LOVE HER MADLY

CAPÍTULO 40

La grandiosa idea de Red evitó que tuvieran que ir a la corte por el caso del que las acusaban, pero terminaron yendo de cualquier forma para acusar formalmente al abogado Caputo de acoso sexual.
Se había librado ya de la acusación que habían hecho cuando Zelda intentó persuadirlas, pero no pudo hacerlo en esta ocasión porque Piper y Red se dieron a la tarea de reunir si no es que a todas, al menos a la mayoría de las mujeres que ese hombre asqueroso había acosado o que con engaños había conseguido llevar a la cama.
Eran indudables e infinitos los contactos que Red tenía en la corte, además de que su intachable personalidad era algo que podían destacar en todos los medios, por lo que el juez en turno se prestó para escuchar su versión de los hechos y le recomendó que era apropiado realizar una contrademanda hacia Larry.

Así que, establecieron horarios el mismo día para ambas audiencias, aunque una sería defendida por Piper y otra por Red.
Eran juicios sencillos, pues las dos estaban seguras de que iban a ganarlos, y demostrarle una vez más a ese par de tontos que no debían meterse más con ellas, y así fue.
La única complicación fue el darse cuenta de que la misma Zelda estaba presente y colaborando con Caputo para poder ganar el caso de Larry aunque no le beneficiaba en gran cosa, más que en afectar a Piper y por consecuente, a Alex también.
Ahora que sabía que la pelinegra estaba oficialmente con Piper la rabia crecía en ella como el fuego consumiendo una hoja de papel.
Había tenido sentimientos negativos fuertes por otras personas, pero lo que sentía por Alex le había oscurecido los días casi tanto como una negra noche sin una sola estrella, así que si antes no había logrado joderle la vida a la pelinegra, ahora estaba decidida a hacerlo, por lo que el par de abogados que estaban al lado de Caputo para apoyar el caso, habían sido financiado por ella.

La ira creció dentro de ella al darse cuenta de que aquello no había dado el resultado que estaba esperando, y mientras se deshacía en una discusión con Larry en las escaleras de entrada a la corte, después de que el abogado Caputo hubiera perdido el caso y después incluso lo hubieran sentenciado por acoso laboral, y aunque uno de los abogados que Zelda contrató estaba con la mentalidad empeñada en ayudarlo a conseguir por lo menos un arresto domiciliario, pero eso ya no les importaba, Alex salía por la puerta enorme de madera de la mano de Piper.

Las miradas se encontraron como si fueran un par de gatos a punto de lanzarse sobre la otra para desgarrarle la cara.
Alex frunció el ceño frente a la pelirroja que de inmediato enfocó su mirada molesta a las manos unidas de las dos, y de inmediato dejó hablando solo a Larry para acercarse a ellas que pasaron de largo sin prestarle más atención a ella ni al tipo con el que discutía.
Sus ojos se clavaron en la espalda de las chicas y caminó tras ella con prisa, bajando los escalones casi como dando zancadas para acercarse cada vez más rápido a ellas.

— ¡Hey! — gritó. — ¡Imbécil! Ahora resulta que tienes una novia, ¿no es cierto? Siempre queriendo ganarme toda la atención, incluso de la abogada.

— ¿Ganarte la atención? — Alex se dio la vuelta para encararla y aunque soltó a Piper, la rubia de inmediato la siguió. — Jamás puedes conseguir atención en un sitio donde yo esté.

— Me quitaste mi oportunidad con Piper, me echaste de tu banda, estás del lado de quienes metieron a mi abogado a la cárcel, ¿qué sigue? ¿Vas a quitarme también mi casa?

— Yo no te quité nada, idiota. — se paró frente a ella con rectitud y el rostro molesto. — Has estado actuando mal, el karma es quien te lo ha cobrado, no yo. Y Piper ha sido mía desde el día uno en que nos vimos.

— ¿Cómo puedes estar con alguien así? — miró a la rubia. — Te está tratando como una cosa de la cual puede hacerse la dueña.

— Sabes a lo que me refiero, no trates de hacerme lucir como una desconsiderada, porque Piper sabe que no lo soy, y me ama.