En el pasillo parecía haber más aire, más oxígeno. Respiré profundamente y apoyé mi espalda contra la pared. Mi vista no estaba del todo bien aún, y mi cabeza dolía por la patada que había recibido segundos antes. Probablemente era un desastre estético, pero qué importaba eso ahora, debía concentrarme, o si no...- ¡Hey! ¿¡Qué haces tú aquí!? – Mi cuerpo se puso en alerta de inmediato y noté que al final del pasillo, una sombra gigantesca había aparecido por la puerta en la que habíamos entrado Janet y yo con James a nuestro lado hacía un tiempo atrás. No podía enfrentarme a él. Mi cuerpo estaba físicamente agotado por ahora, y sabía que sólo traería más problemas. Para empezar, él era gigante, al menos tres _____s, y yo era sólo una. Además, estábamos en un pasillo lleno de habitaciones, que estaban llenas de gente, que no tardarían en escuchar mis gritos de dolor y descubrir que, evidentemente, algo no estaba bien. Y ahí, sólo aparecerían más matones que me triplicaran el tamaño y que no temieran ni dudaran en matarme, así que simplemente hice lo que cualquier persona en mi lugar haría: corrí como una endemoniada hasta el final del pasillo y a la derecha, como Janet me había indicado. Sentía el piso temblar detrás de mí, a lo lejos, por los fuertes pasos que daba mi perseguidor. Ya creía que podía ver las escaleras, y no me atrevía a observar detrás de mi espalda, temía que su mano estuviera más cerca de lo que suponía y terminara por jalarme de alguna parte del cuerpo, haciendo que cayera fuertemente contra el suelo.
Y la peor pesadilla había sucedido, sus dedos habían logrado enredarse en mi muñeca de alguna manera, y todo mi cuerpo había sido despedido hacia uno de los costados del pasillo, no tuve tiempo de oponer resistencia, su fuerza me había jalado hasta una oscura habitación. La puerta se cerró detrás de mí, levanté el cuchillo en el aire pero un susurro me detuvo.
- Soy yo, déjate de estupideces. – Aún así hice fuerza para que me soltara.
- Con más razón debería usarlo, ¿no lo crees? – Christopher resopló en la oscuridad, cansado de mi inmadurez. Bueno, yo estaba cansada de su cara, y nadie hacía nada al respecto, así que por qué debería hacer algo yo para no molestarlo. Soltó mi brazo rápidamente y levantó el interruptor de la luz. No era como si se hubiese hecho una gran diferencia, las luces ultravioletas que colgaban del techo se habían encendido para revelar la cama perfectamente blanca detrás de nosotros, y el piso inmaculado de madera que se encontraba en toda la habitación. Este cuarto parecía ser más pequeño que el que Janet y yo habíamos compartido con James hacía unos minutos. Caminé un poco, observando las cortinas blancas que también brillaban a razón de las luces; la habitación estaba decorada con detalles blancos, probablemente para que resaltaran al máximo, un camino de pintura brillaba por las paredes y conducía a todos lados de la habitación. Una pequeña mesa con cajones estaba junto a la puerta y por alguna razón me sonaba extrañamente familiar. ¿Acaso no había uno de estos en la casa de los Vélez? ¿O estaba equivocada?
- Está viniendo por el pasillo. Rápido. – Christopher se acercó a mí como alma que lleva el diablo, me tomó de las piernas en cuestión de segundos y me levantó como una pluma en el aire.
- ¿¡Pero qué haces!? – Grité en susurros mientras me situaba sobre la mesa y encerraba su cuerpo alrededor de mis piernas. Mis manos desesperadas ante el repentino acercamiento, habían ido a volar en contra de la pared, alejándose de él lo más rápido posible.
- No hay otra salida y van a revisar habitación por habitación hasta encontrarlas a ti y a Janet, ¿cuánto tiempo pensabas que tendrías hasta que todos olieran los litros de sangre y piel quemada? – Odiaba que alardeara de la situación como si lo supiera absolutamente todo. Lo único que Christopher sabía con certeza, era cómo hacer a la gente miserable, eso sí le salía de maravilla, podría enseñárselo a sus hijos si es que tenía y no los hacía miserables a ellos primero. Mi cabeza se giró rápidamente hacia la puerta, al escuchar un grito de un hombre que daba indicaciones a alguien para que revisara los cuartos de la derecha. Sus pasos no deberían estar ni a dos metros de nuestra puerta y sentí casi como si mi corazón latiera igual de rápido que el sonido que sus zapatos daban contra al suelo cada vez que caminaba. – Bésame el cuello. – Había que admitir que también tenía la habilidad de hacer que todas las situaciones se volvieran más incómodas e insoportables si él estaba dentro de la habitación o si simplemente lo deseaba. Otro don de Christopher Vélez. Mis ojos volaron a los suyos que me miraban con intensidad, evidentemente, estaba hablando completamente en serio. Cuando su voz salió de sus labios nuevamente, lo hizo tan rápido que me tomó un par de segundos poder entenderlo. – Somos vampiros, he pagado para acostarme contigo. Ahora, bésame el cuello. – Su voz se hizo más ronca en la última oración, y por más que mi cerebro estaba gritando "¡Deja que los descubran! ¡Que los maten si es necesario! ¡Pero que ni se te ocurra poner tus labios sobre su estúpido cuello!", mi boca y mis ojos miraban la piel expuesta sobre su camiseta, pensándolo seriamente, como una posibilidad muy viable. De cualquier manera, no fue decisión mía, ya que Christopher, cansado de mis dudas, tomó mi cuello con una de sus manos y lo posó sobre el suyo de inmediato, mientras con su otra mano me tomaba por la cadera y apretaba con fuerza mis piernas para moverlas aún más cerca de su cuerpo. Escuché el sonido de la puerta al tiempo que los pasos en el pasillo se detenían. - ¡Hey! ¡Estamos ocupados hombre! – Gritó, con la misma voz ronca que había tenido antes. Sentí mi aliento rebotar sobre su piel y chocar contra mis labios nuevamente. ¿Por qué estaba tan agitada? Sin querer, mis labios terminaron por rozar una pequeña porción de su piel, y noté cómo todo su cuerpo se movía casi imperceptible. Sólo había tenido la posibilidad de darme cuenta debido a nuestra repentina cercanía. Esperen un segundo... ¿Es que yo había sido la responsable de que el mismísimo Christopher Vélez tuviera escalofríos? No podía ser posible.
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Christopher II
FanfictionSegunda Temporada de "Christopher" -No vale la pena que sigas llorando. -Miré al asiento del copiloto, en donde la imagen de Christopher me atormentaba. -Sal de mi cabeza. -Susurré, mientras apretaba el acelerador hasta el fondo y miraba al frente...