CAPÍTULO|26

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KIN

Cómo si no hubiera llorado ya lo suficiente todo el jodido día, las lagrimas salían en grandes cantidades de mis ojos.

Donovan se había ido.

Esa era la gota que derramo el vaso, estaba muy débil y mi cuerpo no dudó en recordarmelo, el cansancio era tal que mi cuerpo se iba a desvanecer sobre el suelo cuando sentí unos brazos atraparme por la espalda y rodear mi cintura.

-¿Donovan? -pregunté con temblor en mi voz, tenía miedo de tener demasiadas esperanzas.

-¿Si? -contesto él, tan quitado de la pena y me rodeó hasta tenerme de frente, su semblantes se notaba mucho mejor que en la mañana pero me miraba con un ligero toque de preocupación.

No pude contenerme a ese rostro, a esa caricia de sus dedos sobre mis mejillas limpiando mis lagrimas y le devolví el abrazo para perderme entre su aroma.

-Te extrañé -fue lo último que alcancé a decir y terminé desmayada sobre sus brazos.

DONOVAN

Kin todavía estaba sobre mis brazos y el olor del algodón impregnado con alcohol que me había facilitado el ama de llaves la ahogó hasta despertarla y hacerla toser.

-¡Benditos los dioses! -Escuché a la mujer vitorear. Parecía mucho más angustiada al ver la reacción de Kin que su hermano que iba bajando las escaleras y solo alcanzó a poner los ojos en blanco al ver la escena.

Detrás de él aprecio un hombre mucho mayor cuya presencia no hubiera podido reconocer si no hubiera sido por la enorme foto familiar sobre la chimenea. Se trataba del padre de Kin quien a diferencia de su idiota hijo corrió y se arrodilló frente a nosotros para ver como estaba su hija.

-¿Que sucedió? -preguntó preocupado.

-Como si no conocieras a Kin papá, esta haciendo otro de sus teatros para llamar la atencion.

Tanto el señor cómo yo volteamos a mirarlo disgustados.

-Estoy bien papá -contestó Kin con voz débil y con todas sus fuerzas se sostuvo de mi para poder sentarse, pero no se atrevió a mirarnos.

-¿Haz comido algo? - le preguntó el señor.

Kin negó con la cabeza, manteniendo su mirada en el suelo, parecía avergonzada.

-Sera mejor que pasemos al comedor ¿La cena está lista? -el padre de Kin se veía tan desganado, no había en él ni un centímetro del perfecto hombre de mirada dura que mostraba el retrato familiar.

-Estaba a punto de llamarlos señor -contesto la empleada a prisa.

-Muy bien entonces, todos al comedor..., Noah ¿Podrías ayudar a tú herma...?

-No señor -lo corté de inmediato, no quería que ese imbecil le tocara un solo cabello-, no se preocupe, yo le ayudaré.

Era como si por primera vez se hubiera percatado de mi presencia y con el ceño fruncido volteó a verme.

-¿Y quienes eres tú hijo?

Voltee a ver a Kin quien con un palido tono de vergüenza miró a su padre y luego a mi. Esta vez no sabía si debería ser tan imprudente como en la mañana y abrí la boca para contestar pero alguien más lo hizo por mi.

DETRÁS DE ESAS GAFAS -Libro 1-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora