CAPÍTULO|53

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DONOVAN

A la semana siguiente ya estaba afuera del instituto psiquiátrico.

Papá ofreció pagarme otro lugar para irme a vivir y mis metas ahora estaban más claras, sabía que ya había desperdiciado una valiosa oportunidad al no entrar a la universidad así que acepté su propuesta pero con la condición de que me mandara lo más lejos posible.

No sé si era culpabilidad o engaño por tener una familia perfecta, pero accedió a cada una de mis peticiones y así terminé teniendo mi propio espacio muy lejos de todos mis fantasmas.

Ni si quiera tuve que preocuparme de la mudanza, papá se hizo cargo de todo para cuando saliera y mi única preocupación fue subir al avión a tiempo.

Sabía que Scarlett y su madre ya vivían donde una vez fue mi hogar y me tragué mi orgullo cuando me enteré, de todas formas no las iba a ver en mucho tiempo y no valía la pena enojarme por un lugar donde tenía más malos recuerdos que buenos.

Unos meses despues le pedí a papá un auto con la promesa de que yo le pagaría hasta la última moneda en cuanto consiguiera un trabajo, pero él no accedió y solamente me pidió una condición: ir a casa para pasar las fiestas.

Después de pasar todo ese tiempo solo y de comenzar a vivir mi vida como a mi apetencia, decidí que lo haría; era la prueba de fuego perfecta para probar que mi corazón ya no sentía nada.

El recibimiento fue cálido pero el ambiente estaba frío, nunca nadie podría olvidar lo que vivimos en ese casa el día de mi graduación y cuando vi a Scarlett frente a mi con sus insistentes miradas he intentando entrar a mi recamara a altas horas de la madrugada para hablar conmigo, supe que ya no la amaba aunque, el violento recuerdo de lo nuestro seria una mancha que me marcaría para siempre.

Estaban tan muertos mis sentimientos que en vez de verlo como algo negativo, lo vi como algo a mi favor. Nadie podría amar a alguien que sostuvo una relación incestuosa con su hermana, lo que me hacía más fácil alejarme del amor ¿No es cierto?

Me conseguí un trabajo de tiempo completo en una librería y solamente llegaba a casa a dormir, también salía a divertirme de vez en cuando sin la condición de tener que darle alguna explicación a alguien más.

La mayor parte del tiempo solamente iba a beber y si conocía alguna chica guapa la invitaba un trago, eso sí, no siempre había sexo y era muy selectivo a la hora de llevarme a alguien a la cama pues solamente me gustaba estar con chicas que se quisieran divertir un rato.

No me importaban sus razones mientras no pensaran que al siguiente día les invitaría el desayuno y les daría mi número, aunque eso no impidió que más de una me buscara para repetir y si la acción había sido buena y ellas se portaban bien ¿Por qué me lo tendría que negar?

Una de esas tantas conquista me puso sus gafas como un pretexto para hablarme y coquetear; me miré tras el reflejo de una ventana y entonces comprendí que eso me podría funcionar.

Detrás de esas gafas estarían escondidos todos mis demonios.

En el trabajo aprendí a ser un pan de los dioses, siempre amable, siempre atento, servicial. Nadie se metía con el nerd, al contrario, inspiraba demasiada confianza y ternura.

No veía a la "familia" a menos de que fuera una fecha demasiado importante y simplemente una sola vez les permití irme a visitar sólo porque papá había insistio en festejar que había logrado retomar mis sueños y entrar a la universidad. Jamás podría olvidar que ese fue el día que Scarlett intentó encontrar una nueva escusa para que pudiéramos hablar y dejo olvidado a propósito su vestido negro entre mis cosas.

DETRÁS DE ESAS GAFAS -Libro 1-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora