y habíamos conducido hasta California para encontrar un vestido que me gustara. Aunque era muy sencillo, seguía sintiendo que era demasiado dinero por un pedazo de tela, bastante pequeña, si tenía que ser sincera.

Era completamente negro, porque a pesar de todo lo que había dicho Tris, estaba convencida de que era el color que más me quedaba, y el que mejor demostraba mis sentimientos hasta ahora. Tenía una abertura que empezaba en mi nuca y terminaba en mi cintura y la falda era lo suficientemente corta como para saber que no podría sentarme en toda la noche. Había aprendido a caminar en zapatos con plataforma, así que caerme no era una gran preocupación. Mi maquillaje estaba perfectamente aplicado sobre mi rostro y mi cabello seguía siendo un caballo indomable, pero había podido arreglarlo un poco.

—Al menos los entrenamientos con Richard sirven para algo... —O eso me parecía. Estaba más delgada que antes, y lo había considerado un logro personal, aunque en realidad no lo era. Seguía comiendo cualquier cantidad de helado que me pusieran enfrente, pero sí, aunque no pareciera verdad, estaba más delgada. Y todos mis músculos estaban perfectamente posicionados en su lugar, otra cosa que agradecer a Richard. Aunque no me parecía muy correcto escribirle una nota de agradecimiento que dijera '¡Gracias por mantener mi trasero firme y en forma!', él no comprendería el chiste y se horrorizaría, pensando que había corrompido a su pequeña y dulce hermanita.

Tomé mi bolso, mi teléfono, y corrí fuera del departamento, porque sabía que Tris cambiaría todas mis estaciones de radio hasta conseguir alguna que a ella le gustara, cuando en realidad, nunca había alguna que le gustara.

Me metí en el jeep como pude, porque el vestido y los zapatos no ayudaban, y revoleé mi teléfono en el tablero del auto mientras comenzaba a vibrar, otra vez. Como había predicho, Tris no paraba de cambiar la estación de la radio.

—¿Es que acaso nunca va a haber una buena canción dentro de esta estúpida caja? —Me tendió las llaves y observó mi teléfono vibrar y vibrar sobre el tablero del auto. Ella también sabía quién era, y sabía que no contestaría ni aunque mi vida dependiera de ello.

Christopher IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora