CAPÍTULO 43

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El cuerpo de Alex pesaba, como si estuviera cargando toneladas de peso en cada una de sus extremidades, pero eso no le impidió incorporarse hasta quedar sentada con ayuda de un par de almohadas que Piper colocó tras su espalda, y también asegurándose de que su sonda de oxígeno no estuviera doblada o aplastada.
La pelinegra aprovechó la cercanía de su novia que decía ya no ser su novia, para tomarle la mano aunque la suya dolía por las conexiones intravenosas que llevaba pinchando sus venas.

— ¿Por qué me dices eso, mi amor? — la miró con el dolor dibujándose en sus ojos verdes. — ¿Qué sucede?

— No vamos a hablar de esto ahora que acabas de recuperar el conocimiento, y menos aquí. 

— Necesito saber por qué me estás hablando así, de verdad mi cabeza está muy confundida y no sé lo que ha pasado.

— ¿Era tan difícil hablarme con la verdad? — suspiró como dándose por vencida. — ¿Desde cuando me estabas engañando con ella?

Sus ojos vidriosos ahora eran acusadores, y el ceño de Alex se frunció con confusión. 
¿Engañando? Pensó con dificultad en las cosas que había hecho, y aunque su vida solía ser un desastre y no tenía nada serio con nadie, cuando Piper apareció con esos hermosos ojos azules y esa combustión interna que la incendiaba todo el tiempo, supo que no necesitaba a ninguna otra mujer en su vida.
Que no había nada ni nadie que anhelara más tener a su lado que esa abogada gruñona que la desnudaba a penas la tenía en frente, y que no solamente le había quitado la ropa, si no que también, le había quitado sus miedos y sus inseguridades, sin contar que por arte de magia había logrado que sus deseos por no dejar a nadie más entrar a su corazón o siquiera acercarse, se hubieran desvanecido como la tormenta al darle paso al sol.

— ¿Engañando? Pipes, yo jamás lo he hecho, ni siquiera con el pensamiento. Pensé que sabías lo mucho que te amo.

— Creí que de verdad me amabas... — sollozó alejando su mano de la de Alex. — ¿Era la primera vez que cogías con ella? — dijo con amargura aún sabiendo que a la guitarrista no le gustaba en absoluto el uso de esa palabra, estaba a punto de llorar pero aún así aguardó por la respuesta mordiéndose los labios.

 — ¿Era la primera vez que cogías con ella? — dijo con amargura aún sabiendo que a la guitarrista no le gustaba en absoluto el uso de esa palabra, estaba a punto de llorar pero aún así aguardó por la respuesta mordiéndose los labios

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— No sé de qué me hablas... Ni siquiera me dejas energía para cepillarme los dientes después de hacer el amor contigo, menos aún podría tenerla para engañarte.

— Discúlpame, le diré a mi cuerpo que deje de ponerse caliente cuando te veo. — Alex conocía a la perfección ese gesto, la rubia estaba de verdad furiosa y ese era el momento preciso para dejar de pelear, aunque en realidad ella no pretendía discutir en primer lugar.

— Preciosa, no me estoy quejando. — con lentitud bajó una pierna de la cama y se arrastró para bajar la otra con mucho esfuerzo, mientras la rubia aguardaba observando por si necesitaba intervenir. — Me encanta que seas así, y yo te amo, amo tener sexo contigo y amo gustarte tanto como para que me desees todo el tiempo. 

LOVE HER MADLYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora