CAPÍTULO|31

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DONOVAN

Amaba, que digo amar, adoraba con locura la forma en la que Kin se aferraba a las sabanas mientras mi lengua se hundía en ella. Arqueaba su espalda intentando no sucumbir ante los pequeños toques de electricidad que recorrían cada parte de su cuerpo y eso era adorable.

Intentaba disimularlo pero sabía que deseaba más de mi, me lo gritaba su mirada que no paraba de buscarme.

-Donovan..., Donovan.

Y no podía darme el lujo de faltar a clases si quería mantener la beca completa para no recurrir a mi padre.

-Debemos irnos..., ¡ha! Donovan, llegaremos tarde y no hemos desa... ¡Por Zeus! Para ya...

Me separé de su cuerpo y le regalé mi sonrisa más malvada mientras me acercaba a ella. Su deliciosa boca me recibió con cariño y nos besamos con tal voracidad, tan dispuestos a unirnos que dimos un brinco cuando la segunda alarma de mi teléfono sonó indicando que se nos estaba haciendo tarde.

-Muy bien. Pero te advierto que mi deseo por ti será doble la siguiente ocasión que estemos juntos.

Kiny se puso como una cereza y huyó al baño con una sonrisa en sus labios.

Se había desatado el infierno y ya no había marcha atrás, lo había provocado yo y sinceramente no estaba arrepentido..., hasta ahora.

Ya íbamos de camino después de desayunar nada y poco tiempo para arreglarnos, el día estaba genial y ella parecía feliz hasta que comenzamos a acercarnos más a la facultad; sus manos se movían nerviosas e incluso la vi temblar.

Nos faltaban un par de cuadras. Mi auto estaba parado por la luz roja y volteé a mirar a Kin con el ceño fruncido.

-¿Todo está bien? Podemos saltarnos la primer clase para desayunar algo.

Volteó a mirarme, la noté preocupada.

-... bajare aquí, así nadie nos verá llegar juntos.

¿Pero que carajo estaba diciendo? Eso no me agradó nada.

-¿De que hablás? No Kin, joder llegaremos juntos al campus.

Su rostro estaba dudoso, amaba cuando ponía esa carita de sorpresa y su boca entre abierta con esos malditos labios que quería morder..., mierda, pero estaba lo suficientemente enojado para que eso pasara a segundo plano.

-Yo..., es que tú ¿Estas seguro de eso? -preguntó un poco agobiada y agachó la mirada.

-Si -respondí sin pensarlo-. A menos de que tú...

No pude terminar la frase, con todo lo que habíamos pasado había olvidado como era la vida de Kin antes de que terminaríamos enredados y tal vez ella no quería que nadie la viera con el maldito cuatro ojos don nadie al que yo tanto amaba representar.

Los autos detrás de mi comenzaron a pitar y no hice más que mirar al frente y aferrarme al volante con fuerza.

-Creí que estabas preocupado por tu fachada. Aún no estoy segura de por qué te escondes tras esas gafas, de por que prefieres no relacionarte con los demás pero, si la gente se entera de que salimos, tengo miedo de causarte algún problema.

Que ironías de la vida. Si tan solo Kin supiera que yo pensaba todo lo contrario. Por una parte por eso comencé con nuestro jueguito a escondidas y por otra, porqué así era mucho más divertido hacerle el amor.

DETRÁS DE ESAS GAFAS -Libro 1-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora