Juego (Parte I)

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Lucy llegó al apartamento de Claire como un torbellino

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Lucy llegó al apartamento de Claire como un torbellino. Había dejado que Evan se marchase a correr prometiéndole que no le diría nada a Claire sobre su conversación, pero era tal el nervio que sentía por todo su cuerpo que le fue imposible controlarse. Incluso Claire se planteó al verla que había bebido demasiado café o que había tomado algo ilegal, y es que caminaba dando saltos y hablando sin decir absolutamente nada.

Intentó calmarla, llevándola al sofá, tratando de descifrar de qué hablaba, pero solo decía tonterías sobre el amor, el destino y lo bonita que le parecía la vida.

—¿Se puede saber de qué hablas, Lucy? La cita con Ben ha sido un desastre y ni amor, ni bonita ni nada —intentó comprenderla.

—¿Ben? ¿Qué Ben? ¡Ah! ¡El fotógrafo! Ese me importa un bledo, simplemente que le den. No es de él de quien hablo. Ay Claire... ¡Es que es demasiado bonito!

Claire comenzó a impacientarse. Se ponía nerviosa cuando su amiga se comportaba de aquel modo, transmitiéndole su nerviosismo y confundiéndola al no entenderla. De hecho, si no la conociese, hubiese pensado que se estaba volviendo loca y hubiese llamado a la ambulancia para que la ingresaran en un hospital psiquiátrico.

—¡Lucy! ¡Por Dios! ¿Quieres hacer el favor de parar, respirar y hablar con calma? —la riñó alzando un poco la voz, haciendo de una vez por todas que la pelirroja se quedase quieta y en silencio. Pero tan solo duró un par de segundos.

—¡Es que no puedo decírtelo! —se quejó, sintiendo que las palabras iban a salir solas si no se tapaba la boca.

Haberse enterado de lo que Evan sentía por Claire no era poca cosa, y menos después de verle tan afectado y con las palabras tan románticas y sinceras con las que se lo había contado todo.

—¡Pues menos mal que no puedes, porque no te has callado desde que has entrado! —siguió también a gritos, obligándose a respirar para calmarse— Vale, vamos a relajarnos. Si quieres contarme qué te tiene tan emocionada me lo dices, y si no quieres o no puedes, hablemos de otras cosas o hagamos algo que te distraiga, porque te conozco.

—Lo que vamos a hacer va a ser salir de fiesta para despejarnos. Solo te diré que tiene que ver con cierto vecino tuyo de ojos azules que...

—Vale, para. No quiero hablar ahora de Evan o de cualquier otro hombre —la silenció ella tras sentir ese vuelco en el corazón que se había vuelto un habitual cada vez que hablaba con él, sobre él o simplemente escuchaba su nombre—. Déjame que envíe un mail del trabajo sobre un problema que hemos tenido con las redes sociales, nos preparamos y nos vamos.

—¿Redes sociales? ¿Qué os ha pasado? —quiso saber Lucy al interesarle el tema.

—La persona que se encargaba de las redes se ha ido de la empresa y quien la está sustituyendo no se entera de nada. Están siendo unas semanas complicadas. En unos días tenemos un desfile demasiado importante y la fiesta de presentación de la sede. Debemos hacer algo para promocionarnos.

Siete vueltas al solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora