CAPÍTULO 7

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Alex nunca ensayaba.
Desde que la banda había alcanzado el estrellato, ella no solía tomar su guitarra fuera del escenario para hacer ensayos sola ni mucho menos con el resto de la banda, más que en los sound checks previos a los conciertos.
Pero llevaba ya un poco más de una hora intentando tocar «Smoke on the water » de Deep Purple, pero sus dedos simplemente no respondían, y precisamente no lo hacían porque su cabeza estaba enfocada en otra cosa, aunque no era una cosa precisamente, y tenía unos cabellos rubios como el oro y unos ojos azules como el mismo cielo, pero tenía un carácter digno de un demonio.

🎶 Blue eyes
(Ojos azules)
Ooh, I love blue eyes
(Ohh, yo amo los ojos azules)
When I'm by her side
(Cuando estoy a su lado)
Where I long to be
(Donde debería estar)
I will see
(Veré)

Blue eyes laughing in the sun
(Ojos azules riendo en el sol)
Laughing in the rain
(Riendo en la lluvia)
Baby's got blue eyes
(La bebé tiene ojos azules)
And I am home
(Y yo estoy en casa)
And I am home again
(Y yo estoy en casa de nuevo)🎶

Se descubrió a sí misma cantando esa canción de Elton John que ni siquiera se sabía completa.
«The retreat» nunca estuvo en su playlist, sin embargo, no podía dejar de escuchar esa tonada pegajosa dentro de su mente que siempre era un agujero negro bastante profundo, aunque ahora resultaba bastante predecible para Nicky, así que la estaba evitando a toda costa.
Lanzó su guitarra al sofá y se levantó hacia el balcón, estaba ya por terminar la segunda cajetilla de cigarros y luchaba por mantener la calma y no entrar en esa fase de ansiedad que la hacía salir y cometer estupideces en los bares o lugares donde solía remediar su soledad consiguiendo chicas.

Piper no le había vuelto a decir que debía comportarse, pero ella de verdad quería hacerlo.
Se sentía avergonzada con la abogada por haberla hecho quedar mal cuando creyó en ella, y aunque no iba a pedirle disculpas por sus actitudes tontas y la manera en que la despreciaba a ella y a su banda, por lo menos iba a tratar de remediar las cosas de la forma en que le fuera posible, así que ahí estaba, encerrada en su habitación de hotel sin saber nada de Nicky ni de nadie más.
Alex odiaba el hecho de que alguien tuviera esa especie de "poder" sobre ella, y más aún alguien como Piper que lo único que sabía hacer era fruncir el ceño y decir cosas insultantes que parecían ensayadas para salir de su pequeña boca en formas complicadas en las que, si no estabas poniendo atención de verdad, no podías siquiera entender que te estaba agrediendo.
No quería saber mucho de ella, pues dio por sentado que si la ignoraba lo suficiente se iba a librar de ella y la iba a dejar trabajar en paz también para que se concentra en todas las legalidades necesarias para resolver su caso, pero no estaba funcionando.
Ya habían pasado un par de semanas desde la última vez que la había visto en ese café con Red para hacerla volver al equipo, y no había tenido señales de ninguna de las dos, pero sin duda, Piper estaba clavada en su cabeza como un acorde mal hecho que la llenaba de ansiedad y muchas ganas de solucionarlo.
Pero seguramente Piper no necesitaba ser solucionada por nadie.

La pelinegra miró por el balcón la ciudad enorme en movimiento.
Estaba comenzando a ser esa hora del día en que los trabajadores van a sus casas y el tráfico se vuelve una completa locura, eran cerca de las seis de la tarde y el sol comenzaba a ocultarse lentamente dándole paso a las estrellas y la noche. Los autos que transitaban por las avenidas y calles se veían minúsculos, como de juguete debajo de ella, que ni siquiera les prestaba demasiada atención.
Su mirada estaba en las tenues lámparas que parpadeaban con insistencia encendiéndose de forma automática en diferentes sectores de la ciudad.
Alex siempre había adorado ver cómo la ciudad entera iba llenándose de luces de farolas encendidas de forma aleatoria en toda el área que alcanzaba a ver desde su hotel.
Que se hospedara en ese sitio no era casualidad. Sus padres habían sido bastante extraños a decir verdad, y gran parte de su infancia la había pasado viviendo en ese lugar como si fuera un departamento de renta.
Nunca se interesó demasiado por saber la razón por la que vivían en un hotel, pero recordaba a la perfección que su madre le había insistido un millón de veces en mentir cuando le preguntaran en la escuela sobre donde vivía. Porque por supuesto era un foco rojo para servicios sociales saber que vivía en un hotel, dónde de hecho, escuchaba y veía cosas demasiado inadecuadas para su edad, y sobre todo, porque ella iba a la escuela en otro distrito, y su madre había mentido para que le dieran la beca en esa escuela que, según ella, era mejor.
Así que se había aprendido una dirección falsa, que de hecho tenía escrita en cada una de sus chaquetas y abrigos, así como en su mochila, y ahora que lo pensaba, eso era demasiado irresponsable y peligroso, pues si algo le sucedía la llevarían directamente a una casa que no sabía ni de quién rayos era. Pero afortunadamente, Alex fue una de esas niñas de las que son todo terreno, a las que los resfriados, los charcos con lodo y los raspones en las rodillas no detenían, y nunca necesitó que la llevaran a su domicilio falso.

LOVE HER MADLYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora