✨🎸 EPÍLOGO 🎸✨

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°°°POV Piper°°°

La bebé llora con desesperación y comienzo a creer que esto no fue una buena idea.
Alex está a unos minutos de llegar de ese concierto al que no pude ir por quedarme con la bebé, y juro que voy a golpearla a penas me sonría entrando por la puerta, porque ella fue quien prácticamente arregló que esto pasara.
Claro que yo accedí, pero la que más insistente estuvo fue mi guitarrista convenciéndome de que iba a recompensarme, y en ese momento me pareció que sería justo y valdría la pena ceder, pero ahora estoy casi dándome de golpes en la cabeza.

No puedo quejarme de Ellen, ella durmió gran parte de la noche, pero ahora no logro sacarla de la tina, e incluso yo estoy ya empapada por los chapoteos que la bebé hace, y temo que vaya a resfriarse por seguir en el agua después de tanto rato.
He estado llenando la bañera constantemente para que el agua no se enfríe demasiado, pero son casi las doce y ella no quiere salir del agua.

— Ellen, cariño... — le digo con la voz más dulce que puedo. — Ven acá, vamos a jugar con tus sonajas, ¿quieres?

La bebé me observa dos segundos y vuelve a chapotear empapando el baño y parte de mi cabello.
Comienzo a vaciar la bañera y la bebé se queda seria notando como sus juguetes giran al rededor del agujero de la coladera, y cuando el agua baja demasiado de nivel, ella hace un puchero y me mira con los ojos enrojecidos a punto de llorar.

— No me hagas llorar a mí, nena... Vamos... Prometo que pondré esa música que te gusta aunque me cause migrañas, solo no llores...

Y de pronto un grito ensordecedor y lágrimas que escurren amenazando con llenar de nuevo la bañera inundan todo el espacio haciéndome querer llorar también con ella.
Con todo el cariño que me es posible expresar, la envuelvo en una toalla cálida y la abrazo a mi cuerpo para secarla y llevarla conmigo a la habitación para vestirla.
La bebé patalea y chilla a todo pulmón, con el rostro rojo y malhumorado a punto de estallar por el enojo que siente de haber sido retirada del agua y yo juro que necesito un cigarro justo ahora.

Contra su voluntad la seco y le pongo una pequeña pijama rosada y suave que parece calmarla un poco.
Le preparo un biberón y pretendo arrullarla al ritmo de alguna pieza de Antonio Vivaldi de la que ni siquiera recuerdo el nombre, solamente el eco sordo casi olvidado de su tonada resuena dentro de mi cabeza para ser reproducido por mi boca en un intento de ayudar a la bebé a relajarse, y aunque tarda un poco, al fin se concentra en observarme y beber su leche con mucho esfuerzo.

No sé cuánto tiempo pasa, pero aunque la veo con los ojos cerrados y ha dejado vacío ya su biberón, no voy a arriesgarme a sentarme y que se despierte, así que solamente camino por la habitación con ella en brazos, luego voy a la cocina y me sirvo con mucho cuidado, un poco de vino en una taza para no hacer ningún ruido que pueda perturbar el sueño del pequeño ángel endemoniado que tengo en los brazos.
La puerta hace un fuerte estruendo y Ellen salta como si le hubieran dado electrochoques, y puchero que amenaza con comenzar de nuevo a deshacerse en pequeños ruidos acompañados lágrimas por parte de la bebé, y yo con molestia me giro con ella en brazos.

La puerta hace un fuerte estruendo y Ellen salta como si le hubieran dado electrochoques, y puchero que amenaza con comenzar de nuevo a deshacerse en pequeños ruidos acompañados lágrimas por parte de la bebé, y yo con molestia me giro con ella en ...

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