CAPÍTULO|42

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DONOVAN

-¿Que hiciste? -pregunté con tal furia que mis manos comenzaron a temblar.

Inmediatamente las escondí tras mi espalda. ¡Mierda! odiaba mi puta vulnerabilidad y Scarlett no paraba de sonreír.

-Es que en medio del sueño me pregunté si todavía dormías con la puerta abierta y te veías tan lindo que no pude evitarlo, tenía que besarte ya sabes..., por los viejos tiempos.

Se notaba que lo disfrutaba, verme lleno de ira, con mis ojos inyectados de odio y mis pensamientos repletos del jodido miedo de perder a Kin.

Que los dioses me perdonarán no estaba en su lista de opciones, ni de Zeus, Era, Estia, Hades o Artemisa, ¿Debía vivir con los horrores de mi pasado para siempre entonces?

¿O vivir en el pecado era la única opción si de todos modos iba a ser enviado al Tártaro?

En un impulso de ira tomé a Scarlett y la jale del brazo para encerrarnos en el baño.

-Deja ya esta mierda Scar, solamente te estas haciendo daño..., nos estás haciendo daño a ambos -mi voz susurraba pero quería gritar, vociferar a los cuatro vientos-. Ya estamos destruidos ¿Que más quieres?

-A ti Doni.

Su mirada cambió por completo, era dulce, triste y casi suplicante.

-Ya pasaron seis años ¿No lo entiendes?

Tenerla tan de frente con las puntas de nuestras narices a punto de tocarse tan sólo me provoco miseria.

-¿Entonces tenemos que pagar por los platos rotos de los demas? -cuestionó con su voz casi rota.

-Somos hermanos Scar..., de sangre.

-Aún así Zeus convirtió a Hera en su esposa.

Mi cuerpo se tensó de la cabeza a los pies, había una bola de fuego invadiendo mi cuerpo a pasos agigantado, alimentado de ira y prepotencia.

Ella era mi razón principal para mantenerme en la oscuridad; su rostro sólo me recordaba que el amor no era justo y que dolía..., nos contaban en los libros la historia bonita de Cupido, pero olvidaban mencionar que su amada Psique intentó asesinarlo una vez.

Y esa era la verdad del amor para mi. Hubiera preferido mantener en la oscuridad mi corazón pero poco a poco se iba prendiendo una lámpara con todas las verdades y solamente faltaba una gota de aceite se derramará para quemarlo todo.

Y ahí estába mi gota de aceite:

Yo Donovan, escondido en el baño con mi hermana de sangre, ocultando que un día estuvimos enredados y todo por que ahora era feliz, porque le habia dado otra oportunidad al amor y solamente faltaba que Kin encendiera la lámpara para que nuestro amor fuera destruido.

Toc, toc, toc. La puerta sonó.

-Donovan ¿Estás ahí?

Era ella, estaba al otro lado y miré a mi hermana en un tono suplicante para que se apiadara de mí y no arruinará mi felicidad pero, conociéndola...

-Algún día tendrá que enterarse Doni -me susurró.

Tan sólo me limité a negar con la cabeza y poner mi mano sobre sus labio; por supuesto ella no se resistió, era lo más cerca que habíamos estado desde que había llegado.

-No hoy -susurré de vuelta, volteé hacia la puerta y fingi mi mejor voz-. Ahora salgo, estaba un poco acalorado y vine a echarme agua ¿Todo esta bien?

DETRÁS DE ESAS GAFAS -Libro 1-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora