CAPÍTULO 44

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Sostuvieron la mirada por unos momentos, y aunque la rubia tenía mucho que decir, su boca parecía no querer producir un solo sonido.
Ni siquiera podían parpadear, pues la tensión provocada por las palabras de Alex estaba causando verdaderos estragos en ambas, porque nunca, ni siquiera cuando no eran nada, se había dado una situación como esa.
Piper había creído y confiado en Alex aún sin conocerla, había apostado su recién adquirido puesto en la oficina de Red por la guitarrista, y aunque la había defraudado, ella había puesto todo a su favor desde ese primer momento, porque su corazón le estaba dictando lo que debía hacer y ella lo obedeció sin más.

— Necesitas entenderme un poco, Alex.

— Te entiendo, de verdad lo hago, pero parece que tú no me entiendes a mí. — repuso con molestia.

— ¿Qué necesito entender?

— Que te amo. — frunció el ceño. — De verdad lo hago pero si tú no pones de tu parte entonces no hay nada más que decir.

— Yo también te amo, pero esta conversación no va a ningún lado, pero yo sí. No podemos solo pelear y no resolver nada, así que te veo mañana.

— ¿Te vas? ¡Vaya manera de enfrentar las cosas! — se llevó una mano a la frente con exasperación.

— No quiero decirte nada que después nos haga sentir mal a las dos. — dio un paso hacia ella. — Y tampoco estoy dispuesta a que terminemos, solo creo que necesitamos calmarnos un poco.

— ¿Y a dónde mierda vas?

— Oh no, a mí no me vas a hablar así, entiendo que estés enojada conmigo, pero nada te da el derecho a ser grosera. — frunció el ceño también.

— Me conociste siendo así, de hecho, te topaste con la peor versión que tenía para ofrecer y eso no te importó, aún así te enamoraste de esta grosera.

— Necesitas unas buenas nalgadas. — se rio con altanería. — Y espero poder dártelas pronto.

— Si te vas, no quiero volver a verte.

— Sabes que sí quieres, preciosa. ¿Traigo el desayuno mañana? — la seguridad en la voz de la rubia hizo enojar más a la guitarrista que no pudo contener el siguiente insulto.

— Jódete, Piper.

— Te amo, Alex. — enfatizó también llamándola por su nombre.

Le dio un beso en la mejilla mientras Alex permanecía más quieta que un maniquí, y tal como lo había dicho, salió de la habitación y luego del departamento sin ser perseguida por la pelinegra, aunque pensó que así sería.
Caminó por el pasillo hasta el elevador con la sensación de ser observada, pero prefirió no hacer caso y seguir avanzando. Una vez dentro, tomó su celular y revisó las notificaciones que tenía, había un montón de notas periodísticas relatando el suceso que involucraba a Alex, y debajo de ellas, muchas personas comenzaban a insultarla diciéndole cosas que ella jamás habría querido leer refiriéndose a su novia, y más aún, de fans que decían dejar de seguir la banda por la misma situación, negándole el derecho de la duda a Alex.
Sentía remordimiento, claro que sí, porque ella también había estado dudando de su propia novia, aunque podía alegar perfectamente que la conocía más que nadie, pero también necesitaba un poco de tiempo para poner en perspectiva las cosas y también para que Alex se calmara. Es cierto que ella había iniciado toda aquella conversación, pero no era su fuerte lidiar con las cosas cuando se salían de control, y aunque hubiera deseado quedarse a dormir con Alex, no lo hizo esa noche.
Por el asunto del arresto domiciliario estaba por de más entendido que la guitarrista no iría a ningún lado, porque de hecho, no podía hacerlo, pero de cualquier forma, no solo por eso confiaba en ella.
Alex le había demostrado lo enamorada que estaba de ella de una y mil maneras, había dejado de meterse en escándalos, le había prometido exclusividad cuando iniciaron con su absurdo acuerdo, le había llevado un hermoso piano a su abuela, habían tenido un montón de momentos increíbles, había salido del clóset por ella y respetado su decisión de no revelar aún su relación hasta que ella creyó que era momento y se sintió lista para anunciarlo, ¿entonces por qué aún había dudado?

LOVE HER MADLYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora