CAPÍTULO|20

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DONOVAN

Entonces, muy conciente de lo que quería hacer, termine esperando a Kin afuera de los departamentos estudiantiles donde vivía.

La vi llegar y salí del auto corriendo, esta vez no iba a permitir que me evitara y la encare por sorpresa pero como un castigo enviado por el mismísimo Zeus acabé derribado en el suelo con el segundo peor dolor de bajos que había sufrido en toda mi vida.

Cuando Kin se dio cuenta de que me había pateado se comportó tan preocupada y me di cuenta de que ella no estaba enojada conmigo, tan poco parecía saber que la había abandonado en mi escondite y muy contrario a la incomodidad que creía que sentía con mi presencia más bien parecía tímida.

Por eso me atreví a pedirle un beso.

Debía comprobar si sentía algo por mi y aunque se quedó pasmada por un instante, tampoco se negó cuando acerqué mis labios a los suyos y me respondió tan cuidadosa que incluso la sensación me pareció nueva. Ahora no estaba muy seguro de cómo debería sentirme, si muy dichoso por ser correspondido o muy miserable por haberme portado como la mierda con ella.

Mientras nos besamos recordé de nuevo el primer día de universidad y como había hecho latir mi corazón al cruzar nuestras miradas. Pensé que, después de lo que me había sucedido no volvería a enamorarme de nadie más y sin embargo aunque había reprimido mis sentimientos por dos años continuos, al verla siendo follada en ese auto con su nuevo novio, el único suertudo que había logrado cautivar el corazón de Kin Novelli, ese deseo por tenerla entre mis brazos resurgió.

Ella tenía algo que me atraía con locura y que me hacía resistir mis más bajos instintos; ni si quiera había podido follar con alguien más sin pensar en ella después de la primera noche que durmió en mi cama y ni hablar de nuestro primera vez: mande a la mierda a toda persona que quisiera algo más conmigo. Sólo salía a beber, a veces a bailar y con suerte y después de mucho tragos tal vez besar algunos labios aunque no había ningunos que me satisfacieran como los de Kin.

Su boca era como helio que me hacía flotar y me elevaba alto mientras más intensidad había en sus movimientos. Ella ni si quiera preguntó si podía, si estaba listo o si me sentía mejor, se le olvidó que hace más de veinte minutos casi me mataba del dolor a causa de su patada y mientras se dejaba llevar por el beso se sentó sobre mi y comenzó a desabrochar mi camisa.

No voy a hacerme el inocente, mi cuerpo tampoco lo recordaba del todo pues inmediatamente que sentí a Kin sobre mi comenze a excitarme pero, por muchas ganas que tuviera debía asegurarme de que ella realmente quería correr el riesgo.

Tal vez no podía darle amor pero tampoco iba a ser nada espontáneo ni de un rato, me gustaba mucho el sexo y sobre todo si era con ella y lo que había pasado entre nosotros solo era una probada de lo que le podía dar.

-Dime que me deseas esto Kin, necesito escucharlo -reclamé entre besos pero sin dejar de mirarla.

-Deseo esto Donovan, con todas mis fuerzas sin importar a dónde nos llevé -contestó apresurada mientras se quitaba el abrigo-, te deseo como no tienes idea.

Seguimos basándonos y me levanté con ella entre mis brazos, la llevé hasta la mesa y la senté ahí, inmediatamente hice que nos separaremos y Kiny me regaló esa linda mirada dubitativa que me encantaba provocarle. Si, la deseaba con locura, pero me gustaba más hacer el amor con un juego de por medio, con mi reglas y mis torturas.

DETRÁS DE ESAS GAFAS -Libro 1-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora