CAPÍTULO|47

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DONOVAN

La luz me lastimó a los ojos y me obligó a abrirlos. Aunque me costó un poco de trabajo enfocar la vista pronto descubrí que había sido la culpa de una ventana con las cortinas abiertas.

Mire a mi alrededor y joder, esto no podía estar pasando. Era la enorme ventana de un hospital.

No había que ser muy listo ni entrar en pánico para darse cuenta de que estaba acostado en una cama de hospital, conectado a los aparatos que sonaban por lo alto cuidando mi ritmo cardíaco o la jodida intravenosa que se asomaba a la vista con facilidad.

Un enfermero ya estaba ahí y se me hacerco en cuanto me vio despertar, me llamó por mi nombre e hizo algunas preguntas de rutina a la par que escribía las respuestas sobre una carpeta.

-¿Cómo te sientes?

-Como si hubiera tenido la peor de las resacas -conteste débilmente.

-Bueno amigo, agradece que sólo fue la resaca y no una cita con el barquero.

Mis ojos se abrieron de par en par por el impacto de sus palabras. ¿De qué estaba hablando ese chico? Yo estaba con Scarlett y luego... ¿Como carajos había terminado en el hospital? 

Decidí preguntarle de que mierda estaba hablando cuando por la ventana del pasillo lo vi pasar...

¿Noah? ¿Que hacia el hermano de Kin en el hospi...?

¡NO! ¡KIN! ¿DÓNDE ESTABA KIN?

Tenía que hablar con ella urgentemente y explicarle todo ¡Lo que vio fue un error, un mal entendido!

«¡Mierda, Scarlett! ¿Qué hiciste?» Pensé.

Me apresure a quitarme el aparato que traía en el dedo, me arranqué la intravenosa y dolió como los mil demonios.

Estaba a punto de salir de la habitación para correr tras Noah, para preguntarle por Kin cuando papá llegó y me detuvo con todas sus fuerzas al darse cuenta de que quería escapar.

Comenzó a gritar por ayuda y el enfermero y dos doctores fueron a auxiliarlo para poder contenerme y por más que luché y que entre lágrimas le explique que tenía que salir de ahí para buscar a Kin, se aferró a mi y ayudo para que pudieran ponerme un tranquilizante.

Comense a sentirme pesado, mis fuerzas mermaban y aún así intenté luchar para salir de la cama pero mi cuerpo ya no respondió y todo se volvió negro de nuevo.

La sensacion entre el horror y la tranquilidad no era nueva para mí, ya la había experimentado en más de un ocasión sobre todo después del maldito desastre que sucedió seis años atrás.

Juro que cada cosa tiene una explicación, incluso lo que Kin vio y yo no pude evitar. Pero para entenderlo, hay que ir al principio.

Todo comenzó un día antes de mi fiesta de cumpleaños número daieciocho.

Había recibido el correo de una de las mejores universidades especializadas en letras y no iba a esperar hasta la salida para averiguar si había quedado, así que me salté la última clase.

Si todo salía bien iba a recibir una beca completa y claramente eso sonaba demasiado perfecto para mi; era mi sueño casi materializándose y sólo faltaban unos cuantos meses para que terminara el año escolar.

DETRÁS DE ESAS GAFAS -Libro 1-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora