LOVE HER MADLY

🎸 CAPÍTULO EXTRA 🎸

Habían planeado todo en tiempo maratónico.
La comida, la recepción, los vestidos, todo estaba perfectamente organizador para al fin llevarse a cabo una semana antes de que “Pearl Jar” se fuera a su gira de regreso.
No había muchos invitados en la lista, pero para Piper y Alex solamente bastaba con verse a ellas frente al altar y sus seres queridos más cercanos para tener una boda feliz.
Y así había sido.
Hubo muchas lágrimas y emociones, pero sobre todo, se respiraba un ambiente cargado de buenas energías y mucho amor.

La luna de miel fue increíble, definitivamente marcó un parteaguas en la vida de ambas, pues aunque habían hecho muchas cosas juntas, sin duda, el estar solo ellas dos en un sitio en el que nadie más las interrumpía o necesitaba algo de ellas, sin duda era algo que disfrutaban mucho.
Alex había suspendido su terapia momentáneamente para pasar una semana lejos de todo y todos, menos de Piper, pues llevaba ya meses trabajando en las áreas difíciles de aceptar en sí misma, y aunque todo era un sube y baja de emociones que habían traído diferentes impactos en ella y su relación, pero de cualquier forma, siempre buscaba limar asperezas y aceptarse para poder también mejorar las cosas con Piper, quien había sido un increíble apoyo para ella, y ahora era su esposa.

Era el último día en Bali, y aunque habían tenido una ardua mañana en la cama, en la que ninguna de las dos pudo salir antes de medio día de ella, estaban deseando como un par de adolescentes locas volver a la habitación.
Caminaban de la mano por la playa, con los últimos rayos del sol que iban desapareciendo al igual que el resto de personas curiosas que de vez en cuando se acercaban a Alex para tomarse una foto o para que les firmara algo, cosa que, sin duda, ya no era novedad, e incluso a veces también pedían fotos con Piper, puesto que era como una especie de heroína que ahora había logrado sacar del closet a Alex después de tantos años de negarlo públicamente.

Para cuando decidieron sentarse en la arena, lejos de las últimas personas que estaban aún disfrutando del atardecer, Piper no estaba dispuesta a comportarse, pues aunque en la mente de Alex todo estaba rayando por lo romántico, la rubia tenía otros planes bastante distintos.
Alex tenía las rodillas dobladas mientras la rubia estaba entre ellas, con la espalda recargada en el pecho de la guitarrista y acariciando los muslos suavemente.

— Mi esposa... — Alex suspiró. Seguía sin creer lo mucho de lo que se habría perdido si hubiera seguido con esa tonta idea de no casarse.

— Solo tuya, cielo. — la rubia se movió un poco haciendo especialmente presión entre las piernas de Alex, cuya respiración se agitó de inmediato.

— Te amo. — le besó la oreja despacio. — Amo tu sonrisa, — un beso más. — tu cabello, tus ojos, tu voz, tu cuerpo... — la apretó más contra sí. — Incluso amo la forma desordenada en que duermes.

— Ámame justo ahora, Al... — musitó con suavidad.

— Vamos a la habitación... — intentó moverla un poco para ponerse de pie, pero la rubia no cedió.

Contrario a eso, se alejó un poco y se dió la vuelta, para sentarse aún entre las piernas de Alex pero frente a ella.
Parecían un par de cangrejos enganchados entre sí, y aquella posición combinada con la mirada intensa y cargada de deseo a penas visible de la rubia fue el detonante para Alex que de inmediato pasó saliva.
Piper la tomó de las mejillas para acercar sus rostros, y con propiedad unió sus labios para besarla con un ritmo acelerado y delicioso que de inmediato las hizo jadear.
De un momento a otro, Alex dejó de sentir las manos de la rubia en sus mejillas e intentó atraerla de nuevo pero Piper le estiró el labio inferior con fuerza provocando que Alex abriera los ojos y se encontrara con su esposa deshaciéndose del nudo de su sostén para deslizarlo con suavidad fuera de su cuerpo sin despegar la vista de los ojos un poco escandalizados de la pelinegra.