Capítulo 4.- Mi Tienda

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Al final tuve que esperar casi tres semanas para poder hornear pan. Si bien la casa estaba limpia, la cocina no cumplía mis estándares, mande a reforzar el edificio y a rehacer completamente el piso del segundo piso, no es que tuviera miedo de romper el piso del segundo piso, no es como si me hubiese ocurrido una vez, ni hablar de cuatro veces y que una de esas veces haya caído sobre una olla y tuvieran que traer un mago para poder sacarme de ella, para nada era por esa razón.

Mi horno tenía varias fallas a reparar, así que salió más barato y fácil hacer uno nuevo a mi gusto. Cambie todos los muebles de la tienda y cocina, mande a hacer paños personalizados y mande a instalar herramientas mágicas para que el pan se mantuviese fresco y caliente por más tiempo. Todo eso me genero un gran retraso y consumió gran parte del dinero que había ganado durante el viaje ¿Qué cuánto dinero tengo? Pues, después de vender el terreno de mí vieja casa al gremio, sumar el dinero de mi pensión, los ahorros que me dejo mi padre y el dinero de mis ganancias se podría decir que estoy al nivel de una persona acaudalada casi rica, si, no sé de donde saco tanto dinero mi padre.

Tras todo el caos al fin pude hornear pan, y claro que lo hice, hornee hasta que se me acabo la harina, hice principalmente bolillos, ya que es el pan más común de esta área, y unas cuantas galletas simples para repartir entre mis nuevos vecinos con el fin de presentarme y al mismo tiempo hacerle publicidad a mi tienda, soy gordo no tonto.

En la calle en la que está mi tienda existen cerca de ocho casas más, de las cuales 5 son igual que la mía, es decir, casas tienda. Hay una tienda de ropa femenina extrañamente ancha y con ciertos detalles que me hacen pensar que están hechas más para una espalda masculina que femenina. Después hay una tienda de libros y al lado de esta una tienda que vende productos de cerámica. Luego hay una pequeña tienda donde venden pieles y casi en la esquina esta una tienda en la que puedes comprar frutos secos y granos.

Me dedique todo el día a presentarme con mis vecinos, la mayoría se sorprendió al ver que les regalaba pan a modo de presentación y el dueño de la tienda de ropa femenina, un hombre MACHO MACHO MACHO (si triple macho, con mayúscula y con una pose de fisiculturismo diferente en cada MACHO) calvo pero de cejas bien delineadas llamado Kevin, casi me arrebato todas las galletas después de probar la primera, creo que será un buen cliente.
Después de presentarme, pase a ordenar mi tienda. Tengo un hermoso mesón de madera con cubierta de muri blanco, una especie de mármol falso que existe en este mundo. En la vitrina tengo una estantería que permite que la gente vea el pan desde afuera y al mismo tiempo pueda sacar piezas desde adentro. Después están los clásicos cajones de pan cuyo interior es una cesta de mimbre que puedo intercambiar con las que tengo en la cocina, finalmente un par de estanterías y una pequeña mesa con dos sillas que me dio flojera quitar y que extrañamente quedaron bien con el resto de los muebles. Ahora solo falta abrir mi tienda.

***Cambio de Vista – Kevin***

Hoy el cielo toco mis labios, beso mi alma y calentó mi estómago. Y todo gracias al panecillo, no, galleta, que mi nuevo vecino me dio. Siendo sincera, la primera vez que vi a ese hombre me pareció sin gracia, de gusto simple con una grasa corporal demasiado unificada con su cuerpo, es decir , hay gordos cuyos cuerpos poseen diversas colinas y montes a lo largo de su cuerpo, el señor Pam , ese es el nombre de mi vecino, no es de esos, más bien parece que su grasa se ha adoptado una forma esférica uniforme, generando así que su apariencia sea esférica , casi como si un grupo de círculos y cilindros hubiesen decidido tomar forma humana. En fin, claramente el señor Pam no es de mi gusto, prefiero a los hombres pequeños, rubios de rostro angelical.
Así que cuando entro a mi tienda y me explico que solo venía a presentarse me sentí decepcionada y molesta, pero al momento en el que me dio una hogaza de pan y una galleta me sentí intrigada, solo los nobles kelsianos tienen la costumbre de dar regalos a sus vecinos al tomar un nuevo hogar, pero este muchacho no parece Kelsiano, aun así y para no ofenderlo probé la galleta y el mundo se volvió hermoso por un instante , cuando ese instante termino, me di cuenta que le había arrebatado todas las galletas del señor Pam , un poco avergonzada le pedí disculpas y el con una sonrisa simple me dijo que no me preocupara, pero que no comiera muchas galletas porque podría engordar, tal visión me horrorizo, ese trocito de cielo podría volverse un infierno, pero tengo una solución: Buscarme un muchacho de rostro angelical que me haga sudar <3.

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