CAPÍTULO 24

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— Esto es lo que quieres, ¿eh? — la mirada molesta de Alex le caló hondo mientras se arrancaba la camiseta ante los ojos de ese azul ahora oscuro de la rubia que no podía más que mantenerse de pie. — Voy a follarte como mereces porque estoy furiosa contigo.

 — Voy a follarte como mereces porque estoy furiosa contigo

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— Yo no te hice nada... — jadeó sacándose la ropa por sí misma, y una vez libre de todo, Alex la empujó haciéndola caer en el colchón con más brusquedad de la que le habría gustado.

— Exacto, no hiciste nada, y debiste hacer algo para no hacerme enojar.

Piper se sentía extraña, habían tenido sexo asombroso un montón de veces esa noche, pero Alex insistía en irse.
No habían peleado, y había quedado claro que no tenía nada con Zelda, pero al mismo tiempo sentía como si hubiera una pared en medio de ella y Alex que no las dejaba conversar como lo habían hecho otras veces cuando el fuego las consumía hasta dejarlas sin fuerzas y las anécdotas del pasado las hacían recobrar la paz y calmar un poco el agitado palpitar de su corazón.
Alex tampoco había querido comer nada, ni siquiera a Piper. Habían hecho otro montón de cosas que no incluían sexo oral, pero su rostro había estado también lejos del de la rubia, enterrado en su cuello o besando otras partes de su cuerpo, tanto que parecía que trataba de evitar besarla en los labios.

— Quédate... — dijo casi sin voz viéndola salir del baño dando saltitos para subirse los pantalones. Sus ojos verdes la miraron casi con desconcierto.

— No... Necesito ir a mi suite y preparar algunas cosas para el show del fin de semana. Ni siquiera sé qué atuendo me pondré.

— De verdad no quiero que te vayas. — se mordió los labios bajando la mirada.

— Pipes... — pasó saliva acomodándose las gafas e intentando ser fuerte y no sucumbir a las palabras, por primera vez insistentes de la rubia que le revolvían las entrañas. — Nos veremos después.

— El fin de semana me iré de viaje. — Ahí estaba precisamente lo que tenía molesta a la pelinegra. No había mencionado eso, aunque más le molestaba que no tenía por qué sentirse molesta y también el hecho de que Zelda lo supiera antes que ella. — No podré verte en unos días.

— Oh... — se acomodó el cabello. — Bueno... Serán noches largas sin hacerlo contigo.

— Sé que tal vez no te importa, pero iré a visitar a mi abuela a Minnesota... Hace más de diez años que no la veo, y la verdad ella era mi única válvula de escape de las exigencias de mis padres. — se colocó una camiseta y caminó también al cuarto de baño sin dejar de ser observada por Alex.

— ¿A qué parte de Minnesota? ¿Es tu abuela la que adoraba tocar el piano para ti y que nunca quisiste aprender? — preguntó recordando una de sus pláticas en la alfombra.

— Sí, mi abuela Celeste... — Piper sonrió solo de pensar en ella. — Ella tiene una granja en Hastings, una ciudad ubicada a orillas del río Misisipi, en el condado de Dakota.

LOVE HER MADLYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora