Golpe de Realidad (Parte I)

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El calor de un abrazo consiguió despertarla

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El calor de un abrazo consiguió despertarla. El sol ya hacía algunas horas que extrañamente brillaba en el cielo de Londres y Claire seguía durmiendo acurrucada contra el cuerpo de Evan, quien no la soltó en toda la noche. A él hacía casi media hora que la luz le había desvelado, pero se negaba a despertar al ángel que creyó que tenía entre sus brazos. La cara de Claire se veía hermosa mientras dormía y su gesto relajado le hizo no querer molestarla.

Lo que había ocurrido entre ellos la noche anterior había sido muy especial para él. En cierto modo, no quería que la nube en la que parecía estar terminase en cuanto Claire, quizás y al despertar junto a él, se arrepintiese de lo ocurrido. No obstante, no pudo resistirse a abrazarla más fuerte, sintiendo la forma en la que ella cogía una gran cantidad de aire mientras comenzaba a estirar su cuerpo, desperezándose.

—Buenos días, Kitty-Kat —pronunció con suavidad mientras acariciaba su rostro, apartando los mechones del castaño cabello que caía sobre este. Le dio un beso en la sien.

—Mmm, ¿qué hora es? —quiso saber ella, girándose poco a poco hacia a él.

—Las diez y media.

—Vaya, sí que hemos dormido —se sorprendió mirándole a esos profundos ojos azules que invitaban a perderse en ellos. Tampoco vio rastro de sueño en él.

—Después de lo que hicimos, necesitábamos un buen descanso ¿no crees?

La sonrisa juguetona de Evan provocó que Claire se ruborizase. Todas las imágenes de lo compartido entre aquellas sábanas vinieron a su mente para propagar varios escalofríos por todo su cuerpo, erizando su piel, haciéndola sentir, de pronto, algo avergonzada. Su mirada, el cálido tacto de su piel, su respiración acelerada, los besos... Conocía a Evan desde que era una niña y, aunque habían salido juntos durante algunos meses cuando a penas eran unos adolescentes, ya no recordaba cómo era entregarse a él por completo.

—¿Ahora te da vergüenza? —se rio Evan al ver ese intenso rubor en las mejillas de la joven. Además, le rehuía la mirada.

—Un poco... —se sinceró.

—¿Por qué? —quiso saber comenzando a hacerle cosquillas, intentando relajar el ambiente para que se abriese a él.

—¡Ay! Pues no lo sé —se quejó mientras se retorcía por el tacto del chico—. Supongo que soy consciente de que tienes bastante experiencia, que habrás estado con muchas mujeres y me preocupa no haber... pues eso, no haber estado a la altura.

Evan se la quedó mirando sorprendido. No podía creer que una persona como ella tuviese aquel tipo de inseguridades. Realmente la veía como una mujer muy atractiva y había descubierto que muy sensual. Al menos con él, que había soñado en numerosas ocasiones con aquel momento, no quería que se sintiese insegura. Y es que la realidad había superado cualquier expectativa que hubiese podido tener.

Siete vueltas al solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora