Ya no (Parte I)

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El domingo, Claire se encontraba mucho mejor

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El domingo, Claire se encontraba mucho mejor. Evan se había encargado de cuidarla sin descanso, estando atento a sus necesidades y tomándole la temperatura incluso cuando ella dormía. Su cuerpo se estaba recuperando y una subida de fiebre podría resultar contraproducente.

No era, para nada, el fin de semana que habían imaginado juntos, pero Evan pensó que ya tendrían tiempo para disfrutar el uno del otro. La prioridad, entonces, era que ella se recuperase lo antes y lo mejor posible.

Claire se sentía especial y querida con todo lo que él estaba esforzándose por hacerla sentir bieb. Evan puso todo su empeño en intentar que tuviese la mente distraída. Y lo consiguió, pero no durante todo el tiempo.

Tenía muchas cosas que aclarar y la rumiación que a ratos se apoderaba de ella era más que notable. Él quiso preguntarle qué era lo que la preocupaba tanto, pero prefirió darle espacio y que fuese ella, en caso de que quisiese, quien se lo explicara.

Y sí, quería hacerlo, pero no sabía cómo. A cada minuto que pasaba, se convertía más en un mar de dudas y no sabía cómo decirle a Evan lo que llevaba pensando desde que despertó en el hospital. Su vida se estaba convirtiendo en un completo caos y no quería que nadie se viese arrastrado a él por su culpa.

Su pasado también parecía haber vuelto para atormentarla, y es que todavía había cosas de las que no se sentía orgullosa y temía que saliesen a la luz. Además, si algo le caracterizaba cuando los problemas la superaban, era la incapacidad que tenía para aceptar la ayuda de las personas que la rodeaban. Así había sido siempre.

—¿Tienes sueño? —preguntó Evan, haciendo que la joven centrase su atención en él— Se te ve bastante cansada.

A penas eran las siete y media de la tarde, pero hizo esa pregunta para intentar romper el hielo y también la espiral de preocupación que se marcaba en su entrecejo. Algo no iba bien con Claire y Evan era plenamente consciente de ello.

—No, eh... solo tengo un poco de dolor de cabeza —respondió.

—No me extraña. Parece que no dejas de darle vueltas a algo que te preocupa —comentó para darle pie a que le explicase lo que ocurría.

El ambiente cambió de pronto. Se estaba dando la ocasión perfecta para que Claire expresase todo lo que sentía, pero sabía que no iba a ser una conversación fácil para ninguno de los dos. Evan sintió su ansiedad y es que la joven, sin darse cuenta, apretaba las manos con fuerza sobre la manta que cubría sus piernas.

El muchacho, que estaba ordenando algunas cosas en la cocina, se acercó al sofá del que casi no se había movido en aquello dos días para sentarse junto a ella, agarrando sus manos para que dejase de hacer fuerza con ellas. Buscó los ojos hazel de la chica que tenía delante, pero cuando esta se atrevió a mirarle, supo que lo que pasaría a continuación no iba a gustarle nada.

—Tenemos algo de lo que hablar, Evan —comenzó.

—Claro. Dime, preciosa —la animó él con tono conciliador al notar el nerviosismo en su dulce voz.

Siete vueltas al solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora