CAPÍTULO 37

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Después de unas cuantas llamadas, Piper y Lorna acordaron que era mejor darle prioridad a su divorcio antes que tratar de convencer a Nicky de perdonarla y darle otra oportunidad.
Era una situación complicada, pero Piper había logrado hacerla pensar lo suficiente como para ponerse en el lugar de la pelirroja e imaginarse lo difícil que estaba siendo para ella sobrellevar toda la situación.
Así que ahora, su abogada de cabecera era la rubia, quien en algún determinado momento debería viajar hasta Australia para concretar el asunto del divorcio de Lorna.

Ahora la conocía un poco más y también el trasfondo de todo lo que había sucedido desde que conoció a Nicky, y podía decir que Lorna era increíble para la pelirroja.
Era mas o menos de su misma estatura, bastante linda y por la desesperación con la que la escuchaba del otro lado de la línea, Piper podía casi jurar que Lorna de verdad amaba a Nicky, y cada vez eso la convencía más de querer ayudarla.
Sabía que a su manera, Lorna estaba luchando por el amor de su vida y también que si había aceptado hacer todos sus trámites legales antes de reunirse o intentar hablar con Nicky, hablaba bastante bien de ella.

Piper había estado estresada desde hacía unos cuantos días porque no podía ver a Alex tanto como quería. Ni siquiera habían podido dormir juntas porque precisamente el rumor de que ellas dos estaban demasiado juntas, había sonado por los pasillos de su propio edificio, después de que el resto de sus compañeros habían visto el montón de veces en que Alex se había paseado por ahí, y más específicamente en la oficina de la rubia.
Y eso sin contar que el siguiente fin de semana, o sea en un día y medio más, Alex se estaría yendo a Nueva Jersey para reunirse con su familia, y ni siquiera la había invitado.
Ella no sabía lo que hubiera respondido ante la invitación, pero sabía que al menos se habría sentido un poco mejor.
Todavía no estaba dispuesta a poner en claro sus sentimientos sobre Alex ante todo el mundo, pero si sabía que quería conocer todo sobre ella, sus gustos, su familia, su vida en general, aunque por el momento no fuera posible porque ella así lo quería.

Firmó un par de documentos y los toquesitos en su puerta la hicieron levantar el rostro de lo que estaba haciendo.
Ella no esperaba a nadie, y normalmente Alex no tocaba, así que ni siquiera se emocionó.

— Adelante.

— Ho-hola, Piper... — saludó el hombre con voz nasal mientras intentaba esbozar algo parecido a una sonrisa.

— Larry... — dijo poniéndose de pie sin mucho entusiasmo.

— Discúlpame por venir así, pero — pasó al fin del marco de la puerta. — necesitaba consultarte sobre algunas cosas.

— Oh, no hay problema. ¿Sobre qué?

— Me siento un poco incómodo solo viniendo de la nada y hablando de trabajo... Así que dime, ¿cómo estás?

— Oye, — se cruzó de brazos — hace meses que ni siquiera me hablas y ahora estás aquí, preguntándome cómo estoy. ¿Cómo se supone que tome eso?

— Solo quiero que esto no sea incómodo.

— Lo siento, pero lo está siendo y mucho.

— Vamos, Piper... Solo, sé tú misma y...

— Eso estoy siendo, y si no te gusta entonces déjame trabajar.

— Si no quieres ayudarme, entonces bien, buscaré a alguien más. — frunció el ceño. — Ahora que eres más famosa parece que la fama te ha inflado la cabeza.

— Si no quieres que me haga famosa por golpear a un compañero de trabajo, mejor vete.

Ella sentía en su interior lo mucho que le pesaba comportarse así, pero sentía la mala energía que Larry despedía, como una especie de vibraciones fuertes que la comenzaban a aturdir, y la única manera de hacerlo alejar era tratándolo justamente como se merecía.
Después de todo Piper no había olvidado cómo se había comportado Larry hablando de Alex como si la conociera, diciendo cosas tan poco agradables que ahora pensaba que se merecía una buena cachetada.
O incluso dos.

LOVE HER MADLYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora