CAPÍTULO|52

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KIN

Miré mi rostro en el espejo y en verdad era deplorable, tenía las ojeras más moradas del mundo y mis labios partidos no ayudaban mucho; cuando intente sonreír para darme ánimos automáticamente se tronaron.

-Deja de lamer tus labios Kin -me regañe en voz baja. Era un tick reciente que hacía por nerviosa y no sabía de donde lo había sacado.

Noah ya me estaba esperando en el pasillo y se despedía de un hombre de la edad de nuestro padre cuando llegué.

-Todo saldrá bien -lo escuché decir.

El señor le agradeció y chocamos nuestras miradas antes de que se diera la vuelta y entrara a una de las habitaciones que se mantenía con las luces apagadas y las cortinas cerradas.

Había algo en sus ojos que me dejo congelada y no reaccioné hasta que mi hermano me tocó el hombro.

-¿Estás bien?

Afirmé con la cabeza y cerré los ojos por unos segundos antes de contestarle.

-Si, solamente un mareo pequeñito ¿Quién... quien era ese hombre? -pregunté mientras nos dirijamos al estacionamiento.

-Un tipo que conocí en la sala de espera. Nos hicimos compañía la primera noche y sin querer comenzamos a conversar, su hijo casi muere de sobredosis.

-Eso es horrible, es que... ¿Viste su mirada?

-Si, estaba hecho una mierda -pronuncio Noah y me miró con un gesto preocupado-. ¿Por qué?

-No lo sé, sentí algo al verlo a los ojos, fue como si lo conociera, como si lo hubiera visto antes.

-Seguro que lo viste pasando por el pasillo.

-Si, seguramente fue eso -dije no tan convencida antes de que mi hermano cambiara abruptamente la conversación.

-¿Entonces estas segura de lo que quieres hacer?

-Sera mil veces mejor que morir de amor -respondí de inmediato y salimos de ahí.

DONOVAN

Estar solo con mis pensamientos no era mi cosa favorita en el mundo en ese momento y es que la situación me recordaba tanto al pasado que, parecía un castigo de los dioses.

Ya habían terminado las vacaciones pero seguía encerrado en el instituto mental. Mis sueños estaban hechos pedazos y el tiempo no volvería, jamás entré a la universidad de mis sueños y ya no me volverían a dar otra oportunidad como la que tuve.

Al principio dolió un poco pero no tanto como mi corazón roto.

El instituto psiquiátrico se había convertido en mi lugar más feliz hasta ese momento o al menos ya no quería morir y ése era un enorme avance, los episodios de las pesadillas donde yo y Scarlett compartíamos la cama comenzaron a disiparse con mayor frecuencia, también hice amigos y comencé a recuperar peso y una sonrisa.

Empecé a participar en las actividades que se impartían adentro, charlas, campamentos y sobre todo, me atreví a permitir visitas semanales. Papá era el único con permiso de entrar y siempre me preguntaba cuando estaría listo para salir.

-Si me prometes que no tendré que volver a ver a..., mi hermana, podría pedir que me den la alta mañana mismo.

-Donovan, no me puedes pedir eso. Ambos son mis hijos y lo único que quiero es ver a mi familia unida.

DETRÁS DE ESAS GAFAS -Libro 1-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora