Capitulo 55

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Mi pie estaba prácticamente pegado al acelerador y mis ojos nunca había prestado más atención al camino como en ese momento, a pesar de que mi cerebro pensaba en el porcentaje de posibilidades que tenía de poder convencer a Christopher de que no le contara a Richard lo de mi situación con Mason. Aunque ellos no sabían qué era lo que hacíamos, o por qué nos juntábamos, no faltaba mucho para que comenzaran a averiguarlo. Aún tenía marcas en la piel a causa de la electricidad y ya habían pasado alrededor de diez días. Richard podía ser un completo obsesivo si se lo proponía, y yo no quería que su nuevo objetivo fuera yo.

Casi choco contra el taller cuando no había notado que ese era el lugar en donde debía doblar. Todas las preocupaciones me habían mantenido ocupada de la carretera, y cuando me bajé del auto, me volví a cuestionar lo mala conductora que era, aún no entendía cómo había obtenido mi licencia. Caminé rápidamente hacia la casa, pasando junto al auto de Christopher, y los últimos pasos que había dado, habían sido prácticamente corriendo. Salté los tres escalones de la entrada con una habilidad que me asombró y forcejeé con la puerta antes de sacar la llave de mi mochila. La puerta no tuvo que abrirse ni siquiera por la mitad, la imagen de Christopher extremadamente enojado con los labios fruncidos, me recibió mientras bajaba por la escalera principal de la casa. No me había notado hasta que hablé.

—¡Allí estás! —Di tan sólo un paso para entrar en la casa y mi mano empujó la puerta con tanta fuerza, que un velador y un portarretratos con la foto de Gina y Jonathan en alguna montaña de Asia, temblaron fuertemente. Estaba segura de que el ruido se había escuchado en toda la casa y el hecho de que Christopher supiera eso, sólo hizo que su cara tomara un aspecto aún más furioso, las cejas ahora acompañaban a los labios, y me replanteé severamente que si seguía así, terminaría más arrugado que una pasa de uva, o peor que mis dedos después de una larga ducha. —Tú y yo, vamos a hablar. —Se detuvo a mitad de la escalera y cruzó sus brazos. Deseaba que bajara de allí rápido porque al estar tan arriba, mi cuello comenzaría a pagármelo tarde o temprano. —¿Cuántas veces te he dicho, desde que te conozco, que eres un idiota? — Sí, probablemente esa no era la mejor opción para intentar convencerlo de que me hiciera caso y no le contara absolutamente nada a Richard.

—No lo sé, tal vez un millón. Al parecer es el único insulto que conoces. —Bajó un solo escalón, aún tenía la cara fruncida como una anciana de ochenta años.

—Bueno, entonces no está de más que te lo diga de nuevo... ¡Eres un jodido idiota Christopher! —Di un paso al frente, y mis brazos que colgaban a los costados de mi cuerpo, tomaron mi bolso para entretenerse y lo tiraron hacia un rincón de la sala. Christopher lo siguió con la mirada. Comenzaba a sentir un intenso calor que subía por mi cuerpo hasta mis mejillas. Probablemente me había sonrojado de la rabia. —¿Cuál es tu maldito problema que piensas que está bien tirarte sobre las personas que tengo a mi alrededor? —Solté, completamente furiosa.

—Él intentaba matarte. —Bajó un escalón más y la sangre me hirvió bajo la piel al escuchar esas palabras.

—¡Pero si no tienes idea de lo que estábamos hablando! —Grité, exasperada por la situación.

—¿Y de qué estaban hablando? ¿Flores? ¿Películas? ¿Acaso le estabas leyendo el horóscopo? —Respiré profundamente y solté todo el aire a la vez, haciendo un ruido fastidioso con la boca mientras lo observaba bajar un escalón más, mi cuello se lo agradecía.

—Eres un imbécil. —Solté frustrada, Christopher bajó un escalón más mientras hablaba.

—Tal vez sí soy un imbécil, pero no hay forma de que yo te gane a ti en estupidez, ¿de qué estaban hablando? —Interrogó con un tono de policía que no me agradaba para nada. Me adelanté un paso hacia la escalera, observando mejor lo tenso que estaban sus brazos y sus hombros.

Christopher IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora