CAPÍTULO|54

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DONOVAN

Para matar el tiempo le mentí a Scarlett diciéndole que pediría una pizza.

-Pero que no sea tu porquería con piña, siempre me dio asco -me sirvió otra copa mientras llamaba a papá para saber si ya estaba en camino aunque nunca contesto el teléfono.

Ni hablar tendría que luchar solo un poco más.

Una hora después y una botella vacía me di cuenta de que el mundo daba más vueltas de lo normal y era obvio que un poco de vino no me mareaba con facilidad.

Scarlett estaba en el baño cuando el interfon sonó e interrumpió el sonido de la lluvia; me levanté a prisa de la mesa pensando que era nuestro padre que seguramente estaba afuera pero, al primer paso caí al suelo.

¡Mierda! ¿Qué estaba pasando? El timbre volvió a sonar e intenté levantarme pero mi cuerpo no estaba funcionando.

Mi teléfono comenzó a sonar pero decidí desviar la llamada al escuchar que Scarlett estaba saliendo para que no lo pudiera escuchar; si era papá y veía que no le contestaba tal vez se daría cuenta de que algo estaba mal aunque para mi sorpresa ya no volvieron a tocar ni a marcar.

Me levanté como pude y volví a sentarme en mi lugar. Cuando regresó no parecía muy contenta.

-¿Quien era?

-Vecino equivocado.

-Ya tardó la comida.

-Con esta lluvia es más común de lo que podrías pensar en esta ciudad.

Intenté guardar la compostura y fingir que no había notado que mis fuerzas se estaban perdiendo pero una descarga de debilidad invadió todo mi cuerpo y me sostuve la cabeza en un descuido que Scarlett no pasó desapercibido.

-Te ves un poco mal -sugirió con su carita de inocente pero una sonrisa que no me gustó para nada.

Quise contestarle pero simplemente ya no pude más y terminé inconsciente sobre la mesa.

Desde la lejanía el sonido de música a todo volumen y el sonido de mi teléfono comenzó a esclarecer mi mente y solamente así pude volver a la realidad.

-¿Ya estás despierto? Esa cosa que te di si que es efectiva -abrí los ojos y Scarlett me miraba un poco molesta.

Mi teléfono seguía sonando y me mostró la pantalla.

-Es tu noviecita. Ha estado llamando por un buen rato, lastima que estarás demaciado ocupado para poder contestar.

-¿Que mierda hiciste? -pregunté con la voz como si acabara de despertar, mi corazón estaba acelerado y me faltaba el aire en los pulmones.

-Retomando lo que dejamos pendiente hace seis años Doni.

-Estas loca -dije enojado pero mi hermana solamente se río y se fue acercando a mi como un tigre acechando a su presa. Sus labios depositaron un beso en mi boca mientras desabrochaba mi camisa hasta quitármela y tirarla al suelo.

-Te entregaré tu teléfono pero te advierto que si esa chica vuelve a llamar y tú no la cortas gritare muy alto para que escuche que estás con otra mujer -depositó el teléfono sobre mis débiles manos y luego continuó hablando-. Ahora quiero asegurarme de que puedes seguirme.

DETRÁS DE ESAS GAFAS -Libro 1-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora