CAPÍTULO|27

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DONOVAN

Kin salió corriendo al jardín en cuanto me vio golpear a Noah.

Eso termino enfureciendome por completo hasta no poder contener mis palabras y mi mirada encolerizada no se contuvo para su padre que se mantuvo quieto en su estupido y perpetuo silencio.

-¿Por que no esta corriendo tras su hija? ¡Lo necesita mierda! ¿Sabe que ha estado sufriendo de bullying en los últimos meses? -sonreí con sarcasmo al percibir su cara de sorpresa-. Por supuesto que no lo sabe. Entonces seguramente tampoco sabe que intentaron abusar de ella ¿Oh sí? Pero no es para menos. ¿Que podría esperarse de un padre que ni si quiera se preocupó por contactar a su hija para ayudarla a despedirse de la única persona que de verdad la amaba en este mundo?

Ahora podía entenderlo todo: el día que estuve a punto de abandonar a Kin en mi lugar secreto y le dije que seguramente había muchas personas que la querían ella con enorme tristeza pronuncio «¿De verdad? Pues avisales por que creo que aún no están enterados.»

-Yo no tendría que decirle esto Víctor, pero su hija es maravillosa y ella no se merece nada de esto.

Pase sobre Noah que estaba con la boca abierta no sin antes darle un puntapié en las costillas que lo hizo quejarse del dolor y corrí al enorme jardin lleno de flores y arbustos.

En la tarde había estado perdiendo el tiempo ahí después de la comida y caminé por todos lado ahasta que llegué a un fondo perdido entre varios arbustos y encontré una casa del árbol.

Una corazonada me hizo ir corriendo hasta llegar ahí y una pequeña luz naranja se asomaba entre las cortinas con dibujos de osos que tapaban la entrada. Subí ágilmente las escaleras de madera vieja y me asomé; ahí estaba Kin.

No parecía estar llorando pero su rostro se veía demaciado triste, me quedé quieto contemplandola por unos segundos pensando si debería abrazarla, preguntándome si le gustaría que yo estuviera ahí pero ella se percató de mi presencia y volteó a verme.

-Disculpa por todo el altercado haya...

Su mirada se mostraba desolada y su rostro mostraba tanta vergüenza como si de verdad ella hubiera hecho algo malo.

Me sente a su lado y quise abrazarla, pero no me atreví, eso podría terminar con todas mis barreras y no sabía si estaba listo para eso, así que preferí mantener mi armadura.

-¿Cual? ¿Lo del comedor? Eso no fue nada, si conocieras a mi familia, simplemente tú..., olvídalo.

-Por mi culpa golpeste a Noah.

-Eso te gustaría Kin -sonreí para aligerar el ambiente-, tenía ganas de romperle la cara a ese idiota desde esta mañana.

Al fin logré sacarle una sonrisa.

-Gracias.

-No hay de que, en realidad lo disfrute.

Ambos nos quedamos en silencio, admirando el lugar.

-¿Te gusta mi casita del árbol?

-Es bastante bonita.

-Es mi santuario. Lo construyó el abuelo para mi y ahora es lo único que me queda de él -la escuché decir con nostalgia-. No es tan grande como tus duchas abandonadas pero funciona igual..., sirve para alejarte del mundo.

DETRÁS DE ESAS GAFAS -Libro 1-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora