—Oye, Evan. ¿Estás bien?
La voz de Claire sacó al moreno de sus pensamientos. Sin haberse dado cuenta, había pagado y salido ya del supermercado y le estaba tendiendo a su —de nuevo— vecina uno de los cafés que humeaban entre sus mano. Se había metido tanto en aquel recuerdo que había estado actuando durante los últimos minutos como un completo autómata.
—Sí, perdona. Estaba pensando —se disculpó mientras observaba cómo ella, a pesar de no estar llorando, portaba un semblante que poco más iba a aguantar sin hacerlo.
—¿Podemos volver a casa? Necesito meterme en la cama y olvidar que esto ha pasado.
Tras asentir, ambos se dirigieron al coche. Evan le hizo prometer que se tomaría al menos la mitad de aquella tarrina de helado antes de acostarse, pero pese a aquel intento de hacerla sonreír no consiguió más que un suave asentimiento.
Claire parecía estar haciendo grandes esfuerzos por no venirse abajo, estando peor a cada minuto, y Evan se sintió impotente. Sabía que poco podía hacer en aquella situación, sobretodo porque su confianza había mermado mucho durante el tiempo que no habían tenido a penas contacto, y eso todavía le frustraba más. Quería ayudarla a que se sintiese mejor, pero no sabía cómo hacerlo —y más cuando Claire solía aislarse en situaciones como aquella—.
El camino de vuelta transcurrió en un completo silencio. Uno en el que Evan no se atrevió a pronunciar ni una sola palabra y en el que Claire mantuvo la mente en blanco para no derrumbarse frente a él. Ya había pasado suficiente vergüenza como para además ponerse a llorar en aquel coche, sabiendo que, una vez empezase, no podría parar en horas.
La noche cubría por completo de niebla las calles y todo parecía estar tan vacío y solitario que fue como si la ciudad entera hubiese recibido el mensaje de que Claire necesitaba estar sola y apartada del mundo. Era tanta la presión que sentía en el pecho que sabía que, o llegaban pronto a casa o era capaz de bajarse del coche en marcha para arrancar a correr sin rumbo fijo, tan solo con la intención de intentar deshacerse de aquella sensación que tanto la estaba llevando a aquel momento de su vida en el que se perdió por completo.
No quería que algo así le volviese a ocurrir y menos por culpa de un idiota engreído como lo era Peter. Pero Claire se sentía tan vulnerable y perdida cuando las emociones negativas lograban dominarla que ni ella misma podía confiar en lo que era capaz de hacer.
Cuando llegaron por fin frente al edificio, Maddie todavía estaba allí. El coche averiado se encontraba subido a la grúa y su amiga parecía estarse despidiendo del técnico que acabó por subirse al vehículo pocos segundos después. En cuanto Maddie les vio aparecer, se acercó a su amiga sorprendida por verla de vuelta tan pronto. Pensó que aquellos minutos flirteando con el gruista quizás habían sido más de los que creyó y que les había dado tiempo a ir al aeropuerto, recoger a su novio y volver, pero desechó aquella idea cuando tan solo vio salir del coche a Evan y a Claire, quienes llevaban una cara que nada bueno podía significar.
ESTÁS LEYENDO
Siete vueltas al sol
RomanceGANADORA WATTYS 2022 Después de un último año de instituto fatídico, Claire decidió marcharse a estudiar a Nueva York, aprovechando para huir de todo y poder dejar en Londres ese pasado que tanto dolor le causaba. Sin embargo, siete años después y y...