CAPÍTULO 20

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Alex se estiró un poco sintiendo en seguida el cuerpo desnudo y cálido a su lado. Había pasado una noche entera con la abogada, y sin pensarlo mucho supo que esa había sido la mejor noche de sexo desenfrenado en su vida, y sonrió recordando que para Piper había sido igual, puesto que entonces habían acordado que no era la única que pasarían juntas de esa forma.
Suspiró y tomó una aspiración honda que le trajo el aroma de la rubia en seguida, revolviendo en sus sentidos sexo, sudor y su deliciosa presencia.

La abogada ya no le daba la espalda, estaba frente a ella con el rostro pacífico, profundamente dormida con el cabello revuelto y casi acurrucada con Alex. Sus cabellos rubios estaban regados por la almohada y parte de su precioso rostro, pero Alex necesitaba ver de nuevo ese par de ojos azules que la noche anterior no la habían observado mucho.
Se giró hacia ella completamente y no pudo evitar pasear sus ojos en los pechos pequeños y apetecibles que estaban al descubierto frente a ella. Había dejado unas cuantas marcas al rededor de los pezones, y jamás se había sentido tan orgullosa por algo así, y aunque era tonto, el solo hecho la hizo sonreír.
A detalle observó su precioso rostro descansando, sus mejillas, su nariz y esos labios dulces y atrevidos que ahora podía admitir libremente que adoraba, ni siquiera se pudo contener un instante más y con suavidad le acarició la mejilla, le recogió el cabello del rostro haciendo que la rubia se quejara un poco, y luego se acercó a ella despacio sin dejar de mirarla a los labios.

La respiración de Alex chocó con el rostro de Piper y entonces las caricias en la mejilla ya no pasaron desapercibidas, pues los diamantes azules al fin despertaron y lo primero que vieron fue a la hermosa mujer que la observaba de cerca.
La abogada sonrió, y lo hizo con ganas.

Había sido por mucho la mejor noche de su vida y genuinamente se alegró de estar compartiendo la cama con la guitarrista, aunque eso no le borraba los recuerdos desagradables de cada pelea con ella, pero aún así, no pudo evitar sentirse complacida...

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Había sido por mucho la mejor noche de su vida y genuinamente se alegró de estar compartiendo la cama con la guitarrista, aunque eso no le borraba los recuerdos desagradables de cada pelea con ella, pero aún así, no pudo evitar sentirse complacida de que Alex fuera lo primero que vieran sus ojos.
Sin siquiera decir una sola palabra, y en perfecta sincronía, ambos rostros se acercaron para darse un beso que en seguida subió de tono incendiándoles la piel con rapidez.

— Tengo que trabajar... — se quejó jadeando mientras los labios de la guitarrista bajaban por su cuello delicioso y sus manos acariciaban su piel sin un poco de calma.

— Aún es temprano...

— Si... Pero necesito ducharme y comer algo... — su voz parecía más bien querer convencerse a sí misma de salir de la cama.

— Si nos damos prisa podrás tomar café... — ronroneó besándole el pecho.

— Hablo en serio. — la apartó jalándole el cabello. — Red me mataría si no le entrego los archivos de hoy en orden y a tiempo. — un pico en los labios de la pelinegra y luego giró para ver el reloj de la mesita de noche.

Eran cuarto para las siete, seguramente tenía tiempo justo solo para arreglarse y comer algo, pero ver a Alex desnuda en su cama le trajo deseos de salir más tarde y culpar al tráfico por su tardanza en llegar a la oficina.

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