CAPÍTULO 17

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Trató por todos los medios de conservar su dignidad al menos frente a todos sus compañeros de trabajo, aunque la voz dentro de su cabeza le decía que ya la había perdido con Alex, al igual que la cordura.
¿Cómo había sido capaz de permitirse llegar a tanto? Ni siquiera con sus parejas en la primera cita Piper había dejado a alguien tocar así su cuerpo. Cuerpo que ahora estaba caliente y sonrojado mientras avanzaba hacia la oficina de al lado, donde una muy furiosa Red la esperaba.
Se abotonó el último par de botones de su costosa blusa mientras Alex caminaba junto a ella con la mirada en el suelo y sus pensamientos elevados hasta donde su imaginación le permitía llegar, aunque ella no necesitaba tanto de su imaginación después de haber tenido de esa forma a la abogada.

— ¿La respuesta definitiva es no? — preguntó parándose frente a la puerta de Red para que Piper no la abriera de inmediato.

— Sí. — la miró con fastidio.

— ¿Entonces sí? — jugueteó

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— ¿Entonces sí? — jugueteó. Adoraba hacer estallar a Piper, estaba muy segura de que cuando reaccionaba de esa forma exasperada lucía diez veces más linda.

— ¡No! — la voz chillona de la rubia hizo a todos voltear el rostro para verlas interactuar, lo que por supuesto la puso más nerviosa y trató de bajar la voz. — En ninguno de los escenarios posibles yo iría a tu departamento, olvídate de lo que pasó y...

— ¿Es más fácil ir al tuyo? — se lamió los labios. — Juro que no seré un dolor de cabeza, pero no puedes negar que deseas hacerlo conmigo tanto como yo te deseo a tí.

— ¿Quieres callarte? — Piper la miró de mala manera. — Lo último que necesito es que haya rumores de mí por ahí, así que vete y no vuelvas si no tienes una cita conmigo.

— Oh... — se rio entre dientes. — ¿Es eso? ¿Quieres que esto sea más formal? 

Por un momento el rostro crispado de Piper pareció a punto de explotar, y aunque la guitarrista sabía bien a lo que se refería con eso de que debía hacer una cita, prefirió cambiarlo de contexto para así molestarla un poco más.
Sabía bien que el deseo seguía instalado en ella como una mancha de vino sobre la alfombra, y entre más quisiera limpiar, se quedaría más impregnado en ella y eso a Alex le encantaba.
No era solamente el querer llevársela a la cama, más bien, lo que ella quería conseguir era hacerla enfrentar sus propias emociones y que aceptara de una buena vez que la guitarrista no le era indiferente, y que le importaba tanto como a Alex le importaba ella.

— Vete de aquí. — Piper la fulminó con la mirada por centésima vez.

— Hemos jugado casi siempre de tu lado del tablero, abogada, — le dijo con la mirada juguetona. — pero cuando yo te encuentre en mi lado, entonces las cosas van a estar a mi favor.

Piper rodó los ojos y  Alex simplemente sonrió haciéndose a un lado para que pudiera abrir la puerta, y después de eso no hubo nada más.
La guitarrista solo avanzó rumbo al ascensor ante la mirada de todos quienes habían percibido su presencia y aunque Piper al abrir la puerta giró un poco para verla, Alex no volvió a voltear.
Piper ni siquiera había entendido lo último que la pelinegra le dijo, ¿jugar en su lado del tablero? Aquello no tenía sentido, o al menos ella no lo entendió, pero a lo que Alex se refería era a que las veces que había sucedido algo entre ellas había sido en territorio de Piper, por decirlo de alguna manera. Primero el beso en la puerta de su departamento, y ahora todo ese asunto que de un momento a otro se descontroló justamente en la oficina, y ella no iba a darse por vencida tan fácil cuando las cosas se pusieran intensas en alguno de sus escenarios.

LOVE HER MADLYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora