REFLEJO ➳ Kim Taehyung

• PARTE 007 •

Esto fue una pérdida de tiempo.

Di la vuelta y bajaba un escalón apenas para volver a la acera cuando sentí fuerza sobre mis hombros y un tirón hacia atrás.

Estoy dentro de su casa que está aún más oscuro que fuera, sentada en lo que parece un sofá. No veo nada.

—Tardaste demasiado, GD me ha jodido con el móvil desde ayer. –escuchaba únicamente su voz, una voz irritada.

¿Quién diablos es GD?

Me exaspera ver como las personas hablan de terceras personas como si estuviera al tanto de su existencia.

—¿Podrías dejar de quejarte?, enciende la luz. –me crucé de brazos.

Esta soy yo.

Una luz de la lámpara de estar se encendió, ahora puedo ver su silueta y su rostro estuvo dentro de mi campo visual cuando se sentó frente a mí.

—Deberías agradecer, un minuto más afuera y estarías muerta.

—Esto no es el Guetto. No digas estupideces.

—Demasiado temperamental para lucir así. –soltó una risa fuerte mirandome de pies a cabeza.

No me agrada su actitud.

—Mi hermano... JiYong me ha dicho que venga aquí y busque a Min YoonGi. –me incliné al frente recargando los codos en mi regazo.

—Yo soy a quien buscas.

¡Ja!

—Bastante gracioso. Te imaginaba distinto. –señalé con el dedo índice su anatomía.

—¿Me imaginabas? Soy más perfecto de lo que idealizabas, seguramente, HannSwan.

—No luces como alguien que sea amigo de JiYong.

—No eres tan distinta al imbécil de tu hermano. —se levantó del sofá caminando fuera de mi campo visual–. Años años lejos de tu familia ¿y crees conocerlos? –escuché unas latas abrirse.

Tiene razón.

—¿Qué se supone que hago aquí? –extendió su mano para entregarme una bebida–. No quiero.

—Bebela, estoy siendo hospitalario. –la dejó sobre la mesa.

—No.

—Bien. Terminemos con esto rápido.

—Demoras demasido en hablar.

—Hoy con esto voy a saldar una deuda que tengo con GD.

—¿Quién demonios es GD?

—G-Dragon. Tu hermano. –bebió una gran trago dejando la lata junto a la mía–. ¿Entonces no sabías su pseudónimo pero sí el tipo de amistades que tiene?

—Te da lo mismo.

—Cierto es. –volvió a tomar su lata mientras tomó un control remoto que encendió las luces.

Un chico con ropa color negra, sudadera roja, piel blanca como el azúcar y ojos penetrantes.

—Esto se siente como una pérdida de tiempo. Me voy. –me levanté del sofá dispuesta a caminar a la salida.

—Si no bebes ahora, perderá el sabor. –extendió a mí la bebida que anteriormente me había ofrecido y empujó de mí nuevamente asegurándose que sostuviera la lata aún llena–. Anda.

—Espero no me hayas drogado.

—Detesto a tu hermano pero, no soy ese tipo de chicos. –terminó la suya–. No tengo necesidad de hacerlo. –guiñó.